Todo comenzó el día en que Miguel, pensó que era un buen momento para viajar y conocer mundo.
Cogió todos sus ahorros, algo de ropa; y lo metio todo en su mochila. Cogió la mochila y cerró el piso con llave. Entonces subió corriendo hasta el cuarto piso, y una vez alli llamó al timbre. No pasó ni un minuto y Mireia abrió la puerta.
Ella salió en pijama toda despeinada, entonces dijo:
- Miguel, son las cuatro de la madrugada ¿ qué haces aquí ?
- Voy a pasar un tiempo lejos, y si pudieras pasar de vez en cuando por mi piso para regar el cactus te lo agradecería mucho.
- De acuerdo, lo haré. Pero ¿ no podrías haber venido a una hora más "normal" ?
Miguel no respondió a la pregunta, sólo le dió las llaves y se fue.
Una vez en la calle, se dirigió a la parada de bus más cercana. Allí estuvo una media hora hasta que cogió un bus dirección al aeropuerto.
Lo que el no sabía en ese momento, es que esa noche no llegaría a coger ningún avión.
El conductor que le cobró era joven. Tenía el pelo largo, un pírcing y unos cuantos tatuajes y parecía nervioso. Tenía más pinta de cantante de rock que de conductor de autobús.
Miguel se sentó en un lugar libre, y se puso a pensar en el gran paso que había dado.
Al cabo de diez minutos una frenada brusca del autobús lo apartó de sus pensamientos. El conductor se disculpó.
Un rato más tarde, mientras Miguel miraba por la ventana se dió cuenta de que estaban en una parte de la ciudad que no conocía, pero lo que sí sabía era que ese no era el camino al aeropuerto.
Entonces se levantó y le preguntó al conductor:
- ¿ Por cual ruta vas?
El conductor, muy nervioso le dijo:
- La verdad es que es mi primer día y no tengo ni idea en dónde estoy, y estoy tan nervioso que creo que no puedo seguir conduciendo.
Miguel se dió cuenta de que el joven temblaba como un flan, y lo sentó en un asiento de pasajeros y Miguel se sento en el lugar del conductor.
Condujo el autobús hasta el aeropuerto, allí dejó a los pasajeros. Entonces, con el autobús llevó al conductor a su casa, y luego llevó el autobús a la cochera y allí explicó lo que había ocurrido.
Volvió a casa caminando, no quería coger otro autobús.
Llegó a su piso y al intentar abrir la puerta, se acordó que la llave la tenía Mireia. Volvió a subir hasta el cuarto piso y volvió a despertar a Mireia.
Miguel le dijo:
-Olvidate de lo que te he dicho antes, dame las llaves porque he decidido no marchar; porque como en casa como en ningún sitio.
ESTÁS LEYENDO
Como en casa, en ninguna parte
General FictionEste es un relato corto escrito por mi, espero que os guste.