Capitulo 2

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Es jueves y como de costumbre llego una hora antes de mi clase. Estoy en el sexto piso sentada junto al gran ventanal que hay, miro con atención a todas las pequeñas hormigas que caminan por el patio central de la universidad, caminan cada una con un motivo que para mí es totalmente desconocidos. Hace más de un mes que no veo al profesor Tom, justo los días que imparte la cátedra de introducción es el día que no tengo clases así que se me ha hecho imposible volverlo a ver, Tom ha desaparecido de mi vida. Sigo mirando a las hormiguitas desde las alturas para ver si él aparece, pero no lo hace. Me gustan los poemas de amores imposibles y creo que por eso lo espero, porque sé que no vendrá, porque sé que ser parte de su vida es tan imposible como pararme de puntas y sacar una estrella del cielo. Yo lo amo pero él no lo sabe... no sabe que lo espero como una fiel fanática, espero y espero mirando hacia la lejanía para verlo a él, pero no aparece. Es extraño esperar a alguien a quien sé que no veré llegar, me siento como una viuda de guerra que espera que su soldado muerto regrese a casa, una mujer que se sienta a mirar el horizonte hasta el atardecer esperando por alguien que jamás llegará.


-¿Qué miras? – Dice Antonella distrayéndome.

-Miro a las personas, – Me levanto y tomo mi mochila. – parecen hormigas desde aquí.

-mmm... – Antonella entrecierra los ojos. – ¿A que hormiga andas buscando?

-Busco a un gusarapo maldito que no he podido ver hace un mes. – Comienzo a caminar junto a Antonella quien ríe con ganas.

-¿Gusarapo? – Pregunta Antonella entre risas. – ¿Esa palabra existe?

-Aun que no lo creas, Sí, es un sinónimo de sabandija. – Llego al aula en donde me espera una entretenida clase.

-Gusarapa Leonora ¿A qué hora sales hoy? – Me pregunta Antonella.

-Saldré a las siente, el profesor va a hacer una hora para recuperar la clase de la semana pasada.

-Bien, entonces nos vamos juntas, salgo a las seis y media, así que te vendré a buscar.

-Ok Ok. – Le digo a mi compañera de apartamento y entro a la sala.

Estoy en una interesante clase sobre la importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo, el profesor nos está hablando sobre un caso de Melanie Klein, ella fue una psicoanalista austriaca quien fue una de las pioneras en el análisis infantil, su forma de abordar los casos y las interpretaciones que le daba a lo que ocurría con los niños a mi parecer era un poco, -por no decir bastante-, chocante y fuerte, pero lo importante es que lo que ella hacia obtenía resultados, aun que me desagrade leer algunas cosas de las que escribe, creo que Melanie Klein era una mujer genial.

La clase se me ha hecho muy corta, me alegra saber que fue la última, me fue muy bien y lo bueno es que  no tendré que dar examen,  porque por mis notas ya aprobé la asignatura. Estoy feliz, este es la clase que me deja tomar introducción al psicoanálisis, espero poder estar en la clase de Tom, me sonrojo al pensar en estar un año completo con él. Salgo de la sala para ver a Antonella sentada en el suelo leyendo, camino y la pateo con suavidad, ella levanta la cabeza y me sonríe. Como una ágil gimnasta de 100 años con los huesos deteriorados, Antonella se levanta del suelo, debo darle mi mano para que se pueda parar con dignidad.

-¿A dónde vas? – Me pregunta Antonella.

-Vamos a bajar por las escaleras.

-Estás loca, mi tobillo aun me duele, si bajo los 6 pisos de este edificio gigante llegare con mi tobillito hecho polvo.

-Está bien señora Dolores, yo bajare por la escalera y tu por ascensor.

-No. – Dice Antonella con firmeza. – Tú vendrás conmigo, después de lo que me paso ya no quiero volver a entrar sola a un ascensor.

Comienzo a caminar junto a Antonella en dirección al ascensor más cercano, había olvidado su espeluznante historia del ascensor, hace unas semanas atrás se subió en uno de los ascensores y cuando entro había un joven, cuando la puerta se cerró él desconocido se le acerco y le tomo un mechón de su cabello para olerlo, después de hacerlo se bajo del ascensor.


El ascensor esta a un piso de nosotras, esperamos en silencio, hasta que al fin se abren las puertas del ascensor. Siento que me da un mini infarto cardíaco cuando veo al profesor Hiddleston dentro de la caja de acero, con rapidez entro al ascensor, al girarme para darle la espalda al profesor, veo que más personas se suben en el ascensor, eso hace que yo quede peligrosamente de espalda cerca de él; Miro a Antonella quien me sonríe con maldad, sin aviso me empuja asiéndome quedar completamente pegada al cuerpo del profesor Tom, << ¡¡OH POR DIOS, MALDITA PERRA!! >>, maldigo en mi interior, con agilidad me trato de separar del profesor pero no puedo, el ascensor está lleno. Giro mi cabeza para decirle al profesor Tom que lo siento, él me sonríe con suavidad, ¡Ay virgen santísima!, creo que me voy a derretir cuando escucho su voz decirme a centímetros de mi oído que no me preocupe. Al fin llegamos al primer piso. Sin mirar atrás, me bajo y dejo al señor Thomas Hiddleston dentro de la caja de acero.



-¿Cómo se te ocurre hacer eso Antonella? – Digo exasperada.

-No te hagas la ofendida, dime que no te gusto. – Levanta una de sus cejas mientras sonríe.

-Claro que no me gusto, fue incomodo tener mi retaguardia pegada a su... – Me quedo callada unos segundo y siento como mi cara comienza a arder. – pegada a su cuerpo.

-Sé que en lo más profundo de tu ser me lo agradeces. – Antonella me guiña un ojo y comienza a caminar.



Me quedo de pie mirándola, es verdad lo que dijo, en lo más profundo le agradezco lo que hizo, esa va a ser la única vez que podre estar tan cerca de Tom, él ya tiene a alguien, nunca podre ser parte de su vida, y para que estoy con cosas, aun que  él no estuviera casado y estuviera soltero tampoco se fijaría en mi. Estoy loca, como puedo sentir amor hacia alguien que no conozco, solo lo estoy idealizando, debo dejar de pensar en él, aun que me duela. Yo y mi patético ser interior comenzamos a caminar con paso triste.

Llego al fin junto a Antonella a nuestro pobre apartamento, nos preparamos algo para comer, al terminar nuestra súper cena de fideos con vienesas, me doy una larga ducha con agua tibia y luego me voy a la cama. Me prometo a mi misma dejar de pensar en Tom. Luego de un rato fallando en mi promesa al pensar en lo que paso en el ascensor me quedo profundamente dormida.







Escondiéndome de su mirada (Tom Hiddleston Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora