Capítulo 43

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Jess

- Es suficiente.- Indica Dallas.

Entramos nuevamente a la mansión y la mayoría de invitados ya se habían ido. El resto esperaba en la sala y cuando nos ven entrar nos miran como si fuéramos a lanzarles una bomba. La madre de Dallas empieza a llorar y su padre la toma por la cintura. Dalia no está por ningún lado al igual que su hermana pequeña.

- Dallas, escucha.- Ruega su madre una vez más.

- Silencio.- Ordena él. – ¿Fingir una muerte? Me detestaron todos ¡por años! ¿ tienen idea de lo miserable que fui desde ese día? Me dejaron vivir con eso, ¿cómo pudieron?

- No fue culpa de ellos, Dallas.- Dalia apareció de pronto con Sammy en brazos.

Dallas se acercó a ella furioso y todos en la sala ahogaron un grito.

- No pienses que por haber sido la víctima ese día tienes el derecho de causarme el dolor que estoy seguro que ninguno de ustedes ha sentido en toda su vida.

- Soy tu hermana, no puedes ignorar que hemos sido todo para el otro, siempre.- Grita Dalia entre lágrimas.

- ¡Dejaste de ser mi hermana hace mucho tiempo! Y sigues muerta para mí.

Me volteo hacia los demás y veo a mi chico alejarse de ahí.

- No debimos venir, lo siento.- Trago saliva con nerviosismo y salgo detrás de él.

Subo al asiento del conductor y él a mi lado. Enciendo el auto y salimos de la casa. 

- No sé si lo que hiciste estuvo bien o mal, yo no entiendo nada.- Admito.

- Detén el auto.

- ¿Qué? No.

-¿Cómo puedes cuestionarlo? Jessica, no tienes ni la menor idea de lo que se sintió haber perdido a tu hermana melliza y que años después de puro sufrimiento te enteres de que en realidad no murió y que durante todo ese tiempo tu familia te engañó.

- Sólo dije que...

- Detén el auto, Jessica.

- Dallas no voy a...

- ¡Detén el auto, maldición!

Entonces, freno de golpe. 

Dallas se baja del auto y empieza a llorar, a halarse del cabello, a gritar. Se está desahogando, supongo. Bajo también, tomo su rostro entre mis manos y sin pensarlo dos veces pego mis labios con los suyos. Tal vez, en ese momento lo que más necesitaba era un consuelo, era amor, era sentir que alguien lo quería, sentir que tenía al menos a alguien en quien confiar, y tenía que ser yo. Al principio se tensó, pero luego se dejó llevar. Su mano derecha bajó hasta mi cintura y la sostuvo con fuerza mientras que la izquierda subió hasta mi espalda y me pegó a su pecho todavía más. 

- Lo lamento.- Susurro contra sus labios.

- Es sólo que el accidente me cambió, Jess.- Suspira - Y no para bien. Eso me arruinó la vida y es un asco saber que nada de lo que sufrí valió la pena. 

- Te quiero, y aquí estoy para ti. 

Unos minutos más tarde, ambos estamos menos tensos. Sé que ahora mismo tiene una lucha en su interior pero tengo que ayudarlo a evitar pensar en ello aunque sea muy difícil. Subimos al auto de nuevo y conduzco hasta el edificio, él no estaba en condiciones de manejar. 

- Estoy exhausta.- Entramos, no sin antes saludar a Patrick, y subimos a mi departamento.

- Tal vez sea mejor que me vaya a casa.- Propone Dallas.

- No, no es mejor.- Aclaro.

- Sólo dije "tal vez"- sonríe mientras se quita la camiseta - ven aquí.

- Dame un beso, por favor.- Le pido cariñosa.

- Sólo si me dejas quitarte el vestido otra vez. 

- Creí que estarías de mal humor.- Admito. 

Se acaba de enterar de algo tremendamente fuerte y está aquí, seduciéndome.

- Tú te mereces un premio por soportar todo esto a mi lado.

Me levanta de un solo movimiento, me tira en la cama y se sube encima de mí, tomando mis muñecas sobre mi cabeza y dejándome completamente inmóvil.

- Suéltame ahora.

- Date vuelta.

Me gusta cuando me dice qué hacer, en momentos como estos, claro. Me giro y quedo boca abajo contra el colchón. Sus dedos suben por mis piernas y se meten por debajo de mi vestido, aprieta mi trasero y luego agarra mi ropa interior, la baja despacio y la tira al suelo. Cierro los ojos y me muerdo el labio inferior mientras siento su mano subir hasta la cremallera y bajarla totalmente. En un par de segundos, el vestido ya está fuera.

Me quita el sostén y estoy a punto de darme vuelta para mirarlo pero me detiene.

De nuevo, sus manos bajan a mi trasero y me da una nalgada. Miro de reojo y está quitándose los pantalones. Cuando miro hacia su bóxer, noto que se ha excitado y sonrío.

- ¿Puedes arrodillarte y apoyarte en tus brazos para mí, por favor?

Su súplica suena casi desesperada y eso enciende algo dentro de mí. Lo hago de inmediato. Me estremezco cuando siento sus dedos jugar conmigo, entrando y saliendo, acariciando justo en donde más sensible soy. 

Sin verlo venir, siento su miembro entrar y grito con placer. Repite sus movimientos una y otra vez, haciendo que mis piernas tiemblen y mis manos agarren con fuerza las sabanas, sus gemidos se mezclan con los míos y muerdo mi labio inferior. Me inclino más y por su aumento de velocidad me doy cuenta de que le fascina verme desde ese ángulo. 

- Me encantas, Jess.- Pronuncia Dallas como puede, sin dejar de moverse.

- Por favor, no te detengas.

- Dilo de nuevo.

- Dallas.- Gimo una y otra vez.

- Vamos.

- ¡No te detengas!- Grito a punto de llegar al orgasmo.

Nuestros gemidos suenan mucho más fuerte y con unos suaves movimientos más, terminamos. Creo que podría hacer esto por siempre. Me paso la lengua por los labios y lo veo sonreír. Su mirada se conecta con la mía y entonces siento lo mismo que siento desde la primera vez que lo vi. Esa adrenalina, esa intensidad, ese deseo. Lo miro a los ojos y es como si tan solo ese contacto visual me levantara del suelo y me hiciera flotar, su mirada tiene un poder que no tiene cualquier mirada.

- ¡Te tocaba apagar la luz a ti!- Grito y suelta una carcajada.

- De todo lo que puedes decirme, ¿se te ocurre recordarme quién debe apagar la luz hoy?

Se levanta y la apaga. Vuelve a la cama y me abraza por detrás mientras me pega a su pecho.

- ¿Soy suficiente para ti?

Su pregunta me deja congelada, es decir, no me lo esperaba. ¿Qué debo decirle? Es obvio que sí, es suficiente para mí, es más que suficiente, él me ha enseñado cosas que no había aprendido en toda mi vida, me ha hecho sentir lo que nadie podrá hacerme sentir jamás, él es diferente, es suficiente para mí.

-Sí, eres más que sólo suficiente. 

Me da un beso en la frente. 

– Jamás creí que existiría una persona que creyera que soy suficiente. 


Inesperadamente EnamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora