Escúchame pequeña, porque voy a contarte una historia.
Al principio de los tiempos, los dioses bajaron a la Tierra y se unieron a las hijas de los mortales. De su unión nacieron los primeros Nephilim, la Alta Raza, a la cual tú perteneces. Durante siglos caminaron sobre la Tierra, expulsados del Paraíso por su nacimiento bastardo, y habitaron entre los mortales, transmitiéndoles su sabiduría. Pero los mortales eran caprichosos y volubles y los Benditos se cansaron de ellos y fundaron una ciudad bajo la tierra de Capadocia para vivir, ciudad a la que llamaron Edén.
Durante siglos lucharon por sobrevivir, pues los mortales los tildaron de demonios, y aunque su poder era inmenso, finalmente fueron derrotados por una infame Orden de mortales llamados Lux Veritatis. Estos malditos los persiguieron sin cesar hasta casi acabar con ellos. El último Nephilim, quien llevaba el nombre mortal de Joachim Karel, fue quizás el más preclaro de todos. Ése fue tu padre, niña mía. Con su simiente fecundé mi útero para engendrarte, para que tuviera un sucesor que le vengara y continuara su gran obra. Porque él, que era inmortal de inmortales, fue brutalmente asesinado por el último de los Lux Veritatis, un hombre cruel y repugnante que le asesinó a traición valiéndose de la única arma que podía herirle: el cristal del Orbe. Ese hombre se llamaba Kurtis Trent.
Kurtis Trent. Recuerda bien ese nombre. He pasado noches en vela repitiéndolo en silencio hasta atormentarme y deseando con todas mis fuerzas que los hados le conservaran la vida. Rogando que viviera hasta poder reencontrarme con él... y matarle. Matarle dándole la muerte más lenta y atroz que pueda imaginar, porque me arrebató mi único sentido de vivir, la razón de mi existencia, el único ser que he amado de verdad en este mundo. Pero ya no seré yo quien ejecute la sentencia. Serás tú, angelical criatura, hija del Cielo.
Serás tú, mi pequeña, la que haga caer de rodillas a ese desgraciado, la que le aplaste y humille, la que le haga pagar con su sangre la sangre del Bendito derramada. Y yo contemplaré de lejos mi venganza. Y entonces nadie será más fuerte que nosotras, y nadie podrá hundirnos jamás.
Que ese Kurtis Trent tenga cien mil muertes seguidas, una detrás de otra.
Que yo esté presente en cada una de ellas.
Y sólo entonces se aplacará mi ira, y se habrá hecho justicia.
Pero a Joachim, mi bienamado Joachim... nadie podrá devolvérmelo jamás.
*****
Prólogo
- Eres la más linda de las criaturas.- susurró Giselle Boaz al oído de su hija mientras la peinaba dulcemente.
La niña miró al espejo y éste le devolvió el reflejo del rostro de su madre, lleno de orgullo y emoción. Entonces se miró a sí misma y no vio más que un rostro blanco y pequeño, de intensos ojos y oscuro cabello que le enmarcaba el óvalo de la cara y caía en ondas sobre los hombros diminutos.
Aparentaba ser una niña de siete años, pero apenas hacía dos meses que había venido al mundo. Si hubiera podido convivir con otros niños, se habría percatado de cuán anormal e imposible era su brutal y precipitado crecimiento. Pero su madre la mantenía oculta del mundo como quien oculta un tesoro y en el escaso tiempo de vida que llevaba no conocía otra persona que no fuera ella, Giselle, la de rostro de ángel.
Su desarrollo mental era todavía más acelerado que el corporal y aunque intuía que había más mundo que aquella solitaria finca en la campiña de Argentina y su diáfana madre, también había renunciado a hacer preguntas, ya que éstas no solían recibir respuesta.
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Tomb Raider: El Cetro de Lilith
FanfictionDespués de dos años, Lara Croft ha perdido la esperanza de volver a ver a Kurtis Trent, el cual parece haber sido tragado por la tierra. Pero la desaparición del Orbe y sus Fragmentos, así como la aparición en escena de una bella y misteriosa mujer...