35. Tomorrowland.

300 40 5
                                    

El aeropuerto está lleno y eso impide a todos los chicos encontrarse muy separados. Buscan con calma una pantalla que les indique en qué puerta de embarque estará su avión esperándoles. Una vez que por fin Sara la encuentra, sonríe a sus compañeros que la siguen y tras buscarlo, declara en voz más alta cuál es para dejar claro a todos dónde se verán en caso de que deseen desaparecer durante el tiempo que todavía tienen hasta el embarque.

Y de repente, se hace la luz, porque, como ella bien esperaba, todos se alejan en direcciones muy contrarias. Se imagina que todos ya han vislumbrado por el camino un lugar perfecto para comer y por eso, todos van directos hacia allí, sin pensar casi en los demás.

Ella se gira a mirarlos y suspira al ver que casi todos entran al mismo sitio. Lanza un profundo suspiro y los sigue con calma. Se queda cerca de ellos y pide cuando es su turno. Se sientan todos juntos en la misma mesa, que es lo suficientemente grande como para que entren y una vez van terminando, se van levantando de su sitio para cotillear algunas de las muchas tiendas que hay por allí. Una vez que Helena termina, se queda sentada sin moverse del sitio y espera a que todos se levanten de la mesa para acercarse hasta Sara, que es la última en terminar.

— ¿Pasa algo? —Pregunta Sara con calma y suspira.— Pareces preocupada.

— No, es solo que llevamos mucho tiempo sin hablar. —Contesta ella con una suave sonrisa.— Oye, sé que no nos hemos comportado como deberíamos, pero fuimos mejores amigas durante muchos años. ¿Te importaría perdonarme?

Aquellas palabras sorprendieron a Sara, que esperaba cualquier cosa, menos aquello. No es que las dos se hubieran portado mal, es que ella, con diferencia, le había hecho una de las peores venganzas. Y cuando ella había intentado arreglarlo, Sara no supo otra cosa que enviarla a paseo.

— Claro que no. —Dice ella con suavidad, aún con algo de sorpresa en su voz.— Siento todo, de verdad. Sí que reconozco que lo hice por hacer daño, pero ahora me arrepiento.

Helena escucha a la chica, que empieza a hablar ligeramente sin sentido, y sonríe sin poder evitarlo, divertida.

— No te preocupes. Lo sé. Pero creo que ahora que todo ese tema ha pasado, podemos ser amigas de nuevo. Echo de menos tener una amiga de verdad.

— Sí, yo también. —Dice con suavidad y sonríe sincera. Duda unos instantes si hacer la pregunta del millón y al final, lanza un suspiro intentándolo.— ¿Y... tú con Carlos... ya sabes, has vuelto a hablar?

— No. —Contesta ella con firmeza y niega.— Sé en lo que anda metido.

— Yo también. —Contesta ella con suavidad.

— ¿Le has visto?

— Apenas. —Dice ella y hace una breve pausa.— Conozco a Julia.

— Ah, sí, la famosa novia.

— No es tan guapa como tú. —Ríe ella.

Y Helena no puede evitar sonreír a su vez. Ambas se miran y comprenden que la conversación sobre ello, ha terminado. Sara termina de comer, pero ni se levanta, colocando su mirada en la chica rubia que tiene al lado, con una sonrisa, asiente.

— Entonces, en este viaje de tres días, conocerás a tu príncipe azul.

— No lo creo. —Contesta ella, encogiéndose de hombros con suavidad y una pequeña sonrisa.— Una relación a distancia no me vendría muy bien.

— Pero al menos, desconectarás de Carlos. —Hace una breve pausa y asiente.— Sé que sigues echándole de menos.

— Es posible. —Concede ella, pero luego, niega.— Pero no creo que pueda estar con alguien que va pegando a gitanos, gays o gente de otras razas por unos estúpidos ideales.

Bajo vigilancia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora