"Not everyone who holds your hand is to help you"
Noté como mis párpados estaban pesados y como cada vez que intentaba abrirlos parecía que no respondían a mis órdenes. Apenas sentía mi cuerpo, como si estuviera muerta. Mis sentidos no me correspondían, estaba sumida en un limbo donde no veía más que negro. No escuchaba ni siquiera mi propia respiración.
Tras unos instantes que no sabía cuántos fueron, ya que había perdido la noción del tiempo, empecé a escuchar un incesante pitido en mi oído, que taladraba la poca cordura que tenía en ese momento.
Mis párpados comenzaron a ser más ligeros, como si las cadenas que me ataban a la penumbra, lentamente se despojaran de ellos. Finalmente, mis ojos se abrieron, pero la situación no mejoró mucho, debido a que casi no había luz iluminando dónde estaba.
Estaba encerrada en una habitación que tenía un fuerte olor a humedad, haciendo el ambiente pesado y caliente. Las paredes estaban descuidadas y rotas, con pedazos de yeso cayendo al frío suelo de piedra.
Cuando mi vista fue dejando de ser borrosa y pude empezar a ver de manera más nítida, también me di cuenta de que había una pequeña ventana protegida por unos tablones de manera que permitían a algunos rayos de sol a través de ellos. Intenté levantarme, pero era como si mi cuerpo estuviera dormido. Me encontraba en un tipo de colchón sucio con roturas que dejaba escapar parte del relleno.
¿Qué estaba pasando? Era obvio que no me encontraba en ningún lugar conocido. Estaba confusa, y el dolor de cabeza mezclado con una sensación de náuseas hacían de mi mente un nudo de cables infinito. Sentía un pinchazo constante en la zona baja de mi espalda, un dolor agudo que se clavaba en mis músculos, algo así como una inyección constante.
Tenía miedo, más del que nunca había tenido en la vida. Era como estar encerrada en una película de terror y yo fuera la protagonista, en las películas de miedo los actores principales nunca mueren... Aunque en este caso no sé qué sería mejor.
De repente, escuché unas pisadas que resonaban sobre un suelo metálico, pisadas apresuradas que se encontraban cada vez más y más cerca. Mi corazón empezó a golpear frenético dentro de mi caja torácica. ¿Sería la persona que me trajo aquí? La ansiedad y la duda me carcomía los pensamientos; ¿Y si está armado? ¿Y si me matara aquí y nunca nadie se diera cuenta de mi desaparición?
Un sonido de llaves colgantes se escuchó seguido del pomo de la habitación en la que me encontraba girándose. Las luces del cuarto se encendieron tras parpadear unas cuantas veces y al fin, pude observar a la persona. De estatura no muy alta y con el pelo echado hacia atrás. Unos ojos azules como el mar, pero con la misma hostilidad que tenían las olas cuando se chocan contra los acantilados hechos de dura roca. Ropa tan oscura como la habitación en la que me encontraba antes de que entrara él, junto a varios tatuajes que se asomaban por los bordes de su camiseta.
- Genial, ya tenía ganas de ver a la nueva con mis propios ojos.- sentenció duro, pero el tono agudo en su voz hizo que perdiera casi toda la seriedad de la frase, aunque con el miedo que yo sentía era imposible moverme o reírme.
- ¿Nueva? - pregunté con el mayor coraje que he sentido en la vida, incomparable con lo que sentía en la escuela. El chico, que debía tener no más de 25 años, frunció el ceño haciendo que sintiera unas ganas terrible de vomitar.
- Habla más alto niña, no hay quién te escuche.- asentí levemente, horrorizada y con un miedo atroz a mirarle a los ojos.- Supongo que querrás saber por qué estás aquí, ¿No?- preguntó y yo volví a asentir. Él gruñó de manera que se me puso la carne de gallina.- Quiero putas respuestas, no gestos. Habla.- sentenció duro y juro que en ese mismo momento quería irme de aquí, llorar. Lo que fuera menos tener que ver a este hombre.
- Sí, quiero saber lo que hago aquí.- escupí la frase como pude, sintiendo como las palabras atoradas en mi garganta salían disparadas dejando un rastro seco en ella. Jamás sabré de donde saqué la valentía para decir aquello, pero aliviaba el hecho de poder decir lo que sentías. Era un sentimiento nuevo, y como cualquier acción nueva, asustaba y excitaba al mismo tiempo.
- Me alegra ver que vas mejorando.- dijo impasible con su mirada fija en mí.- Por cierto, me llamo Louis,- informó severo, pero con un tono más liviano que el que usaba antes.- Ahora mismo vendrá tu tutor. Bienvenida.
¿Tutor? Ahora estaba más asustada que antes. Ni siquiera sé cómo he llegado aquí y de alguna manera estaba intrigada. Pero qué concho, yo debería estar en mi casa, no en este lugar que siquiera sé qué nombre ponerle.
- Elisabeth Anne Clayton.- dijo una voz ronca desde la puerta, captando de pronto toda mi atención.- Yo voy a ser tu tutor, y esto no se trata de que yo te haga mi monólogo sobre por qué estás aquí. Tú haces las preguntas, no yo.
Era él. El chico del autobús, de la tienda. Él dueño de los preciados ojos verdes, los cuales ahora no me atrevía a mirar. A diferencia de Louis, él era alto, un metro ochenta más o menos. Una melena rizada peinada hacia atrás, dejando ver su frente con unos cuantos lunares decorándola, como si el mayor de los artistas hubiera dado suaves pinceladas sobre su rostro. Tenía expresión dura y fría, pero inspiraba más confianza de la que él creía.
- ¿Cómo te llamas?- tartamudeé centrando la mirada en el sucio suelo.
- Harry, el apellido aquí es confidencial.- acotó fríamente.- Mírame a los ojos cuando te hablo.- ordenó de forma directa, pero no cruel.
- ¿Cómo he llegado hasta aquí?- pregunté en un intento fallido de no mirar al suelo.
- Te rapté por la noche.- comentó como la persona que dice que va comprar el periódico. Vamos, debe de ser que aquí a la gente le parece algo común secuestrar a la gente cuando duerme.- ¿Más preguntas?- preguntó a lo que yo callé dentro de mi estado de shock y horror. - Bien, entonces es el momento de mi discurso; Estás aquí porque te necesitamos, eres parte de una organización en la que aprenderás a combatir, seguir, derrotar y ganar a tus miedos. Estás aquí para hacerte fuerte, para olvidar el ayer y crear un mañana. Estás aquí para eliminar a Elisabeth Clayton y crear tu propia tú, sin dejar que nadie te influya. Esto es la Unidad De Fuerza Elisabeth, bienvenida a tu nueva familia, bienvenida a la U.D.F.
~~Votad y comentad qué os ha parecido el capítulo, que como siempre anima mucho, y perdón por la demora~~
*Sin editar*