J de Jóvenes.

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Guillermo resopló fuertemente a un lado de su pareja.

Se encontraban en un festival de aquellos de películas, con algodones de azúcar, estúpidos juegos estafadores de inocentes almas, montañas rusas y ruedas de la fortuna. Todo muy típico del país más fantasioso del mundo, Estados Unidos.

Samuel miró a su esposo, preocupado, pues su cara no era una muy feliz que digamos ¿Y si no le gustaba estar ahí? ¿Había arruinado su única cita de lo que llevaba del año?

Paró de repente a un lado del camino, para no obstaculizar el paso de la gente. Niños y sus padres, parejas tomadas de la mano paseando en lo que seguramente sería su primer cita, seguían su camino frente a ellos.

"Cariño...¿sucede algo?¿quieres que nos vayamos?¿te aburres?¿te sientes mal? Si quieres p-puedo comprarte algo, yo-" bombardeo con rápidas preguntas al de ojos rasgados que lo observaba a su lado.

"No es nada de eso Sam" calmó a su pareja con una pequeña sonrisa, pero aun así Samuel pudo jurar ver en ella un pequeño destello de tristeza, de nostalgia.

Y así era, el de barba espesa había acertado, aquellos 5 años de matrimonio no habían sido en vano.

Guillermo esta triste, si, también nostálgico. Ver a aquellas parejas adolescentes le hacía añorar sus años de juventud como nadie tenía idea. Una crisis de los 40 adelantada, se podría decir.

"Cuentame que sucede, chiqui. Vamos cariño, cuentale a tu macho alfa que es lo que te atormenta" trató de bromear, tratando de alegrar a su pequeño, aunque sea un poco.

Pero Guillermo no sonrió, ni siquiera un poco. "¿No lo extrañas?" apenas susurro, causando que el mayor tuviera que acercarse aún más a el para lograr escuchar.

Samuel lo miró, con la confusión bailando en sus ojos avellana. "¿Extrañar el que? ¿A Zeus? Cariño, está con tu madre, si ella pudo contigo podrá con nuestro pequeño" rió tan encantador como era.

Guille soltó una vaga risa, pero negó suavemente con su cabeza. "No hablo de eso, amor, hablo de aquello" señaló disimuladamente con un movimiento de cabeza al otro lado del camino, donde dos jóvenes de lo que parecían ser sus veintipocos, se hacían unos mimos a un lado de los árboles.

Samuel, tardó unos segundos en comprender "Oh...¿extrañas nuestros años de noviazgo?"

"No eso, específicamente" rió él de pequeños ojos.

"Extraño el vivir sin las preocupaciones de tener que trabajar para poder pagar la comida, la luz , el agua... Extraño la energía de la edad, el tener tantas metas por cumplir...  Extraño no tener que pensar en el futuro, nuestras primeras citas, donde casi sufría un colapso nervioso a la hora de elegir con que vestirme, la adrenalina de salir a escondidas de nuestros padres... Extraño nuestra juventud, Sam.

Con las letras del abecedario |Wigetta|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora