La gran arena ubicada en lo más alto del templo de Scilya, se encontraba completamente ocupada por los aldeanos y extranjeros que habían llegado desde tierras lejanas para presenciar el gran evento llevado a cabo.
No había en todo el pueblo de Andrago persona alguna que no esperara con ansias este día. Solo hoy, durante el sexto mes del calendario humano, actualmente el año 750 después del inicio de la Era Primordial, se celebraba el evento más esperado del año.
También llamado "El Festival de la Llama Eterna" un día de celebraciones para agradecer al Señor del Fuego, Vestalf por sus bendiciones sobre el pueblo. Sin embargo, no era solo una festividad ordinaria en la que solo se disfrutara de las fiestas, la comida y la bebida.
Había algo más detrás de este importante evento...
De pie frente al pedestal donde descansaba una hermosa espada plateada con decoraciones en dorado, un hombre de apariencia anciana se dirigía con una voz fuerte hacia la audiencia en las gradas de la arena.
Lo único que destacaba de este hombre era su gran barba que cubría gran parte de su rostro asemejándose a un hombre sabio.
- ¡Bienvenidos todos! ¡Gente de Andrago, visitantes de todo el continente de Terraria!... ¡La gran final del Festival de la Llama Eterna dará comienzo!
Tras las palabras del anciano, el público en la arena se mostraba extasiado. Después de que presenciaran las rondas anteriores hasta llegar al combate final, era bastante obvio que la final les dejaría profundamente satisfechos.
La gran sonrisa de satisfacción del anciano demostraba su más profunda alegría por haber logrado que el público disfrutara este día. Levantando su mano en alto para silenciar al público, continuó con su corta presentación.
- Mi nombre es Urdo, líder del Consejo de Ancianos de Andrago. Hemos presenciado de primera mano la fuerza de los valientes guerreros que hoy lucharon en esta arena. Aunque algunos perecieron en su búsqueda de fama, otros se alzaron con la victoria... Que continúe el ultimo combate que determinara al ganador del torneo y el cual se le otorgara el derecho de obtener el poder del Señor del Fuego.
Con pasos calmados el anciano Urdo regresó a su asiento.
Un hombre envuelto en una gran túnica blanca y una máscara dorada que cubría su rostro, subió al centro de la arena circular. En sus manos cargaba un cáliz que contenía en su interior una intensa llama.
El cáliz se usaba para demostrar la presencia del Señor del Fuego quien era testigo de todos los encuentros llevados durante el Festival.
A continuación, el hombre colocó el cáliz en una de las columnas en unos de los extremos de la arena.
- Con la llama eterna de nuestro señor Vestalf como testigo de este último encuentro, presentaré a los últimos combatientes. ¡Procedente de nuestro gran reino de Lance, de la ciudad costera de Avante llega un misterioso espadachín que a lo largo de las rondas demostró gran destreza con la espada!... ¡Démosle una gran ovación al misterioso Valí Lastonbell!
Del extremo oeste de la arena apareció un joven cubierto de pies a cabeza con una oscura capa con capucha. Aun así, podía notarse como escapaban por debajo de la capucha algunos mechones de su cabello plateado, aunque corto era bastante desaliñado. Su armadura ligera de cuero y ropas sencillas lo hacían lucir un guerrero que apostaba por la libertad de movimiento.
La mayoría del público se preguntaba acerca de aquel joven.
¿A qué Señor sirve aquel joven? ¿Pertenece a alguna Guardia de Caballeros? ¿Es alguna clase de mercenario? Todo era un misterio alrededor de Valí Lastonbell. Un enigmático joven que había despertado un profundo interés en la gente, sin mencionar haber robado suspiros de las jóvenes doncellas del público. Su habilidad para ganar los combates sin matar a su oponente fue lo que despertó los sentimientos de las mujeres.
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El Guardián del Señor del Fuego.
DobrodružnéAmbientada en un mundo de fantasía medieval. La historia del Guardián del Señor del Fuego es protagonizada por Valí Lastonbell, el ultimo sobreviviente de un legendario grupo de mercenarios conocidos como la Unidad Brigantya. Por otro lado, se encue...