25. Solos en casa

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En multimedia aparece Aarón.

Después de escuchar aquellas palabras, me quedé allí, sin hacer nada. Era increíble como cambiaba todo en tan poco tiempo. Hace algunos años era imposible que yo estuviese en mi casa a solas con un chico, y ahora estoy con uno. Hace unos años odiaba la idea de querer estar con un chico, y ahora quiero. Hace solo unos pocos años, odiaba ser besada y ahora lo deseo. Cómo cambia todo en tan poco tiempo, ¿no creéis?

— No te quedes allí parada, ¿vamos a cenar algo? - Cuando por fin decidí salir de mis pensamientos, Aarón ya se encontraba en la cocina.

Inconscientemente caminé hasta llegar a su dirección y le empecé a observar. Él se encontraba muy entretenido lavando unas patatas. Mis ojos no podían dejar de mirarle. Sus brazos fuertes que se podían observar por encima de la sudadera, su cabello ondulado que tocaba sus orejas, su bello facial que hacía que se viese más masculino. Aunque no querías, era imposible no sentirte atraída por él. Pero no era una atracción sentimental, sino una física. Era una atracción hacia aquella ilusión.

— ¿Piensas quedarte allí observándome o vas a ayudarme? – Sobresalté al escucharle nuevamente. Poco a poco me fui acercando hasta estar en la misma zona que él.

— ¿Qué quieres que haga? – pregunté algo avergonzada. Lo peor que podía pasarme con un chico era que me pillase embobada observándole. Odiaba el hecho de que lo descubriesen. Bueno, la palabra odiar suena muy grande hacia esta situación, pero era una sensación rara.

— Podrías poner la mesa, yo me encargaré de la comida. – Dijo intentando convencerme y luego me dedicó una pequeña sonrisa.

Una de las cosas que más me estaba sorprendiendo hasta ahora, a parte de quedarme sola en casa con él, era que cocinase. Aarón a simple vista parecía un chico serio, deportista y algo rebelde. Al menos eso decía su fisco. Pero, ¿cómo era realmente?

— ¿Enserio no quieres que te ayude con la comida? Es que mi hermano...

— Recuerda que yo no soy tu hermano. – Aarón me interrumpió de repente dejándome con las palabras en mi boca. – Te sorprenderé.

Asentí tímidamente a la vez que mi cabeza no dejaba de hablar por mí. Muy sorprendida, por cierto.

Después de preparar la mesa, subí a mi cuarto para ducharme. Pero antes de hacerlo tenía otros planes: Marcar con un bolígrafo rojo el tercer objetivo que me había dado Melanie del futuro. Cuando lo hice, mi curiosidad hizo que cogiese la siguiente carta que se encontraba en el sobre.

Melanie, sabes que no debes de hacerlo. El tiempo es el que te avisa cuando debes leer una carta.

Intenté convencerme de no hacerlo. Pero ya era demasiado tarde. Mis ojos ya habían leído algunas palabras.

CARTA VI

"¿Sabes una cosa? Muchas veces no puedes soportar estar con una persona porque crees que ella no era para ti. Pero, el tiempo hace que eso cambie. El tiempo borra esos pensamientos. El tiempo hace que le digas a esa persona que nunca pensabas que iba a ser tan importante para ti, porque sin ella tus pupilas no se dilatarían, tu corazón no aceleraría y tu mente no se escandalizaría [···]"

Aquel pequeño relato me impactó haciendo que mi corazón acelerase un poco, justo como había dicho Melanie del futuro. Pero, eso no fue nada con lo que leí segundos después:

"[···] Escucharlo no es nada comparado con tenerlo. Sentir un pequeño ser humano dentro de mí es lo mejor que me ha pasado...."

Mis manos perdieron la fuerza y mis pies el equilibrio. Mi cuerpo parecía haber perdido su energía sin hacer el mínimo de esfuerzo. Simplemente calló. Cerré mis ojos y apreté mis parpados hasta que llegué al punto de abrirlos y no ver nada en varios segundos. ¿Porque me comportaba de esta manera? ¿Qué es lo que me sorprendía tanto?

Una carta para Melanie (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora