Amor infernal.

Capítulo 4: Un día complicado y solitario.

Cada día mas hojas caían al suelo, dejando desnudos y vulnerables a los arboles que con el viento parecían estremecerse por frió. Este día tuve que ponerme un suéter con cuello de tortuga negro, tenia pequeños diseños de rosas y mariposas en maravillosos tonos violetas.

Me metí dentro de mis pantalones de mezclilla con trabajo. La noche anterior, domingo, salí de paseo con la hermana de Alexander: Dalia, a pasear por toda la hermosa ciudad de San Diego. No entiendo si fue el entusiasmo de Dalia, o el gran vaso de café de Starbucks que bebí, pero no sentí para nada el frió helado del clima de la brillante noche... Hasta esta mañana.
Caminaba admirando el hermoso cielo matutino, observando desde lejos la bahía. Aun era algo temprano como para llegar a la Universidad, de seguro aun ni siquiera abría sus puertas, así que desvié un poco mi camino normal. Han pasado ya 2 semanas desde mi primer día de clases, las cosas han ido bastante normales hasta ahora.

Mire hacia el frente y mire a un par de chicos platicando, parecían llevarse bien. Pase de largo, hasta el momento en el que sentí una cálida mano sujetar con delicadeza la mía: era uno de los chicos que había visto.

-Disculpa, se cayó esto de tu bolsa.- Dijo uno de los dos chicos. El tenía una voz suave, sus ojos eran de color ámbar, su cabello era castaño claro. Iba vestido completamente formal, pero no un tipo de formal como cuando vas a una boda o algo por el estilo. No, era más como cuando tenía que llevar uniforme a la escuela.

-Ah, muchas gracias.- Dije, mirando su mano. Se me había caído mi libreta, la tome con cuidado y la arroje dentro de mi bolsa, cerrándola. Sonrió.

-Eres nueva en la ciudad, ¿no es así?- No apartaba sus ojos de mi.

-Ehm...Así es.-

El chico no paraba de sonreír, realmente tenía un aura muy armoniosa e infantil. Me parecía curioso, empezamos a hablar. Resulta que él iba en la misma universidad que yo, pero él era un año mayor que yo. Me sentía muy bien junto a ese chico, a pesar de que su amigo nos interrumpió más de 5 veces, al final se rindió y se fue solo.

Continuamos caminando hasta llegar a la universidad, admirando como pasaba de ser un edificio antiguo completamente abandonado a un campus lleno de vida. No pasaron ni 5 minutos de cuando me acerque a la entrada y de la parte superior una enorme cantidad de agua cayó sobre mi cuerpo que estaba helado y en shock. El joven a mi lado y yo miramos hacia la parte superior del edificio y miramos dos pares de cabezas rubias se asomaban falleciendo de risa. Una la reconocí completamente fácil: Agatha. Baje la mirada al escuchar las miles de risas a mi alrededor, incluido Alexander, quien le faltaba aire. Simplemente huí del lugar en ese instante, no quería soportar nuevas burlas de las personas, en mis antiguos lugares de estudios me molestaban puesto que mi padre nos abandono a mi madre y a mí por otra mujer, mi madre tuvo que trabajar a tiempo completo en una oficina y yo tuve que criarme sola básicamente. Corrí lo más que pude hasta llegar al muelle, estaba realmente exhausta, mis piernas me palpitaban y yo jadeaba desesperada en busca de un poco de aire. Mi cuerpo completo empezó a temblar violentamente, me estaba congelando a pesar de estar sudando, el agua que me echaron encima estaba completamente helada, mire mi celular, gracias a Dios este no se había descompuesto ni mojado, al igual que las cosas que estaban dentro de mi bolsa. No tenia mensajes ni llamadas, solo me senté a mirar el mar a pesar de casi entrar en una hipotermia. Empecé a llorar, estaba sola, no tenía porque soportar las lágrimas que me quemaban los ojos.

†

Después de una hora llorando sentada en el muelle suspire y limpie las lágrimas que aun caían de mis ojos. Acomode mi bolsa en mi hombro y me fui caminando lentamente hasta mi departamento, no quería volver a la escuela aunque sabía que debía hacerlo. Después de unos minutos caminando mire al chico que hace rato me había acompañado a la Universidad, solo baje la mirada y empecé a correr hacia otra dirección, entonces este tomo con delicadeza mi brazo y me jalo hacia él, abrazándome.