Distanciamiento

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Alex seguía ahí parada, como en shock, ¡diablos! Lo eché todo a perder. De pronto, al sentirme de lo peor, comencé a llorar sin control, me caí al piso de rodillas, pero no hubo ningún consuelo, ella sólo se dio media vuelta y se fue, yo me quedé ahí, tirada llorando sin consuelo alguno; al terminar de llorar, no volví a entrar a clase, me fui a mi casa, fingiendo estar enferma, no podría soportar la mirada de Steve y la soledad de estar sin Alex.

Cuando llegué a casa, mi madre no había llegado aún, sólo me fui a mi cuarto y seguí llorando hasta quedarme dormida. Al día siguiente ya no fui a la escuela, me sentía demasiado deprimida, no salí de mi cuarto en todo ese día, solo estaba acostada mirando al techo, recordando su cara y su indiferencia hacia mis sentimientos. Después de dos días de estar tirada en mi cama, comiendo todo tipo de frituras que pudiera encontrar en casa, tome el valor suficiente para volver a clase y Steve al verme corrió a abrazarme.

-¡Faby! me tenias muy preocupado ¿Dónde estabas? - preguntó

- Me sentía un poco enferma, sólo eso - contesté intentando sonreír.

- Bueno parece que tu y Alex se pusieron de acuerdo, ella también se reportó enferma desde antier, parece que hoy tampoco va a venir - en ese instante, deduje que ella no quería verme más, realmente había hechado todo a perder, aún así necesitaba oírlo de su boca, necesitaba que me dijera de frente que no sentía lo mismo por mi, que me odiaba y que no quería verme jamás, solo así se mitigaría un poco mi dolor, al menos saldría con la frente en alto y con la certeza de que lo pude decir y no me lo guardé.

Pasó casi una semana y ella no había regresado, me quedaba perfectamente claro que ella no quería nada más conmigo, ni siquiera una amistad; estaba sentada en mi pupitre, maldiciendome, maldiciéndola, aún no entiendo como se pudo convertir en alguien tan importante para mi en tan poco tiempo, como fue que se metió de lleno en mi corazón, tardaría siglos poder olvidarla y eso si algún día lo lograba, ahí fue donde me di cuenta que no la conocía mucho, apenas sabía cosas de ella, aún así la quería como a mi vida.

El profesor aún no había llegado, yo me encontraba ahí haciendo garabatos, intentando distraerme para no pensar en ella, ya que sólo lograba llorar una vez más, al ver su rostro de sorpresa y quizá asco, que tenía ese día en que dejó de venir, no la había llamado, ni hablado con ella por el chat, no tenía el valor suficiente para hacerlo, sabía que si lo hacía, me partiría en mil pedazos volver a oír su voz y dolería aún más si me decía cosas desagradables.

Pero ese día me enteraría de toda la verdad...


Sin ti no puedo vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora