A partir de la primera noche que hablamos, empezamos a hablar todos los días, desde los buenos días hasta las buenas noches. La estaba cogiendo cariño a una velocidad que me asustaba.
Cada vez que hablábamos descubríamos algo en común. Cosa que me encantaba. Y yo empecé a imaginarme como sería una quedada con ella, y los temas que sacariamos. Y cada vez tenía más y más temas. Pero me atrevía a decirla de quedar.Seguimos hablando así durante unas dos semanas, más o menos. Hasta que un día, entre una conversación normal, me preguntó que si podía quedar esa tarde. A lo cual yo, obviamente, le respondí que sí. Pero como me daba vergüenza ir sola al grupo, la pedí que me pasara a buscar a un punto intermedio para las dos.
Recuerdo que estaba impaciente porque llegara esa hora, la hora de verla por segunda vez. Estaba nerviosa, no voy a mentir, cada minuto que pasaba era un minuto menos para verla, y eso me ponía los pelos de punta.Hice lo que tenía que hacer por casa, para que me dejara salir mi madre sin necesidad de discusiones. Y me empecé a preparar.
Cada vez estaba más y más nerviosa, sólo quería que pasara ya el tiempo, porque la espera me estaba matando.
Quería verla ya.
Porque si no mi corazón estallaría por exceso de velocidad. Todo en mi quería estar con ella.
Por muchos nervios que tuviera.El tiempo parecía no pasar, el reloj se paró en mi cabeza y se negaba a acelerar.
Por fin llegó el momento de irme, salí de casa rápido y baje las escaleras hacia la calle. Me dirigí hacia la plaza dónde habíamos quedado, y cuando estaba ya casi ahí, miré la hora. "Mierda" pensé, pues debería haber estado ahí hace cinco minutos.
Miré a todas partes buscando la estatua en la que habíamos quedado.
Y ahí estaba la estatua, el guardia civil de hierro mirando hacia al horizonte. Me pregunté si alguna vez, cuándo fue creado, estaba señalando a algo. Porque ahora estaba dirigido a la nada, al cemento, a la urbanización, pero a nada en concreto.
Crucé la carretera con cuidado, pues el paso de cebra me pillaba demasiado lejos y no tenía tiempo. Según me acercaba sentí alivio, ella aún no había llegado. Así que yo no quedaba mal.Cuándo me quedaban unos diez pasos para llegar a la estatua apareció de la nada. Y Sonreí. Esa sonrisa que últimamente tan bien conocía, me sentí estúpida pero lo ignoré.
Me acerqué a ella y la saludé.Ella se medio bajo de su bmx roja y me abrazó.
- ¿Lista? - Preguntó -.
Yo asenti y empezamos a andar hacia dónde habíamos quedado con los demás.
De repente me invadió una sensación de impotencia y no sabía que hacer ni decir. Tantos temas que había pensado hasta ese momento, para ahora quedarme en blanco...- ¿Has visto esa señora? - Dijo ella señalando al frente - parece una fruta rara, sólo va de un color. - Rió - .
- Reí tímidamente - Si... Em... La gente tiene estilos de vestir muy raros.
Hablamos hasta llegar al teatro. Dónde me presentó al resto del grupo.
Fue una tarde agradable. Me lo pasé bien y estuve con ella.
Según transcurría el tiempo, me iba soltando mas e iba hablando más con ella.
Era genial, simplemente perfecta.
Y ahí fue la primera vez que se me pasó ese pensamiento por la cabeza... Ahí fue la primera vez que pensé en ella como realmente no quería pensar por miedo. Ahí me dio igual todo.Por primera vez sólo quería estar con ella. Me sentía a gusto. Me reía. Me hacia olvidar mis problemas. Veía las cosas diferentes cuando la miraba a los ojos. A esos ojos que parecían decirlo todo, y a la vez ocultar los secretos más profundos del universo.
Ahí fue la primera vez de todo.
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La verdad es que... Me alegro de que todo eso siga siendo asi. 05.
Aquí os dejo la tercera parte. Disfrutad!
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Speed.
Roman pour AdolescentsLo que empieza siendo casualidad, se puede convertir fácilmente en algo mejor, en algo al lado de la persona que quieres. Ella.