CAPÍTULO 7

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Han sido unas semanas muy raras. Necesita desconectar. Y sobre todo, hay un pensamiento que no se le va de la cabeza, y no puede callarse. Tiene que contárselo a alguien, está nerviosa y tiene muy claro lo que siente. Pero, ¿cómo ha pasado?
Lo que tiene que hacer es pedirle consejo a alguien que entienda de estas cosas... y solo hay alguien que sabe que la va a entender.
Temblorosa, busca su número en los contactos que tiene guardados en el móvil. Le da a la tecla de llamar.
Al cuarto toque suena la voz de su amiga.
-¿Victoria? Vaya, no te esperaba. ¿Cómo estás?
-No lo sé, Sofia. -Le confiesa ella en voz baja, sabiendo que Marc está cerca. Obviamente, no quiere que él se entere de la conversación que están manteniendo.
-¿Y eso? Cuéntame, ¿qué ha pasado? -Su voz hace ver que está preocupada por ella. Eso la alegra un poco, aunque sigue sin tener muy claros sus sentimientos.
Pero ahora no puede decirle nada. Se puede enterar su padre, Alicia, o en el peor de los casos, el mismo Marc.
-Ahora no es buen momento para contártelo, la verdad. Pero podríamos vernos luego. Tengo mucho que decirte. -Puede que lo que acaba de decir se quede hasta corto.
-Oh. Bueno, te propongo un plan... mis padres están de viaje, si quieres puedes venirte ahora a mi casa, duermes aquí y nos vamos mañana al instituto juntas. ¿Te parece bien?
Es muy tentador. La chica se lo piensa. Sabe que Sofia no vive muy lejos, a apenas diez minutos de su casa. Así que no cree que haya inconvenientes.
-Vale. Nos vemos en un rato en tu puerta.
-Prefecto, te espero. Nos vemos, Victoria, y no te pongas nerviosa con lo que sea.
-Se intentará. Gracias...
Ella cuelga, y arrastrando los pies por el pasillo, se dirige a su cuarto, y en la misma mochila del instituto guarda un pijama y lo que necesita para pasar la noche fuera, que tampoco es que sea gran cosa.
Sabe que su padre dejará que se vaya. No es de los que se imponen en estos temas, y teniendo en cuenta que últimamente se pasa más tiempo en la calle con Alicia que en casa con su hija y Marc, no le va a importar que pase la noche en la casa de Sofia.
Así que, cuando termina de preparar lo necesario, va al salón, dejando antes la mochila en la puerta de su cuarto, y le dice a su padre:
-Oye, papá...
-¿Sí, hija?
-¿Me dejas que vaya a la casa de una amiga a pasar la noche? Se llama Sofia, vive a dos manzanas de aquí. -Busca en el móvil la dirección y se la enseña a su padre, para que se quede más tranquilo.
Él no se lo piensa mucho antes de contestar:
-Está bien, puedes ir. Pero mañana, cuando terminen las clases, vuelve a casa con Marc. ¿De acuerdo?
Ella asiente, sonriendo levemente, y le da las gracias obsequiándole con un beso en la frente.
Está a punto de irse, pero se para en la puerta. ¿No sería conveniente avisar a su hermanastro, o tal vez ya hermano, de que se va? Por si necesita ayuda con la herida, claro...
La chica se sonroja al pensar esto, pero llama a la puerta de su cuarto y asoma la cabeza.
-¿Se puede, Marc?
Él se sobresalta al oírla. No está acostumbrado a que la gente entre su cuarto, últimamente ni siquiera a que llamen a la puerta. Pero con ella tiene que acabar todo eso, así que le murmura que pase, y al verla, la invita a sentarse en el pequeño sofá de su cuarto. Ella niega con la cabeza.
-No, gracias. Solo venía a decirte que voy a pasar la noche en la casa de Sofia. Por si necesitas algo, ya sabes dónde estoy. Y tienes el móvil. -Añade, nerviosa. Aunque, ¿qué iba a necesitar?
Él asiente y le dice:
-No te preocupes, pásatelo bien, y dale recuerdos a Sofia.
Le sonríe, y su sonrisa ya no es tan forzada como antes.
Un rato después, se encuentra subiendo la escalera del edificio donde vive Sofia. Al llegar a su puerta, llama al timbre, y ve a su amiga, que le da un abrazo y un beso en la mejilla, intentando tranquilizarla. Sabe que algo no va bien, y quiere ayudarla.
Está a punto de preguntarle qué le pasa, cuando vuelven a llamar al timbre.
Se miran las dos y se encogen de hombros. ¿Quién podrá ser?
Al abrir la puerta, se encuentran con un chico que debe ser poco mayores que ellas. Y decirle guapo se queda corto. Es de piel pálida, ojos verdes, y pelo moreno. Y sobre todo, su sonrisa, capaz de hipnotizar a cualquiera.
Y en efecto, parece que ha conseguido hipnotizar a Sofia, que le dice:
-Ho... ¡hola! Soy Sofia, ¿puedo ayudarte?
-No, gracias, es que me acabo de mudar. -Hasta su voz es preciosa. -Venía a presentarme a los vecinos. Soy Alex.
Definitivamente, piensa Sofia, los milagros existen.
Cuando Alex se va, Victoria coge de la mano a Sofia con fuerza, la sienta en el sofá, a su lado, y decide contárselo todo.
Le cuenta con pelos y señales su fría relación con su hermanastro este último mes, cómo lo pasó cuando le derramó la coca cola, lo que se asustó cuando Allan empezó a pegarle,
y cómo sintió mariposas revoloteando en su estómago cuando le curó la herida.
Sofia escucha con mucha atención, y se sorprende. Pero parece que su amiga está contando la verdad.
-Quieres decir...
-Sí, exactamente. Estoy enamorada de mi hermanastro.

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