es difícil re-encontrarse con el pasado.
podes recordar e incluso extrañar los momentos alguna vez vividos,
llenos de situaciones que dejaron marcas
y la culpa por esa oportunidad jamás tomada.
pero es doblemente difícil verlo frente a tus ojos:
todo lo que podría haber sido.
paseando por las calles que alguna vez significaron mucho para uno
o en simples fotografías mentales que todavía siguen en tu cabeza.
hace un par de días, ese recuerdo estaba parado frente a la puerta de mi casa.
con una excusa estúpida para vernos y la propuesta de un paseo.
es raro (y satisfactorio) decir que no sentí nada.
porque mi pasado era esa persona pero,
por primera vez en mi vida,
me tomo en cuenta.
soy mi propio presente.
algo que tenemos en común,
es que cambiamos físicamente.
el presente esta en un proceso de modificaciones internas,
la madurez.
y pasado...
pasado sigue siendo lo mismo de antes.
no cambió en lo absoluto.
no me molesta, ya no me preocupa cambiarlo.
él es como es,
yo soy como soy.
tenemos una hora exacta,
no hablemos de lo vivido, por favor.
y esta noche, mientras caminamos por la ciudad desierta,
me doy cuenta de que eramos unos malditos desconocidos.
¿cual es tu color favorito?
¿por qué estamos acá reunidos, después de tantos meses?
¿alguna vez pensaste en mi? porque yo de vos no me olvido.
me mencionaste cosas del ayer,
cosas de las que no era consciente hasta el día de hoy.
y me encantaría saber lo que pasa por tu cabeza.
¿por que querías verme?
¿no deberíamos dejar el pasado tranquilo?
o será que,
¿el pasado no me deja tranquila a mi?
si solo supiera que digo algo así,
se reiría.
sonreiría sarcásticamente, como siempre, de lado.
siempre optó por la cara de superado, de superior, de que esta
"todo controlado".
afloja,
¿por qué no puedo serte sincera sin tener miedo
a que te lo tomes a pecho o me juzgues?
y si bien adoro ese carácter y humor con el que congeniamos,
me incomoda.
porque no puedo expresarme como quiero
y no me gusta que me hagan sentir inferior.
pero quizás no lo entiendas, terco.
hay varias cosas en juego,
pero la que decide al final de cuentas soy yo.
y decido quedarme a escucharlo, asentir con la cabeza
y disfrutar lo poco que queda lejos de la vida misma, la gente y mi puta rutina.
es como si todo, por un momento, quedase atrás.
como dice él, con ese timbre de voz ya olvidado,
"relax".
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Un boleto a Francia, por favor.
Non-FictionRecopilación de escritos que son demasiado cursis y personales como para leerlos en mi clase de Literatura.