1. La princesa y la extranjera

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Frozen y demás personajes pertenecen a Disney. Esta es una obra de ficción y no es una historia apta para niños.

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Un corazón helado
por Berelince
1 la princesa y la extranjera

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Elsa recorría esa noche los terrenos del castillo con premura. Su intranquilidad iba en aumento mientras más se adentraba en los fastuosos jardines palaciales. Avanzó por las veredas de esos paisajes fabricados de la mejor forma que se lo permitía su atuendo congelado. Las telas se agitaban a su espalda por la prisa que llevaba. La joven reina aferraba entre las manos un maltratado tomo de cuero como si se tratase éste de una reliquia invaluable.

Elsa se detuvo al llegar a una zona completamente sepultada bajo hielo. La había intervenido ella misma meses antes en un arranque de locura; pero a esas alturas ya no tenía la certeza de haber actuado de manera espontánea.

La brillante y elegante figura de la alterada monarca contrastaba con la serenidad de ese congelado espacio privado. Árboles y floresta se entremezclaban, enmarcando las fuentes congeladas con estatuas azuladas que refulgían bajo la luz de la luna llena. Los carámbanos que pendían de las ramas que la cobijaban, tintinearon suavemente como campanillas invernales.
El copo de nieve que había adoptado como firma y patrón principal en todo lo que diseñaba se mantenía presente en el piso y las paredes, las cuales encapsulaban todo en una especie de mausoleo inclemente.

El paisaje que se pintaba era mágico y melancólico. Como los descritos en los cantares que tanto le gustaban a la monarca y que la habían acompañado en todos aquellos años de solitaria reclusión. En ellos había pensado cuando lo materializó todo con sus manos. Un refugio que se había dado el placer de construir para preservarlo todo.

Elsa se detuvo casi sin aire cuando finalmente se encontró ante el sauce.

El corazón le latía con fuerza y se le oprimía en el pecho. La muchacha de noble cuna se acariciaba las manos desnudas en visible preocupación, una que ni su reino recuperado ni el bienestar de su hermana habían logrado amortiguar. No creía ser capaz de tolerar un atisbo de esperanza, si es que le era arrebatado cuando ya se había resignado.

Una suave brisa onduló la capa de su vestido, los mechones rubios platinados que se arremolinaban en el trenzado gélido de su cabello se mecieron como si se trataran de delicadas llamas crepitantes. Pequeños copos de nieve flotaban en el aire, cautelosos.

Expectantes como ella.

Pese a la oscuridad, mantuvo fija una mirada estudiosa en el tronco escarchado. Buscaba intensamente, como dudando de lo que hacía, pero al mismo tiempo necesitara creer que todo aquello había ocurrido por algo.

Contuvo el aliento una vez que pudo notar la marca que había sido tallada en la madera.

Elsa la recorrió con dedos temblorosos.

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Para Elsa Arnadarl, todo había comenzado a una edad temprana. Desde que tuvo capacidad de razonar, sus pensamientos y emociones se tradujeron en hielo. A veces en nieve, en ventiscas, o en aire helado. Sentirse alegre o alterada significaba la enorme diferencia entre un día tranquilo y uno con un accidente congelado. Sus padres, los soberanos del norteño país marítimo de Arendelle, no sabían muy bien qué hacer. Eran conscientes que no había pasado nada anormal durante el embarazo de la reina, ni habían sido víctimas de un embrujo; pero para su desconcierto, su niñita simplemente nació siendo así, pálida como la leche, con una matita de cabello platinado y la peculiar habilidad de hacer magia congelante con sus manos.

Frozen Fanfic | Un Corazón Helado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora