Aria la mujer que había sido esposa del jefe de un importante clan, estaba maldita y todas las mujeres que nacieran en su clan lo estarían, así lo había dicho una bruja la cual se había enamorado del padre del actual jefe pero él la había rechazado y a consecuencia maldijo a la que sería su futura mujer y a todas las mujeres que nacieran o se unieran a su clan y solo con un verdadero amor la maldición se rompería.
-Solo con un amor puro como el que tu no me has dado la maldición se romperá pero me has demostrado que el amor puro no existe así que dudo que algún día esa maldición se rompa.
Así finalizó la bruja su maldición.
Aquel hombre vivió con miedo sobre todo cuando su mujer anunció que iba a dar a luz a su primer hijo en unos meses.
El dia del parto llegó más pronto de lo que esperaban pero para su suerte fue un niño, su único hijo.
Al crecer su hijo se enamoró de una bella joven de hermosos cabellos rojos; Aria la hija de un clan vecino.
Al poco tiempo tuvieron una niña, el viejo jefe y su hijo decidieron poner fin a la vida de aquella pequeña antes de que fuera demasiado tarde.
Aria había defendido a su hija recién nacida con aquel poder que guardaba en su interior, había acabado con la vida de su esposo y del padre de éste los cuales habían intentado acabar con la vida de su hija.
-La maldición no acabará sin un verdadero amor...
Había dicho su marido antes de morir a causa de aquel extraño poder que solo las mujeres de aquel clan poseerian.
-Tu nunca me amaste, por eso hoy he podido defender a mi pequeña, con el poder de esta maldición. - Aria miró con desprecio el cuerpo sin vida del que fue su marido.
Aria se acercó a su hija, la cargó en sus brazos y salió de aquella casa o lo que quedaba de ella y se sentó en el suelo al lado de un robusto árbol.
-Hija mía, sé fuerte y valiente. No dejes que dañen tu corazón pues muchas serán las veces que lo intentarán. Tienes un gran poder en tu interior y no debes liberarlo sin saber controlarlo, se que algún día lo lograrás aunque yo no esté para verlo. ¡Crece y lucha siempre por lo que quieres Erza!.
Aquella mujer de cabellos rojos pronunciaba sus últimas palabras hacia su hija la cual acunaba con su brazo derecho mientras que con el brazo izquierdo se apretaba la profunda herida que tenía en su abdomen.
Sabía que los del pueblo vecino llegarían para ayudar pero para cuando lo hicieran ya sería demasiado tarde para ella, así que escribió en la tierra el nombre del bebé, pues ese era el nombre que quería que llevara y cerca de él dejó a su hija.
Seguidamente cerró los ojos para no volver a abrirlos.Los habitantes del pueblo llegaron y al ver a Erza la llevaron con ellos.
Una de las mujeres del pueblo la adoptó como su hija y se encargó de ella, en el pueblo se acordó jamás decirle a Erza nada.Erza creció hasta que cumplió ocho años, su madre la envió a comprar algunas cosas y cuando se dirigía a su casa unos hombres extraños se le acercaron.
-¿Qué traes ahí, Enana?.- dijo uno de los hombres, parecía ser el jefe.
Erza, por el miedo, fue incapaz de responder.-Dímelo.- dijo el hombre.
-No.- Alcanzó a decir Erza
-¿Una persona que ni es de aquí, reclama algo como suyo?...que extraño. - dijo el hombre.
-¿A que se refiere?. - dijo Erza con un hilo de voz.
-Eres la hija de un monstruo, todo el mundo lo sabe y al parecer yo tendré el honor de abrirte los ojos.Erza sintió esas palabras como cuchillas, no entendía nada y ella creía que su pueblo jamás le mentiría.
-¡Mientes!. - dijo Erza.
-¿Miento?...¿Acaso tu madre no era un monstruo que acabó con dos vidas humanas?.
-¡No!. - Exclamo Erza. - Mi madre es Kagura-san.El hombre soltó una horrible carcajada.
-Esa mujer no es tu madre biológica, tu madre biológica murió y a ti te encontraron a su lado.- dijo examinando su cuchillo.- Pero eso no importa, dame eso.Erza estaba atónita, asustada, su mundo entero se había desmoronado.
De repente algo se encendió en ella y una fuerza descomunal acabó con sus atacantes pero también con medio pueblo.Al volver en sí, vio como los habitantes que quedaron le escupían insultos que eran veneno para ella.
"Monstruo".
"Demonio".
"Jamás debimos acogerte".
"¿Así nos pagas?".Todo esas palabras, las miradas de pánico de su pueblo la hacían sentir miserable y agobiaba su alma.
Pero oyó una voz melodiosa y suave en su cabeza."Hija mía, sé fuerte y valiente. No dejes que dañen tu corazón pues serán muchas las veces que lo intentarán. Tienes un gran poder en tu interior y no debes liberarlo sin saber controlarlo, se que algún día lo lograrás aunque yo no esté aquí para verlo. !Crece y lucha siempre por lo que quieras, Erza!".
Sintió que esas palabras le dieron fuerza y entendió que ella podía luchar contra lo que fuera.
El jefe del pueblo, que le tenía mucho cariño a Erza, se enteró de esto.Muchos de los aldeanos sugirieron la ejecución de Erza, el jefe se negó rotundamente, aunque sabía que ella era una amenaza, no quería matarla.
La decisión final fue encerrarla en una torre, donde no le hiciera daño a nadie.Aunque sentía que podía lidiar con lo que fuera la gente de aquel pueblo la encerró en la torre, la más alta de entre todas, donde esperaban que nunca volviera a salir y causar daño alguno.
Mientras tanto en el pueblo, una extraña mujer se dio cuenta de esto, esta mujer era nada más y nada menos que la bruja que tanto daño le hizo al clan.
La bruja había entendido que lo que hizo estaba mal y se sentía arrepentida, así que le confío una misión a su nieto: Jellal.-Una vez me enamoré, pero ese amor no fue correspondido y a consecuencia de ello maldeci a la que sería la mujer de aquel hombre, a las que se unieran y nacieran en su clan, pero ahora veo que actué con egoísmo y me arrepiento de mis actos. Encuentra a una mujer de ese clan y tráela hasta mi antes de que mi vida se consuma y así poder retirar la maldición.
El niño se quedó atónito por la confesión de su abuela, sin embargo algo en él le decía que podía y debía hacerlo.
-Está bien, abuela, me encargaré de traerla.
La anciana asintió y el niño salió corriendo en dirección a la casa del jefe.Entró a una cabaña más grande que las demás y tocó en una de las puertas.
-Pase. - Se oyó una voz detrás.
El hizo lo que le ordenaron.
-Jefe, vengo con una petición. - Dijo haciendo una reverencia.
-Dime, Jellal-kun.-Permítame cuidar de...Erza.
El hombre dejó de hacer lo que hacía y vio atónito al pequeño.
-¿Qué?.-Deseo cuidar de ella y, si es posible, algún día sacarla de la torre.
-Es muy peligroso...-El hombre fue interrumpido por Jellal.
-Lo se, y algo me dice que no podré sacarla, pero, por favor déjame visitarla.El hombre dudó un momento.
-Está bien, podrás ir con ella, pero eso será cuando cumplas la mayoría de edad.
-Gracias, Jefe.Jellal se fue de la casa el gran jefe para contarle a su abuela.
-"18 años". - pensaba él. - "No es tanto tiempo".
Para Erza el tiempo parecía que se hubiese detenido, los años pasaron lentamente, pero sin darse cuenta Erza cumplió los dieciocho años mientras seguía encerrada entre en aquellos muros de piedra.
Gracias por leer nuestro primer capítulo. *-*
Espero que les haya gustado.
Los queremos. ❤