El gato.

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Caminaba sola por las calles de parís, las lámparas eran pocas y solo me acompañaba la oscuridad, estaba perdida en un barrio desolado, las calles estaban solas y sombrías, el barrio tenía un aspecto peligroso, yo caminaba sin rumbo fijo, cundo escuche un estruendoso golpe que parecía provenir de un callejón, a unos cuantos pasos de donde me encontraba, me quede un momento paralizada, mirando el lugar de donde provenía el ruido, sentí un escalofrió bajando por mi espalda. Mi cuerpo se movía solo hasta llegar al lugar, mire detenidamente pero no me atreví a adentrarme más en el callejón. Vi una sombra moverse en el fondo del callejón o eso creía yo, porque era tan oscuro que no sabía si tenía salida. Vi como algo se movía velozmente en el callejón, de pronto la sombra salto hacia mí, cerré los ojos esperando lo peor, después de un minuto abrí mis ojos, mire a los lados no había nada, sentí algo en mi pierna, mire abajo y lo vi, un pequeño gato negro de ojos amarillos. Suspire, era solo un gato, me estoy volviendo loca. Mire al gato por última vez, gire mi cuerpo y sentí un horrible dolor en mi vientre me lleve una mano a la zona de dónde provenía el dolor, sentí mi mano humedad.

__Es SANGRE! __mire a todos lados desesperada, desorientada, y asustada.

Todo mi cuerpo estaba paralizado, no podía moverme, quería correr, pero no podía. No sé cuánto tiempo paso hasta que volví a cobrar control de mi cuerpo, gire de nuevo al callejón, aquel felino ya no estaba.

Escuche pasos, eran fuertes, el piso parecía temblar, poco a poco se volvían más fuertes los pasos, mire a todos lados, ¿de dónde provenía ese sonido? Me pregunte. De un momento a otro sentí un golpe en mi cabeza que fue tan fuerte que me hizo caer. Mi espalda choco contra el suelo, estaba segura de que mis huesos se quebraron. Una figura que parecía ser de un hombre, por el tamaño. Se puso encima de mí, solo podía ver sus ojos, que eran de un penetrante amarillo, me recordaron a los del gato. Su mirada era pesada, tenía ganas de gritar pero de mi garganta no salía nada, una gran presión en mi cuello me lo impedía, era el, me estaba ahorcando, luego de unos minutos el aire llego a mis pulmones. El hombre saco un cuchillo y lo puso en mi cuello, hizo fuerza, hasta que un hilo de sangre salió. Me alarme y empecé a forcejear, pero él era más fuerte, intente golpearle pero con una de sus manos sujeto las mías poniéndolas encima de mi cabeza, definitivamente era más fuerte que yo. Una sonrisa siniestra se asomó en su rostro, tenía uno dientes muy blancos, parecía que no tenía cuerpo, solo eran sus ojos, manos y dientes, era tan oscura la figura que no sabía dónde tenia cada parte de su cuerpo. El apretó más mi cuello haciendo que saliera más sangre. Mi fin ya llego, pensé, pero lo que hizo me sorprendió.

Alejo el cuchillo de mi cuello, y lo alzo, y esa sonrisa que tenía me decía que me lo iba a enterrar en alguna parte de mi cuerpo, el movió el cuchillo hacia mi rostro, cerré los ojos esperando el impacto, pero...Después de unos minutos nada paso. Abrí los ojos y vi su cabeza enterrada en mi cuello, y algo suave paso por mi cuello donde tenía la sangre, lo supe, era su lengua, que asqueroso, está lamiendo mi sangre.

De mi boca salió un grito ahogado.

—Estás loco, suéltame.

Pero él no se inmutaba, levanto su mirada, en su mano ya no estaba el cuchillo, fue remplazado por un hacha de esas de carnicero, estaba toda llena de sangre seca, un temor me invadió. La levanto y de un solo golpe me corto un brazo, su mano ya no me agarraba, de ella salió una garra y me la incrusto en el vientre, saco la garra sin ninguna delicadeza, haciéndome un gran hueco. Estaba perdida, el me miro, lo estaba disfrutando, que maldito. Mis ojos se volvieron pesados, y luego ya no vi nada.

Eso es lo último que recuerdo de mi vida pasada. Cuando abrí mis ojos estaba intacta como si nada hubiera pasado, como si hubiera sido un sueño, pero no fue sueño, al abrir los ojos él estaba ahí, a un costado de la cama donde me encontraba, con una sonrisa sádica, solo podía verle sus ojos y sonrisa. Confirmándome que si había pasado, pero como era que estaba intacta, sencillo, fue una tortura mental. Desde que desperté, he estado encerrada en un cuarto. Ha pasado alrededor de... No sé cuántos días han pasado, solo sé que el siempre esta hay frete a mí.

Sus ojos y sonrisa son lo último que veo al caer en una oscuridad, y lo primero que veo al despertar de esta misma.

Algo en su mirada me dice que no soy la única.

Un consejo, cuídate, piensa primero antes de ir sola por la calle, en la noche, porque si lo haces.

Shh...No grites, el ira por ti.






N/A: Espero les guste esta historia corta, la hice en compañía de mi amiga , para el mes de octubre.

Saludos.

Besos y abrazos pegajosos asfaltad

Sayonara!.

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