Me levanté al son de los gritos de Víctor y de los manotazos que me endiñaba en el estómago. A trompicones fui al baño y al serenarme me di cuenta de que los gritos eran mayoritariamente insultos. Me metí en la ducha y dejé correr el agua mientras me empapaba rápidamente. El agua fría se despedía de mi por el desagüe acompañada de regueros de sangre que se iban por el mismo lugar. Me recogí el pelo, aún mojado, con una coleta y desnudo me miré en el espejo de cuerpo entero que hay en la habitación de mis padres. Estaba repleto de moratones, arañazos y mordiscos, pero la sangre no era mía, no había ninguna herida abierta.
-Ayudame a llevar las sábanas al patio.-Dijo Víctor furioso.
-¿Para que?-Pregunté desconcertado y poniéndome unos calzoncillos.
-Joder, para quemarlas.-Dijo lanzándome una mirada furtiva. Después de una carcajada casi histérica le contesté con la pregunta más cruel que podía hacerle a mi hermanito pequeño en ese momento.
-¿Que se siente al ver que he estrenado tus sábanas antes que tú?
Me ladró un insulto que no entendí y le llamé cachorrito en noruego. Porque así lo veía yo, cómo un cachorro inexperto. Eso no quitaba que lo quisiese incondicionalmente.
Después de meterlas en la lavadora me contó lo que hice ayer con una de mis groupies. Fue un descuido ya que ni harto de calimocho me liaría con una groupie. No me gusta la relación "famoso-fan", más que nada es por que yo no soy famoso y las groupies suelen ser muy desagradables, con sus obsesiones insanas y sus cotilleos.
A la chica la conocía de antes, solía avasallarme a comentarios en mi sección de la página de la radio en la que trabajaba, llevaba un blog y se me ocurrió pasarme a mirar si había escrito algo sobre anoche.
Y vaya si escribió. Habían unas siete fotos mías todo lleno de sangre y durmiendo desnudo y despatarrado en la cama de Víctor. Ahí concretaba el tamaño de mi miembro y afirmaba que soy rubio entero. Que era un dios nórdico y varias chorradas peloteras más. También decía que ella estaba con el periodo y que 'sin querer' le había arañado la espalda y le había abierto una herida poco profunda. Eso contestó el porqué al hedor a matanza en un barco pesquero de mi cuerpo antes de la ducha.
Llamaron a la puerta y Víctor abrió. Desde la primera planta pude oír cómo tartamudeaba después de abrir la puerta. Sólo podía ser una persona. Ella. Desde siempre había ido detrás de la vecinita de la casa de al lado, aunque nunca se atrevió a decirle nada al respecto, salía con otras chicas en vez de declararse a ella por miedo a su rechazo. Ya la olvidó pero siempre va a quedar ese matiz de admiración hacia ella, hacia la persona a la que admiraba en secreto.
-¡Günnar! Baja, te reclaman.
Bajé y me encontré con una sonrisa de color melocotón y unos ojos que rozaban el café perfecto de las mañanas. Bueno, uno, el otro se veía más bien cómo una mezcla heterogénea entre el café del ojo derecho y un trozo de chocolate con leche. Es una mutación genética llamada heterocromía, ella tenía un ojo como partido con dos tonos de marrón, y Víctor tenía un mechón de color blanco en el flequillo, que se teñía de su color natural por vergüenza, aunque yo siempre lo vi bonito. Dos ejemplos diferentes de heterocromía. Una vez conocí a un chico con un ojo verde y el otro azul. Yo nada, yo rubio con los ojos grises, bueno, depende de la luz son azul claro. No tengo nada que me haga especial físicamente.
-Una chica me ha dado esto para ti. En concreto para "El gilipollas gay nazi".-Dijo imitando el tono de voz de esa persona.
-Hmmm esa es mi dulce, dulce exnovia.-Dije con la voz enronquecida.
Abrí la caja y ahí habían todas las camisetas que le presté mías y las que le compré.
-Le llama nazi por lo de ser ario y tal.-Aclaró Víctor.
-¿Y para qué quiero yo las camisetas de tía que le compré?-Dije arqueando una ceja.-Oh, espera...
-Ay madre...-Dijo ella con cara de susto.
-Inis, como tú eres más heavy que una lluvia de hachas, más glammer que el espejo de Lexxi, y más celta de una gaita, te regalo todas las camisetas.
-¿Porque?-Preguntó confusa.
-Por que aunque vistas a la mona de seda en mona se queda y prefiero vestir de seda a una princesa. Bueno, más bien de 100% algodón más el adorno de poliéster.
-Y porque no hay otra chica que tenga su talla que conozcas y tengas aprecio.-Añadió Víctor.
-Pero lo mío había quedado más bonito.-Dije endiñándole una colleja, que pareció más una caricia que no un golpe.
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I close my eyes.
Romanceesta historia es perfecta tal y como está, no la voy a terminar, sólo dejaré el final abierto para una segunda parte en plan spin-off, como hago con todas mis historias.