Capítulo 7: Aliados y enemigos
-hmmm...parece que alguien sabe cómo ser el alma de la fiesta -ronroneó Nate, mirándome con una sonrisa torcida.
Había despertado unos momentos atrás en la cama de mi celda, sintiendo mis músculos agarrotados.
Yo no sentía ganas de corresponder a su humor. De hecho, estaba bastante enojada.
-Te dije que pelear era una mala idea. ¿Qué sucedió luego de que me transformara?
Él se encogió de hombros.
-Los Guardias vinieron y nos mandaron a todos a nuestras jaulas. Frost, el hombre-lagartija, está en el Laboratorio, curándose. Es lo más cercano a un hospital en este lugar.
-¿Es decir que no está muerto? -no pude ocultar mi alivio- ¿Y se pondrá bien?
Nate me miró con extrañeza.
-¿Y por qué te importa? No siquiera lo conoces, y además te atacó.
-No es que haya sido personal -repliqué con un suspiro- sólo era un...deporte, o algo parecido.
-Tú sigue pensando eso...- respondió él, volviendo a sonreír.
Entrecerré los ojos, algo confundida, pero no le hice mucho caso. Ahora había algo que me preocupaba más: tenía hambre. Transformarme siempre me dejaba con el apetito de...bueno, un lobo hambriento.
-¿Cuándo es la próxima comida?
-Te la perdiste, acabamos de volver del Rincón.
-Demonios...¿y qué hago para conseguir algo de comer en este lugar? ¿Si no es el horario?
-Bueno...los humanos aquí creen que el único momento en el que nos alimentamos es cuando ellos quieren, pero hay otras formas. Conozco a algunas personas que pueden conseguir cosas, entre ellas, comida.
-¿Cómo...carne...de verdad? -de tan solo pensar en un filete mi estómago gruñó con renovadas fuerzas.
-Así es. Podemos ir si quieres.
-Vamos -repliqué apresuradamente, casi saltando hacia la abertura de la celda abierta.
Nate sonrió ante mi entusiasmo y me dirigió al Patio nuevamente. No había tantos monstruos como antes, y se estaba haciendo de noche. Atravesamos el lugar hasta llegar a un rincón entre dos de los muros, donde había varios arboles y arbustos.
-Uno de los defectos que tiene la Zona -me explicó una vez que llegamos- es que no hay mucha vigilancia en casi ningún lugar. Y gracias a eso, podemos hacer esto -entonces se agachó y hundió entre los arbustos.
Yo dudé, pero terminé por entrar también. Pensé que íbamos a encontrarnos con la pared, pero en lugar de eso había espacio, como una pequeña habitación rodeada de arboles o paredes; ocupada principalmente por cajas.
Además había una mujer con un vestido totalmente blanco sentada en un tronco caído. Tenia el pelo rojizo, ondulado y largo, llegaba a la cintura. Alta y esbelta, era hermosa. Entonces noté que una larga y peluda cola naranja terminada en punta blanca sobresalía de su vestido. Lucía sedosa. También tenía unas orejas de animal del mismo color, pero que se oscurecían hasta terminar negras en las puntas. Sus ojos amarillos me recordaron a un zorro, así como la cola y las orejas. También había otros dos hombres de aspecto rudo.
-Tiara -saludó Nate mirando a la chica.
-Nate... -dijo Tiara a su vez esbozando una sonrisa- hace bastante no te veía.
-Si querías verme, no estaba muy lejos. No es que haya muchas opciones de a dónde ir en este lugar.
Ella asintió y paseó su mirada de Nate a mí; y luego de mirarme unos segundos con el ceño fruncido su expresión se volvió de un disgusto que me impresionó, teniendo en cuenta que no me conocía. Se levantó del tronco furiosamente y caminó hacia a mi, deteniéndose a centímetros de distancia.
-¡Tú! -rugió- ¡tú heriste a Frost! ¡Ahora está en el hospital por tú culpa!
Yo no atiné a hacer nada, la sorpresa retuvo mis músculos.
-Calma Tiar... -musitó Nate lentamente- ya sabes cómo es la cuadra...siempre hay heridos.
-Tú cállate Nate-repuso Tiara sin quitar la vista de mi- no sabes lo que se siente que hayan golpeado a quien más quieres y no poder hacer nada al respecto.
Nate estaba por replicar pero lo interrumpí.
-Lo siento... -dije con sinceridad- de verdad, perdí el control... no quería lastimarlo.
Ella asintió con lentitud y una mirada especulativa, y no dijo nada más.
Unos momentos después mi compañero de celda se rascó el cuello y rompió el silencio.
-De cualquier manera... vinimos a ver si tenías algo de mercancía.
Tiara dirigió nuevamente su mirada a él.
-¿Qué es lo que buscan?
-Comida... estilo Bambi para ser más precisos.
Ella se encogió de hombros con indiferencia.
-Frost estaba a cargo de eso, él iba a recibir una entrega hoy -me miró nuevamente con recelo- pero claramente no pudo.
Yo bajé la mirada, avergonzada.
Nate sólo asintió.
-Está bien... entonces nos vemos. -dicho esto se dirigió hacia afuera, y yo empecé a seguirlo.
-¿Conoces el dicho "ojo por ojo, diente por diente"?-me dijo Tiara antes de que saliera, con una mirada felina, letal- yo sí.
Terminé de salir de entre los arbustos, algo confundida. ¿Eso había sido una amenaza?
Sin embargo no le dedique mucho tiempo a estos pensamientos. Por ahora otro problema ocupaba mi mente.
-¿Cuándo va a ser la próxima vez que comamos?-pregunté, deseando que no faltara mucho.
-Mañana, en cuanto despiertes.-me respondió Nate, mientras caminábamos por el Patio.
-Maldición, y que se sup... -empecé a decir, pero me callé en cuanto vi a una enorme hiena acercándose. Era como del tamaño de un oso, o quizás un poco más chica...pero definitivamente mayor que lo que se estima en una hiena. Tenía un pelaje extrañamente dorado, pero casi plateado al mismo tiempo. Sus ojos eran negros como dos piedras brillantes incrustadas, e incluso parecían inteligentes y llenos de pensamiento. Me tensé: se veía peligrosa, y venía hacia nosotros.
Nate estaba inusualmente tranquilo, y rio ante mi reacción; lo que me extrañó aún más.
La hiena se detuvo a dos pasos de distancia y se sentó, mirándome fijamente.
-Um... Nate...que..?- balbuceé, sin saber si preguntar "¿qué hace una hiena en una prisión de monstruos?".
Él se encogió de hombros.
-No es mala, bueno, al menos no va a atacarte... ¿no te recuerda a alguien?
Miré fijamente al animal, tenía algo conocido, pero no pude descifrar exactamente qué. Entonces centré la vista en su pelaje, y en el hecho de que incluso parecía sonreír. Una sonrisa amigable, sin atisbo de amenaza o rencor... me recordó a cuando desperté esa mañana, que parecía hace tanto, y vi esa sonrisa en...
-Debbie... -murmuré por lo bajo, entre mis pensamientos. Definitivamente me recordaba a ella.
-¡Tin, Tin, Tin! -canturreó Nate burlonamente.- ¡Acertaste! Ella se transforma de noche en este... animalejo, y de día vuelve a su forma normal, o bueno, normal para ella.
La hiena entornó los ojos mirando a Nate, con una mirada de fastidio.
-Ya veo...-dije mirando fijamente a la hiena, con fascinación- eso es...extraño, pero no malo.
Después de todo, con todas las cosas fantásticas que pasaban a mi alrededor, no era tan sorprendente que mi amiga fuera una hiena de noche.
Sonreí un poco al pensar que ya la consideraba una amiga. Pero luego esa sonrisa se esfumó de puro cansancio.
-Voy a las Estancias -informé. Aún no me acostumbraba al nombre.
Nate asintió.
-Te acompaño.
Nos alejamos dejando a Debbie recostada y mirando hacia arriba, al parecer disfrutando de la luna.
Cuando llegamos Nate se acomodó en su puesto usual sentado en la cama, mirando a la nada. Yo visité brevemente el pequeño baño que teníamos y luego salí.
-¿Por qué siempre estás ahí, en la misma posición? -inquirí, mirándolo- es decir, sé que no hay mucho espacio aquí, pero aún así.
-Por las vistas. -fue todo lo que respondió, sin dejar de mirar al frente. Seguí la dirección de su mirada y todo lo que vi fue el armario. Lo hubiera dejado pasar como otro de sus comentarios sarcásticos, pero lo había dicho con un tono diferente, más serio.
-¿...A qué te refieres?
Bajó la vista hacia mí y palmeó el colchón a su lado.
-Ven.
Curiosa así lo hice, y me senté a su lado. Una vez que miré hacia la pared frente a nosotros entendí todo.
Había un póster allí, del exterior. Era de una ciudad, con restaurantes saturados de gente sonriente y bonitos edificios, además de una noche estrellada que se dejaba ver entre los rascacielos.
Nos quedamos en silencio observando la imagen por unos momentos, hasta que él habló:
-No soy como los demás monstruos aquí -musitó por lo bajo. Lo miré y noté que su expresión había cambiado junto con su voz, se veía más... sensato y reflexivo. -No me capturaron y trajeron a este lugar, nací en La Zona -dicho esto me mostró su muñequera, con el número 003 tallado.
Estaba sorprendida, e iba a decir algo, pero Nate siguió hablando.
-No conozco realmente el exterior, todo lo que tengo es esa foto -finalizó, volviendo a mirarla. Esbozó una vez más su sonrisa de siempre, aunque algo más apagada esta vez- ahora sabes por qué siempre estoy aquí.
-Y yo que pensaba que era sólo porque la cama era cómoda -comenté luego de unos momentos, lo que hizo que su sonrisa se avivara. Luego dije:
-No te pierdes de mucho. Realmente, allá afuera hay cuentas que pagar, y tráfico, y gente estúpida y todo tipo de problemas.
-Y aún así quieres escaparte.
Me sobresalté.
-¿Qué te hace pensar que planeo un escape?
Él rodó los ojos, como si estuviera subestimando su inteligencia.
-Nadie llega aquí tan tranquilo a menos que no tenga planeado quedarse mucho tiempo. El hecho de que no estás hecha una bola de depresión me dice que o tienes un plan, o estás buscando uno.
-Bueno... -tragué saliva- ¿no vas a decírselo a nadie, verdad?
Me miró con feroz determinación, y su vivaz sonrisa jugando en sus labios.
-Oh, Val, es más: voy a ayudarte a escapar.N/A: ¡Hola a todos! Me encantaría saber su opinión respecto a la historia hasta ahora, si tienen tiempo ;)
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La Zona
Lupi mannariQuerían encerrarnos, a todos quienes fuéramos distintos, tenernos como sus ratas de laboratorio. Pero no contaban con que nos uniríamos, con lazos de amor, traición, amistad, todo en torno a una sola idea: escapar.