Una vez que nuestros chicos pisan de nuevo suelo español, comienzan a hacer nuevos planes para los días próximos, aprovechando que todavía queda mucho verano y la universidad se ve muy lejos.
Pero a pesar de que las caras tan sonrientes se veían en Bélgica, al volver a sus casas, los rostros de Helena y Sara, se vuelven más tristes que nunca.
Helena recuerda repentinamente a Carlos y el que todavía no sabe nada sobre él. Se pregunta dónde puede estar y si ya lo habrían cogido los de su banda para demostrarle quién manda allí y qué les pasa a los que no obedecen. Solo de pensarlo, un escalofrío recorre su espalda y la deja ligeramente confusa. Debería llamarlo, pero un ataque de pánico, hace que no sea capaz ni de marcar el número.
Sara, por el contrario, se encuentra deprimida por el hecho de que por fin, consigue encontrar a alguien que parece interesarle, y que no sea Dani, pero le tiene demasiado lejos para intentar nada serio. Nada más llegar a casa y saludar de pasada a su madre, que apenas parece verla, entra en su cuarto y deshace su maleta.
Está recogiendo uno de sus pantalones cortos favoritos cuando, de repente, poniéndolos boca abajo, algo cae de uno de sus bolsillos. Una nota. Ella suspira profundamente y tras meter los pantalones en el armario, se agacha y mira el papel desde su posición. Un número. Sonríe ampliamente y niega al pensar que podría ser de él, pero se pregunta cómo ha podido llegar hasta allí.
No puede parar de mirarlo, pero en cuanto es capaz de asimilarlo, lo mete en el móvil y lo guarda. Tras eso, lo busca en la agenda, y llama al destinatario. Espera.
Espera. Y espera. Hasta que por fin, parece que alguien lo coge.
— ¿Sí? —Pregunta una voz que le suena familiar.
— Hola, perdona, es que estaba recogiendo mis cosas y he encontrado un papel con este número. ¿Tú... sabes algo al respecto? —Pregunta ella con una mayor seguridad y una ligera sonrisa en el rostro.
— No lo sé. Primero tendrás que decirme tu nombre.
— ¿Y si no lo hago? ¿Acaso le vas dejando tu número a más chicas por ahí?
— Solo a una. Pero quiero estar seguro de que no me he equivocado y que le ha llegado a la chica que quería.
— Di su nombre.
Él se ríe al otro lado de la línea, e incluso, después, se queda en un silencio ligeramente cómodo, que rompe tras decir en un susurro el nombre de ella.
— Entonces, me temo que no te has confundido.
Y durante al menos una hora y media, se pasan hablando de todo. Incluso se terminan pasando al skype una vez que cuelgan. Hasta que él debe despedirse para irse a dormir.
— Estoy matado del viaje de vuelta. Pero mañana seguimos hablando.
— Sí. —Contesta ella con una suave sonrisa y asiente.— Hasta mañana. Descansa.
— Igualmente, duerme bien.
Y tras eso, la llamada vuelve a colgarse, quedando en el cuarto solo una Sara más feliz que nunca. Cierra el portátil y tras ponerse el pijama, se echa a dormir. En sus sueños, no todo va tan bien como le parece que va la realidad. Y algo parecido le pasa a Helena, que apenas puede conciliar tranquilamente el sueño. Al final, decide levantarse y prepararse algo para dormir.
Se lleva el teléfono consigo, pensando que quizá pueda sonar en cualquier momento, y por eso es que lleva todo el día pegada a él. Busca por la cocina algo para prepararse y deja el teléfono sobre la encimera. Lo mira de reojo varias veces, pero al final, se da por vencida, yéndose a dormir.
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Bajo vigilancia.
Teen FictionDescubrir que la vida tiene sus inconvenientes puede ser un duro golpe, más aún cuando eres joven y crees que eres invencible. En esta historia, sus protagonistas se van a enfrentar a su propio destino, creyendo estar preparados y encontrándose con...