Ha llegado el momento de abrir los ojos y contemplar la maravillosa obra de arte que es la vida. Llegué a ese punto de mi vida en el que la realidad supera con creces a la imaginación y la fantasía. Ese punto en el que te das cuenta de lo tormentoso y aterrador que la vida real en verdad es, pero es el punto en el que te levantas de la postración enferma en la que has vivido y decides hacer, por primera vez en tu vida, algo para ti.
Levántate, toma una ducha, esclarece tus ideas, empápate de energía y vitalidad y vístete con el atuendo de la seguridad en uno mismo. Lo que te hace falta no es una persona que te diga que te ama, de lo que careces no es de las caricias, los abrazos y los besos que sabes que él o ella puede darte. No, lo que te hace falta es un golpe por la espalda de aquel ventarrón que te hace darte cuenta que está vivo/a, una ataque con ese puñal que es la cruda verdad y una bofetada con palabras duras, pero que te harán entrar en razón. Siéntete libre de hacer tu vida, date el lujo de hacer lo que quieras, pues sabes que no tienes nada que perder. ¡Vive por primera vez en tu vida, por Dios! Alimentarse del pasado no te ayuda más que a vivir por siempre en él.
Levanta la mirada y con pasos firmes y precisos desfila por la pasarela de la vida. No tengas miedo a sentirte único y especial; no debes sentir miedo, pues es verdad.
Mira al cielo, inhala aire fresco y con la mente limpia y un historial empezando de cero, grítale al mundo "¡Vida, por fin he vuelto!"