Capítulo 2: Pequeño secuestro.

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Blake.

Luego de que saliéramos de la cafetería Annie nos siguió y no sentamos en las gradas, habían algunos del equipo practicando.

—¿Estás bien?—Le pregunté al chico y solo asintió, no ha dicho ni una desde que salimos de ahí—Oye, háblame, no muerdo—. Le dediqué una sonrisa y él hizo lo mismo.

–Mi nombre es Blake, ella—señalé a Annie—es Annie—Lo saludó efusivamente y el río por lo bajo y le dedicó una sonrisa—. ¿Cuál es tu nombre?

—Mi nombre es Mason Bennett.

—¿Por qué dejas que te traten así?—. Esta vez habló Annie.

El sólo bajó la cabeza en señal de que no iba a decirnos nada. Teníamos que ganarnos su confianza... Me agrada.

—No tienes que bajar la cabeza delante de nosotras ni de nadie, ¿ok? No somos superiores a ti—. El levantó la cabeza en señal de que tengo toda su atención.

—Discúlpame por no decírtelo antes, pero gracias por sacarme de ahí, Noah—así que se llama Noah—puede ser un idiota la mayoría del tiempo—. Me dice con una media sonrisa.

—Pero eso no le da motivos para tratar a las personas así—digo—no puede llegar aquí y creerse el dueño de esto.

—Emmh... ¿Blake?—. Dice que Annie con cara de «no he roto ni un plato».

–¿Sí, Annie?

—Me falto contarte que es muy millonario—Oh, como no me sorprende—y que tal vez, por casualidad de la vida su papá haya comprado el instituto—. La miré con los ojos como platos y ella me dedico una sonrisa "inocente"

—¡Annie Grace O'Connell! ¡¿Por qué no comenzaste por eso?!—Me doy un facepalm porque estaré en muchos problemas—¡Me llevaran a la oficina del director por golpear en la entrepierna al hijo del dueño del instituto, que prácticamente es el dueño también! Oh Dios...—. Es mi fin.

—Cálmate Blake, no es para tanto—¡¿No es para tanto?!—Además, el no te hará nada, el que mucho habla es porque poco hace.

Le dediqué una mirada fulminante y me dediqué a hablar con Mason—que ahora se convirtió en nuestro amigo—ya que teníamos este periodo libre—. Sí, casualmente los tres lo tenemos libre.

Nos contó que nació en Inglaterra, pero sus padres son americanos, se volvieron a mudar cuando él tenía cinco años. También nos contó que tiene una hermana: Evie, tiene catorce, pero su mamá y ella tuvieron un accidente y la hermana terminó muy grave y ahora no puede caminar. Sus padres hacen todo lo que pueden para que ella pueda volver a hacerlo.

Así se nos pasó el rato y se fue cada una a sus clases.

(...)

Tocaron la campana y ya era hora de volver a casa—¡Aleluya!—mientras iba caminando por los pasillos para llegar al estacionamiento del instituto—donde mi hermano debería estar esperándome—me coloco los auriculares para escuchar un poco de música, cuando iba a ponerme el otro, alguien me agarra bruscamente por el rostro y me encierra en el cuarto del conserje.

Patalee, grite, mordí, lamí su mano... Nada funcionó.

Hasta que por fin se rindió y me di la vuelta para que pueda verlo a la cara y... ¡No puede creerlo!

—¡Tú!—. Genial, ahora estoy en una habitación pequeñísima con «su alteza real».

—¿Acaso ves a alguien más aquí?—. Me respondió fastidiado.

—¿Qué quiere su alteza real?—Pregunté haciendo un gesto con las manos e inclinándome—Sácame de aquí o grito—. Me crucé de brazos y lo mire desafiante.

—Hazlo, de todas maneras no te escucharán—. Se acerca mucho más a mí con una mirada retadora. Se le ve muy enfadado.

—Aléjate de mí—. Le digo y me echó hacia atrás, pero fue en vano porque solo logre que se cayeran unos utensilios que usan para la limpieza.

—Eres tan torpe—Ruedo los ojos por su comentario y muevo la cabeza hacia un lado porque está muy cerca. Me agarra de la barbilla para que voltee y lo mire a los ojos—Rodar los ojos no es un acto de buena educación—. Dice con una voz ronca.

—Como digas. ¿Qué quieres?—. Le pregunto de nuevo ya fastidiada de la situación.

—Te dije que esto no se quedaba así—. Todavía está furioso, pero hay un ápice de diversión en su mirada. Y eso es lo que me enfada más.

—¿Ah sí? ¿Y qué harás?—Alce una ceja y me acerqué más a él—si eso es posible—de una manera desafiante—. No te tengo miedo.

—¿Te crees muy valiente?—Se acercó un poco más a mí con rostro más furioso que el de antes—esta vez si me asusté, porque la cara que puso no era nada bonita—. Ya estábamos tan cerca que podía sentir su respiración en mi rostro.

Bajo la mirada  y suavizó un poco sus facciones. Me escaneo el rostro, se fue desde mi cabello, hasta mis ojos, luego mi nariz, y por último mis labios.

—Joder, yo...

No pudo continuar ya que la puerta se abrió de golpe.

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Hola hola, es un capítulo corto, pero peor es nada ¿no creen? Saludos
Tori, xo.

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