Capítulo 0: Epílogo

8 1 0
                                    


"Adiós" murmuré, mi voz revotó por las paredes, respondiendo mi despedida.

Mi departamento era frío. el suelo de madera lograba apenas regular la temperatura, y para lo único que servía en realidad era chirriar.

Cerré la puerta de mi cuarto. La mirada de cinco chicos me despedía. ellos sonreían, ahí. felices.

No sé si al tomar aquella foto estaban felices, tal vez pensaban en cosas más importantes. Tal vez pensaban en que su carrera depende de fotografías, lamentando su estado fan-dependiente. ellos lo único que querían era cantar, pero tenían que hacer poses y videos ridículos para tener y ganar fans.

Tal vez pensaban en lo divertido que era, lo muy felices que estaríamos.

Tal vez la revista de donde saqué los incontables pósters pensaban en lo divertido que sería leer los mensajes de fans molestas, por que lo único que hacían era poner pósters de fotografías antiguas. En las que tenían atuendos y apariencias diferentes a las de hoy en día.

Una lágrima recorrió mi rostro y solté el pomo de la puerta de mi cuarto. Era triste tener que ser una fan. Ser un rostro entre cientos de millones. Un nombre, un número y tan solo dinero para ellos.

Pero me hacían feliz. Respiré profundo y cosquillas inundaron mi pecho. Estaba contenta con ellos. Ellos me llenaban. Me sentía a gusto.

Hice una mueca mientras que terminaba de atar desordenadamente mis botas favoritas.

termino de recorrer el pasillo que me llevaba hasta la puerta principal, pero antes me dirigí a la pequeña terraza en mi departamento.

En ella tenía, en un pequeño rincón había una linda jaula, blanca; en la que habían dos pequeños gorriones. sonreí con lástima y abrí la puerta de la pequeña jaula.

se alarmaron y comenzaron a volar por todos lados, pero me alejé lentamente. dando a entender que no quería hacerles daño. sonreí de lado y me fui, dejando la pequeña puerta abierta, para que volaran libres, si es que eso era lo que querían. suspiré y entonces salí de mi departamento.

Sin contar el enorme aprecio que sentía por aquellos cinco chicos, sin contar las incontables lágrimas, suspiros y sonrisas tontas que ellos tan solo me han robado. me sentía vacía.

Realmente sola.

odiaba esta sociedad, de la que no me puedo considerar parte de ella. egoísta, pretenciosa y materialista.

¿donde quedaron las sonrisas, los primeros amores y la fidelidad?

cada día veía amargura, calle tras calle.

Cada cierto tiempo, y más regular ultimamente, salía a las calles a dar un paseo, buscando una alegría ajena que compartir. pero lo único que recibía era amargura.

Había un mendigo, de un gastado gorro de lana roja, estrechando entre sus delgados y maltratados dedos una pequeña manta de lana sucia y rota que antes fue de un agradable color crema.

frete a él, entre sus pies guardaba un pequeño vaso de plástico, en el que pedía dinero. suspiré. infelicidad era lo que veía por todos lados.

miré a otro lado donde una chica lloraba y chillabaa a lo que supongo hace cinco minutos era su pareja. ella lloraba y él pedía perdón. supongo que le había sido infiel. hice una mueca de asco mientras seguía caminando. entré a un café y pedí uno.

era humeante y dulce. hice una mueca al salir. deseando probar mi café. pero mi corazón se estrujó al ver al mendigo. quien ahora lloraba. me acerqué a él.

The Bridge - h.s [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora