De Amor y Muertos Vivientes.

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De Amor y Muertos Vivientes.

Abro los ojos, y de inmediato sé que éste no va a ser un buen día. No es necesario tener un mal presentimiento, o echar un vistazo al pedazo de cristal mugroso a través del cual se cuela la débil luz solar que deja escapar el cielo nublado, para saber si será un buen o un mal día. Ni siquiera necesito levantarme de la cama, o abrir los ojos, o despertar. Sé que es un mal día porque, desde que los Muertos Vivientes caminan por la Tierra, todos los días lo son.

Ésta no es una historia de supervivencia zombi. No es una historia de cómo un grupo de valientes jóvenes consiguieron sobrevivir al Fin del Mundo y crear un paraíso postapocalíptico, porque este tipo de historias no existen. No. Ésta es la historia de cómo, aún en medio del desastre, la catástrofe y la tragedia, aún a pesar de tanto terror y desesperanza, puede encontrarse la oportunidad para amar. Es la historia de un amor zombi, o mejor dicho, un amor nacido entre zombis.

Estamos en el día 730 después de la liberación del Virus Z. Han pasado, exactamente, dos años desde que dicho virus acabó infectando a sus creadores, desatando la tan temida epidemia zombi de la que mucha gente habló en los últimos años. Claro está, su nombre real no es Virus Z (el real es AZ4132E) pero éste fue el nombre que se popularizó entre los que hemos conseguido sobrevivir a su infección. La historia de cómo este virus acabó con la raza humana es de lo más curiosa, algo digno de contar. ¿Han escuchado alguna vez el término "serendipia"? ¿No? Bueno, serendipia es cuando haces un hallazgo afortunado e inesperado mientras buscabas otra cosa totalmente diferente. Como cuando los médicos descubrieron que el Viagra sirve para lo que sirve, mientras intentaban hacerlo funcionar como medicamento que controla la presión alta. En este caso, el Virus Z tuvo su serendipia, pero con resultados que a la larga fueron negativos en vez de positivos.

Originalmente, los médicos que desarrollaron este virus buscaban una vacuna para el SIDA, algo que pudiera ponerle fin a tan mortífera enfermedad, y mientras experimentaban con virus mutados y los probaban en monos, alguien descubrió que la cepa AZ4132D, la última desarrollada de la vacuna, había mutado y ocasionado un desarrollo en los hemisferios cerebrales de los simios infectados, logrando que éstos empezaran a presentar un comportamiento más inteligente del esperado, de acuerdo a su condición. De repente, los monos podían hacer operaciones matemáticas sencillas, presentaban razonamiento inteligente e, incluso, se les podía enseñar a leer. Hubo rumores de que también un par de monos desarrollaron el habla, pero esto nunca fue confirmado. Sea como fuere, el ser humano siempre ha sido ambicioso, y aún cuando lo que tiene no sea poco, siempre desea más, y los investigadores se preguntaron qué clase de desarrollo evolutivo podría presentar un ser humano con el virus AZ4132D, si los monos habían conseguido casi convertirse en humanos con él. ¿Se habría hecho, acaso, un descubrimiento importante y revolucionario? Sólo había una manera de saberlo.

Debido a los protocolos usados en investigación, no es tan fácil experimentar con seres humanos; no es como llegar y decir: "oh, miren, tengo este nuevo virus que seguramente hará algo bueno con nosotros, pero necesito probarlo en alguien, si me dan ustedes permiso". Si conseguir autorización para aplicar cualquier vacuna experimental a seres humanos representa un enorme problema, con mayor razón lo será el usar un virus que no se sabe qué reacciones pueda causar en el hombre. Como era de esperarse, todos los consejos de investigación y asociaciones de ética rechazaron el permiso para probar el virus AZ4132D en humanos, pero nunca falta el médico que se siente tan inteligente como un dios, y que al mismo tiempo, sea tan idiota como el más vulgar de los animales, y que crea que puede pasarse de listo sin salir perjudicado. Así pues, a pesar de las recomendaciones y prohibiciones, los investigadores que desarrollaron el virus AZ4132D decidieron inyectarse ellos mismos su vacuna para ver el resultado en sus propios cerebros.

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