Capítulo Único.

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La Solución.

Las presiones de la vida moderna, las demandas de la sociedad, el paso acelerado de la existencia, la falta de orientación religiosa, las familias en desintegración... Son todos los factores que no deben descartarse al observar al mundo de la drogadicción. Casi siempre hay razones y excusas para el drogadicto y muchas de esas excusas son legítimas.

¿Qué hacer? ¿Hay una escapatoria a este infierno de drogas? ¿Puedo librarme de este monstruo en forma definitiva? Yo sé que puedo mantenerme libre de esto algunos días, quizá semanas, pero después caigo otra vez en lo mismo. Dirijamos nuestra atención a un caso de gente que habían estado en esta situación. Eran ciudadanos de la Ciudad de Corinto en los primero años de nuestra era. Un apóstol llamado Pablo le escribió una carta donde les advertía de esta manera:

"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y estos erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios".

(1 Corintios. 6:9-11)

Estos Corintios eran una vez adictos (Entre tantas cosas. Cuando Pablo les escribe, ya no lo eran). De alguna manera fue posible para ellos dejar sus adicciones, abandonar para siempre sus vicios. Jesucristo perdono sus pecados, limpio sus corazones y transformó sus vidas por el poder del Espíritu Santo. Eran y ya no son. Fueron librados por un poder mayor que el de las drogas. Fueron hechos hijos de Dios.

Es posible para cualquier humano llegar a ser hijo de Dios y disfrutar ese poder más fuerte que el de las drogas. Es posible por que Dios lo quiere. La Biblia dice sin rodeos que:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".

(San Juan. 3:16)

Es posible si usted lo quiere. Dice el apóstol que:

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios".

(San Juan. 1:12)

Usted debe creer en Jesucristo, entregarse a Él, declararse impotente e inservible al punto de decir a Jesús: "¿Qué debo hacer para ser salvo?"

Cuando esto ocurre, se produce un cambio total en la persona. El apóstol Pablo decía a sus lectores:

"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios?"

(1 Corintios. 6:19)

¡El cuerpo del que cree es templo del Espíritu Santo! ¡Y su fuerza es mayor que las drogas! Los controles del hogar y la legislación social son medios útiles contra las luchas de las drogas pero jamás frenaran esa carrera hacia la destrucción. Hay que ir a la raíz del problema. Es una cuestión religiosa, después de todo. Estamos sufriendo mucho por que se cree que el hombre es mera bestia. -Refinada a través de la evolución, pero bestia al fin y al cabo- El ser humano no es un animal al que se le pueda dar esta pastilla o aquella inyección y solucionar así sus problemas. Es una persona, creada a la imagen de Dios, mismo. Son templos de Dios.

¿Cómo puede usted, imagen de Dios, templo del Espíritu Santo, meterse a ese abismo de las drogas? Esto es lo que decía Pablo a los Corintios. Esto es lo que dice Dios a la gente de hoy. Cuando la Biblia habla del creyente como templo de Dios, se refiere al templo del Antiguo Testamento. Era un templo magnífico. Era el centro de la actividad religiosa. Dios mismo estaba allí. En el Nuevo Testamento Dios no habita en templos hechos de mano; habita en el corazón de los suyos. Esos cuerpos pues deben ser dedicados plena y constantemente a Dios.

La Escritura dice así:

"¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es".

(1 Corintios 3:16-17)

Si el Espíritu está porque Jesucristo, el Gran Médico, lo ha sanado, el veneno de las drogas y sus tristes consecuencias no atraerán su atención.

Si usted es joven aún, hay unas palabras de ternura que Dios quiere decirte:

"Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento".

(Eclesiastés. 12:1)

No se deje arrastrar por el remolino de los vicios. Piense en su creador porque vendrán días difíciles. Usted no quiere pensar en ellos, pero vendrán inevitablemente esos días de achaques, cuando no sentirá ya gozo alguno a menos que tenga a Dios por compañero.

No es tarea fácil para la juventud acordarse de su Creador. Ahora es el momento de tu oportunidad. No la desperdicies. Acuérdate que hay un poder y gozo infinitamente mayor que el de las drogas.

Jesús te dice con brazo extendido:

"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar".

(San Mateo. 11:28)

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"Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas".

(Apocalipsis. 22:6)

Tu adicción tiene solución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora