Capítulo 2 - Folvrannir y la Diosa Hestia.

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El ser humano, al someterse a situaciones que van más allá de sus capacidades físicas, busca obtener la fuerza necesaria en sus más allegados ideales. Sentimientos que van más allá de la razón, siendo así la base de los cimientos para lograr sus objetivos.

El primero de ellos, el más noble de todos es la "Justicia" Un sentimiento arraigado a quienes pertenecen a la caballería. Un corazón noble para escuchar al pueblo en su momento de necesidad y una fuerza necesaria para proteger. Sin estos dos aspectos, un caballero no es un caballero, solo es un hombre más que abusa de su título.

Inya Velandine, con estos principios en mente volvía a levantarse de entre los escombros para empuñar sus armas una vez más. No le importaban las heridas que sangraban, tampoco los huesos que muy posiblemente habían sido destrozados tras el poderoso impacto.

Aun si el cansancio y la fatiga le aquejaban, o la descomunal fuerza de su oponente la agobiaba, reunía todo de sí para sobreponerse una vez más.

En cambio, un joven como Valí Lastonbell era muy posiblemente motivado por otro sentimiento, uno más obscuro que ennegrecía poco a poco su corazón. Ese era...

"La venganza"

¿Qué es lo que alimentaba a Valí Lastonbell para recurrir a la venganza? Parecía ser todo un misterio.

Es cierto... Soy un Vengador, nacido del odio de mis compañeros hacia aquel que los asesinó. - Pensó Valí, mientras sentía una fuerte opresión en su corazón.

Sin embargo, el Joven Espadachín sabía de primera mano la fuerza de su enemigo común y en su estado actual no era suficiente para cumplir su deseo.

Motivados por distintos ideales Valí e Inya lo darían todo para ganar. Inclusive si eso suponía poner sus vidas en riesgo o abandonar su humanidad en el proceso.



Una amplia mesa de ébano, en la que cabrían fácilmente 6 personas fue colocada frente al pedestal donde yacía una hermosa espada. Solo las personas más influyentes de Andrago podían ocupar un lugar en tan importante sitio.

El anciano Urdo, como ocupante principal de la mesa lucía sumamente nervioso.

Haciendo señas con su mano derecha a uno de los guardias que lo escoltaban, le indicó que se acercara.

El hombre en armadura en color cobre, se inclinó a la altura del oído del anciano Urdo con la intención de escuchar sus indicaciones.

- Escúchame bien... Aseguren todas las salidas disponibles, no permitan por ningún motivo que ese hombre abandone el lugar.

Asintiendo con un movimiento de cabeza el guardia se retiró.

Con que un sobreviviente de esa basura de Mercenarios de Brigantya. Maldición... Si ese hombre revela la verdad sobre aquel incidente... esperen, aún no es demasiado tarde, es imposible que conozca cómo desactivar el sello. El procedimiento solo lo conoce ese hombre y el actual líder del concejo que soy yo... No permitiré que dé un paso fuera del templo.

El anciano Urdo ocultaba un sombrío secreto que podría poner en graves problemas a los miembros del actual concejo de ancianos, por este motivo había tomado precauciones.



La arena lucia repleta de espectadores que gritaban con admiración el nombre de la princesa de Lawrence que se levantaba por su propio pie de cuenta nueva.

El Guardián del Señor del Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora