-James, ¿por qué?
-Confía en mi.
-Pero...
-Sh... solo besame.
-¡Mia!
-Brandon...-¡Mia!
Abrí los ojos lentamente y me di cuenta del sueño que había presenciado, pero ¿lo podría calificar como un sueño o como una pesadilla?
Sinceramente eso no era lo importante en esta ocasión, si no la mujer que me miraba con cara de enfado.-¿Mamá?
-Sí Mia, soy tu madre, o que ocurre, ¿las pastillas no te hacen recordar quien soy? ¿O qué pensabas, que no me enteraría?
-Yo...
-Hija, solo quiero saber porque no me contaste que tuviste un accidente. -parecía que en cualquier momento rompería a llorar. Y me di cuenta del gran error que había cometido al no haberle dicho nada.
-No quería preocuparte... ya tenías suficiente con la mudanza, la casa, papá...
-Hija, lo primero y más importante siempre serás tú.Me dio un beso en la frente y se quedó mirando cicatriz, que ya empezaba a desaparecer.
-Menos mal que tu amigo te vio, le debemos una muy grande.
-¿Has hablado con Brandon? -mi desconcierto de haberme despertado de esa manera se fue desvaneciendo cuando empecé a encajar piezas y entender que mi madre había hablado con Brandon.-Sí cariño, las pastillas te bajaron la tensión y caíste al suelo rendida. Cuando llegue del trabajo vi a tu amigo dormido en el suelo, apoyado en el sofá y a ti tumbada en el mueble. Lo desperté y se disculpó unas cien veces y me lo explicó todo.
Daba la sensación de que el enfado de mi madre había desaparecido y que algo le rondaba la cabeza.
-No me acuerdo de nada. -dije
-Normal.-Hizo una breve pausa como para prepararse lo que iba a decir.- A propósito- lo veía venir, Marina siempre había sido muy transparente y algo le ocurría.- tu padre me llamó ayer, le han concedido una parte de la custodia...
-¡¿Qué?! -fue lo único que pude decir. No era posible, simplemente no podía ser cierto. Debo de seguir en un sueño pensé.-Cariño... tiene derecho a pasar contigo 5 días al mes.
-Ese señor no es mi padre y me niego a pasar tiempo con él. ¡Mamá! No puedo, no quiero...Acto seguido me encontraba con la cara inundada en lágrimas. Era irónico porque siempre me había considerado una persona fuerte, pero la situación me sobrepasaba.
-Mi niña no llores, encontraremos una solución. Mientras tanto ve a lavarte la cara que ya es tarde.
Mi madre era abogada y estaba segura de que algo podría hacer, no por el simple hecho de que fuese abogada si no porque siempre había sido la mejor y la más solicitada de la ciudad. Y no es porque sea mi madre pero siempre he pensado igual. Tenía la suerte de tener la mejor madre del mundo.
Tenía un presentimiento, el día no iba a ser precisamente el mejor de mi vida. Fui a ducharme. Hoy me puse algo más cómodo. Unos jeans, un jersey y mis adoradas converse. Me recogí el pelo en una trenza y me planche mi flequillo largo que caía desfilado por los lados de mi rostro.
Terminé de prepararme y fui a desayunar. Mi madre y yo seguíamos sin haber hecho la compra. Desde que llegamos a Londres no hemos tenido tiempo de nada, así que salí a desayunar a una cafetería que estaba a dos o tres calles más que mi casa.
Fui hasta allí con mi bicicleta y frené con brusquedad. En mitad de la calle se encontraba una caja de cartón con una especie de algodón blanco dentro. Hubiese jurado que era una mota de algodón si no se hubiese movido y hubiese llorado, como normalmente llora un perro.
Abrí la caja lentamente y vi un perrito acurrucado en la esquina de la caja. Sólo tendría pocos meses de haber nacido. Me quede pensativa, ¡no podía dejarlo allí abandonado! Estaba claro lo que iba a hacer. Cogi con fuerza la caja con una mano ayudándome de mi cuerpo y con la otra conducía mi bicicleta. Mi madre me vio a lo lejos pues estaba regando las flores.
-No podía dejarlo allí...
-Es justo lo que necesitamos en nuestras vidas. No te preocupes, hoy tengo el día libre, me ocuparé de él. Y tu vete rápido, o llegarás tarde.Ya era la hora de irme. Consulté una vez más Google maps para aseguramente de que me sabía la ruta. Cogí mi bicicleta y salí de mi casa. Tenía miedo por si me volvía a desmayar pero me lo tomé con calma y deshice ese pensamiento. A la media hora llegue al instituto. Cinco minutos tarde pero llegué.
Ya iba a entrar por la puerta cuando por un acto instintivo me di media vuelta. Y no podía creer lo que mis ojos veían. Esos dos...
-¡Para! ¡Suéltalo!- aquellas palabras eran las únicas que pude pronunciar ante aquello.

ESTÁS LEYENDO
El diario de Mia
Teen Fiction10 de septiembre. ¿Qué harías si volvieses a empezar tu vida en otro país? ¿Qué pasaría si allí estuviese la peor de tus pesadillas alias; Elisabeth ? ¿Y si desmantelaras todos los dramas familiares?¿Qué pasaría si estuvieras al borde de la muerte...