Un sentimiento incondicional

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-Narra Tsubaki-

Una molesta pero a la vez deseada claridad interrumpió mis sueños, abrí de golpe los ojos y mire a la alarma.

—¡Hoy es el día!
Grite a todo pulmón, estaba bastante emocionado, como todo niño, avente mi helado gigante a un lado y baje de la cama corriendo por el frío piso a la habitación de a un lado.

Abrí la puerta sin tocar era una gran bola de ilusiones en ese momento, descorrí las cortinas abriendo paso a la neblina dorada que iluminó el rostro de mi hermano, pero él no se despertó.

Cuando me giré dispuesto a hablarle, me quede estático por tal escena, era incluso más hermoso que los fuegos artificiales en el festival del templo, más cautivador que la lluvia de pétalos de cerezo, era aún más importante que yo mismo, no era nadie mas que Azusa, es cuando esos extraños sentimientos me invadieron de la cabeza a los pies, en especial a mi corazón, no podía dejar de mirarlo asombrado, quizá era la primera y última vez que me enamoraría.

Mis pies se movieron por si solos, acercándome lentamente sin hacer ruido, no se que pretendía, pero deseaba esos labios, más que a nada.

Al parecer la luz comenzó a molestarle, entreabrió los ojos dejando ver el hermoso violeta, su piel es tan blanca y sus mejillas sonrosadas . Se estiró en la cama revolviendo la sábana blanca que hacía un perfecto contraste,  parecía un ángel.

—T-Tsubaki ¿que haces? Son las 7 de la mañana.

Se sentó en la cama tomándose todo el tiempo del mundo. Su voz sonaba perezosa y suave, se tallo los ojos bostezando.

—A-Azusa... ¿no lo recuerdas?
A penas y pude pronunciar esas palabras.

—¿de que hablas?, tengo sueño. Ven a dormir conmigo
Colocó las manos en su regazo, no se hasta ahora como pude rechazar tan deseada invitación, debí lanzarme a sus brazos.

—esta bien, estoy bien, ya me voy, solo quería darte esto...

Dejé sobre sus manos una cajita pequeña, había dentro un "amuleto de la suerte" era más bien un colgante con la foto de ambos. Me dirigí a la salida cabizbajo, seguro lo había olvidado y yo estaba dolido, mientras salía dándole la espalda susurre sin mirarle más.

—Feliz Cumpleaños.
Mis ojos se inundaron de aborrecidas lágrimas, era también año nuevo y solíamos bajar primero que todos a abrir los regalos, pero él lo olvidó.
Ese día no quise pastel, ni regalos, tampoco salí de esa fría habitación ¿a donde había ido mi sonrisa? No había otra cosa que lágrimas recorriendo mis mejillas, pobres almohadas desquite toda mi rabia en ellas.
De ahí en fuera no recuerdo nada más.

-Narra Azusa-

De pronto la encantadora luz del sol me acarició el rostro, no había mejor sensación, abrí un ojo y lo cerré rápidamente fingiendo estar dormido ¿que hacía Tsubaki aquí? Se supone que yo era quien debía sorprenderlo, me sonroje inevitablemente, pero no fue hasta que lo sentí aproximarse que inconsiente me revolví en la cama, aún me sigo reprendiendo por eso.

—T-Tsubaki ¿que haces? son las 7 de la mañana.

Le dije intentando actuar lo más natural posible, la verdad era que el me hacía sentir raro a veces, siempre era encantador, amable, sonriente y amistoso con todos, eso me daba algo de celos.

—A-Azusa... no lo recuerdas?

Negué, el me ponía de cabeza en un segundo, olvidaba todo perdiéndome en su voz, en sus ojos, en su aroma, en Tsubaki, pero para ser más exacto la noche anterior había pensado muchos lugares para visitar el y yo y para decirle a cerca de mis raros sentimientos.

—¿de que hablas? tengo sueño, ven a dormir conmigo.

Me limpie las manos en mi regazo, me estaban sudando demasiado, ni siquiera le pude dar la cara.

—esta bien, estoy bien, ya me voy, solo quería darte esto...

Colocó sobre mis temblorosas manos un estuche envuelto con mucho cuidado en papel de regalo. De pronto como un click mi mente despertó pero no me dio tiempo a reaccionar. Parecía dolido, triste y todo por mi culpa.

—Feliz Cumpleaños.
Sentenció sin mirarme más, sólo salió de la habitación.

—Tsubaki.

Extendí la mano hacia la salida ¿que había hecho? Lo lastime, todo por ser tan descuidado.

Desde ahí me juré jamás volver a herirlo, protegerlo y callar mis sentimientos, pues no quería apartarlo más de mi.

El cumpleaños número 8 fue el peor de toda nuestra vida, aun no puedo sacarlo de mi mente, me tortura día a día saber que te hice daño Tsubaki.

Amarte En SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora