-Juraría que este pasillo ya lo hemos cruzado antes.- El profesor parecía de todo menos cansado. Llevaba cinco minutos dejándose guiar por las indicaciones de la joven, y todavía podía notar la dureza de sus bíceps impactar con su cuerpo frágil.
-Imaginaciones tuyas, profe.
-No sé cómo os hacía decir que le llamaréis a Don Andrés, pero a mi puedes llamarme Ángel.
<<Ángel, Ángel, Ángel. – Se repetía Desiré.- Se llama Ángel. ¡Sabía que era una mezcla entre un Dios y un ángel! Ahora todo tiene sentido>>
-¿Ángel que más?-
-No tengo Facebook, sí es lo que te interesa.- Los dos rieron por ese ingenioso comentario lleno de inocencia por parte del profesor. Aunque no fuera la intención de la joven, hubiese sido buena idea si se hubiera dado el caso que tuviera ese tipo de red social.
-Es una lástima. Pero más bien lo preguntaba para cuando tenga que entregarte un trabajo poner en él su nombre completo.
-¿Su? ¿Tan viejo parezco para que me trates de usted?
Desiré volvió a soltar una carcajada. Un hombre con chispa e inocente. Le encantaba.
-En Las Dominicas nos enseñan des de pequeños a tener un respeto al profesorado.
-Oye, vale que sea nuevo, pero esto de tomarle el pelo al sustituto de tu profesor está muy mal visto.
-Está bien, te trataré de “tu” por ser tú.
-Buena combinación de palabras, señorita…
-Señorita Watson, Desiré Watson, la última de la lista. Tomé nota para estrenar su libreta con un doble positivo.
-¿Doble? Creo que con uno ya será suficiente.
-Ya ¿Y crees que este tobillo se va a recuperar solito? Tengo un partido dentro de tres días. Ahora gira a al derecha.
Ángel obedeció al momento mientras la chica observó cómo a su profesor se le tensó la mandíbula. Incluso preocupado le pareció atractivo su profesor.
-¿Juegas en el equipo de fútbol del internado?- Desiré niega con la cabeza.- ¿Animadora?
-¿Tú me ves gritando el nombre de nuestro instituto con voz de pito, pompones y con uniforme que se me vea la ropa interior?
-Sería algo interesante verte en esa situación tan agradable cómo lo podría ser para ti cómo para todos, pero no. La verdad es que no.
Desiré no acababa de pillar mucho su frase, pero creyó que eso había sido un elogio. Y si no lo era ¿Quién es quién para impedir que ella no sueñe?
-Soy capitana del equipo de Vóleibol.
-Era mi tercera opción.
-No lo pongo en duda.
-Deberías de hacerlo. Suelo mentir para impresionar.
-¿Y esto entra dentro del juego de hacerte el profe enrollado para impresionarme o es algo cierto en ti?
-Te contestaría pero, entonces se perdería la gracia del juego.
Y de nuevo esa amena sonrisa. Llena de dulzura, sofisticada, creando unas pequeñas descargas que recorrían de los pies hasta el alma de la muchacha.
En ese precioso sueño en que solo se encontraba el ángel de cabellos oscuros llevando a la joven a una enfermería muy lejos de su posición, se cruzó con todo villano que tiene una historia.