Eres Perfecta.

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Se trataba solo de despegar esas cortantes heridas, como un adhesivo, sacarlas de tu piel imperfecta. Se veían tan oscuras, a decir verdad, solo tú podías notarlas. Pero veías fuego en ellas, porque cada una te quemaba la conciencia.

Tal vez tu peor miedo era que alguien las descubriera allí solitas, asustadas y confundidas. Heridas de luz, heridas de liberación. Ellas te salvaron alguna vez de un derroche de sentimientos. Pero ahora dejan mucho que decir.

Cada día una nueva tempestad en tu piel, una tormenta de dolor interno satisfecho por el externo. Creyendo que solucionarías algo querida, lo has empeorado.

Miraste tristemente tu cuerpo en el espejo y creíste que debías maltratarlo para cambiarlo. ¿Necesitabas un cambio verdad? Ahí lo tenías. Te estabas perdiendo rápidamente en el sufrimiento y la depresión.

Escribiste una historia falsa para importarles. ¿Una estupidez? Por supuesto. Si tú eras perfecta, cada poro de tu ahora demacrada piel, era perfecto. Al igual que tus sanos pensamientos. ¿Necesitabas un cambio? Ahí lo tenías.

Te volviste seca, apagada, inestable. Todo lo que odiabas. ¿Necesitabas un cambio? Lo has logrado hermosa, cambiaste tu vida. Te hundiste en el barco del dolor.

Eras eufóricamente preciosa, una sonrisa de esquina a esquina, un destello que se veía desde lejos. Y ahora estas aquí, rogando una muerte rápida. Eres egoísta, solo te importa tu deseo de irte y que todo sea más fácil en otra realidad. ¿Mi deseo de que sigas adelante no interesa? Al parecer no.

Te he dicho mil veces que tu pasado es historia, ven aquí conmigo, hagamos un presente preparado para un futuro. No llores, las lágrimas que desperdicias se pierden para siempre.

¿Necesitabas un cambio? Ven conmigo, cambiemos juntos.

Decías que eran heridas internas, derrames imparables, una muerte cercana. Decías también que todo había salido al exterior, que se reflejaba en tu piel cristalizada, que se rompía con ella. Decías que cuando pensaste que estabas a punto de ganarle al misterio y al dolor, perdiste. Decías que estabas perdida y que nadie iba a encontrarte nunca. Pues yo te digo que te encontré, sin mapa, sin GPS, te encontré, sola. Y aquí estoy, voy a ayudarte a sonreír como antes, vas a volver a ser feliz. Nadie te robo tu hermosa inocencia, nadie volvió tu cuerpo una infestación de recuerdos. No estás sucia, estás demasiado limpia, tanto, que te he visto brillar.

Mírate al espejo princesa, eres perfecta.


ERES PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora