50. Loco estúpido amor.

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Y mi mandíbula cayó, haciendo tacto con el verde césped. Bueno, no literalmente. Pero casi.

El ojimiel me miraba divertido, como si me hubiese contado el mejor chiste en la historia. Y en sus ojos estaba el brillo de un niño acabado de hacer su primera travesura.

Negué con mi cabeza, y caminé por la carretera. Tenía que salir de ahí.

Caminaba sin mirar atrás. Y demasiado rápido para el cuidado de mis pies.

Cuando me di cuenta, cierto chico de cabello negro y tez morena me seguía.


-¿Puedes dejar de seguirme? -pregunté irritada.

-Bonnie, ni siquiera sabes dónde está la ciudad. -respondió sonriendo.


Quise besar esa sonrisa.


-Eso no es problema tuyo -vociferé con rudeza- Ahora quiero salir de aquí y no volver a verte de nuevo. ¿Es mucho pedir?


Me volteé y seguí caminando.


-Bonnie.

-¡¿Qué mierda quieres?! -paré en seco y grité.

-Nada, sólo quería decirte que la ciudad es por allá. -señaló al lado contrario de el que yo estaba caminando, con una pequeña sonrisa en sus labios.


Era un idiota.

Un lindo idiota.

Comencé a caminar por el lado recién señalado, por supuesto, Zayn me seguía.


-Sé que no tomé la mejor de las decisiones...

-¿En serio? -interrumpí en un tono sarcástico.

-... Pero no me voy a ir de este hermoso prado hasta que tú me perdones.


Yo paré, él me imitó.


-¿Y quién te da la seguridad de que voy a quedarme aquí contigo. Zayn?

-Bueno -suspiró, mostrando una sonrisa- Porque no sabes por dónde queda exactamente la ciudad, y porque si te vas a pie llegarás allá el próximo mes. No tienes comida, yo sí, no tienes refugio, yo sí, y porque he quedado en que mañana Eleanor y Louis nos pasaran buscando al mediodía.


Yo me quedé en silencio.

Idiota.


-Todo lo que te pido que te quedes hasta mañana en la mañana, sólo un día, ¿Si? -rogó- Te demostraré que en verdad te amo, y que yo podré hacerte feliz como nadie jamás lo hará.


Miré a Zayn, mientras mi ceño se fruncía. Se veía muy arrepentido, y a la vez tan guapo.

Completamente diferente a el chico suicida, y a el mejor amigo de años atrás. Ésta era una nueva, y mejor versión de sí mismo.

Su cabello negro lo suficientemente desordenado como para hacerlo ver tierno, sus enormes cejas remarcadas dándole aire de chico divertido. Y esos ojos llenos de brillo, de un tono marrón, y que, al contacto con el sol, se volvían más brillantes.

Enamorando a Verónica → zaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora