Confesión

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Esa mañana me levanté muy decidida, no podía permitirme esconder mis sentimientos por más tiempo, porque todo esto me comía por dentro, me dañaba y siempre estaba deprimida.

Llegue a la escuela, bastante más temprano de lo normal y la esperé cerca de la entrada. Al verla llegar fue lo mismo de siempre, me quede hipnotizada; ese cabello, esa cara, su figura, si ella no podía verme como pareja, me hubiera gustado que por lo menos, pudiéramos seguir nuestra amistad.

Le saludé como todos lo días y entramos a clases, me sentía muy nerviosa, pero ya no había marcha atrás. Durante las clases me puse a pensar, cómo es que Alex se había vuelto tan especial para mi, quizá fue que estábamos destinadas a estar juntas ya que desde el primer momento en que la vi lo note, lo negué por mucho tiempo, quise intentar dejarlo pasar, su simple presencia me hacía sentir inquieta y su sonrisa iluminaba mis días aún más que el sol, ella siempre estaba haciéndome reír, a su lado me sentía bien, aunque no fuera especial para todo el mundo, era muy especial para mi, se volvió mi mundo.

Durante el descanso, le pedí que me acompañara al jardín de atrás de los salones, el lugar normalmente se encontraba solo, los profesores nos tenían prohibida esa zona ya que solían esconderse las parejas de adolescentes calenturientos y era un escándalo en las juntas de padres. Por suerte el lugar ese día estaba desierto; me pare frente a ella, apreté mis puños, mordía mis labios, estaba temblando y ella se acerco a mi.

- ¿Qué sucede? -  preocupada, me miró con esos ojos verdes tan profundos, tan cerca de mi.

- y-yo... yo... -  las rodillas me temblaban, mis ojos se sentían irritados, mi corazón dolía y sencillamente no pude más, ahí frente a ella rompí en llanto, la angustia de lo que sentía y el creer que la perdería me hacían sentir ahogada, siempre era tan tonta, por permitirme llorar en momentos así.

Ella me abrazó e intentó calmarme, me mantenía pegada a su pecho y pasaba su mano por mi cabeza, acariciando mi cabello, eso no me daba consuelo, pues sabía que su posible respuesta sería negativa, quería disfrutar por última vez esa calidez y la amabilidad que me regalaba, la apreté hacia mí rogando no soltarnos nunca.

- Ya amiga, Faby, dime ¿qué tienes? - dijo bastante preocupada. me levante, tomando un poco de fuerza, para decirlo.

- La verdad, hay algo que necesito decirte... bueno... yo... pues - no sabía cómo comenzar, tomé aire y lo dejé salir - desde el día en que te vi, yo no se que me pasó, pero puedo jurar que fue uno de los mejores días de mi vida, todo en ti me cautivó, tu, tan bella, incluso ahora así te veo, desde que nos conocimos me has dado un gran motivo para seguir adelante, para seguir viniendo a este infierno que llaman escuela, yo antes de ti no lo soportaba, mi vida era monótona y gris... y pues lo que quiero decir... es que... yo... me he enamorado de ti - y ahí, lo había dicho, me sentía la persona más torpe del mundo, me quería morir.

Ella solo se quedo ahí, parada, con una expresión indescifrable y supe, que había echado todo a perder.

Sin ti no puedo vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora