17. Deshazte de los demonios

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El cura no se negó en aceptar venir a mi departamento ese mismo día, sin importar que era Nochebuena. Cuando entró, la cara de Harry era un poema. Se veía claramente molesto, tensando la mandíbula y adoptando una postura que denotaba enojo. Pero a mí no me importaba en lo más mínimo, lo que quería era paz, y tranquilidad. Y eso no lo iba a resolver Harry.

—¿Qué dice, padre?— Él se quedó estático en la puerta, como si viese algo que yo no pudiese ver. Como si sintiese algo a lo cual yo era ajena. Su asistente, me miró, y le susurró algo en el oído.

—Pobre muchacha...— Le oí decir.

—¿Qué? ¿Por qué?— Él me miró, y después volteó la mirada a otro lado, ignorándome completamente.

El padre siguió, regando agua bendita por la casa. Harry no hacía más que vernos desde el sofá.

Cuando tiró agua bendita en mi habitación, y esta cayó en el piso, hizo un sonido extraño. Como efervescente. Mis ojos se abrieron en sorpresa, al igual que los de el padre y su asistente.

—Aquí tuvo que pasar algo muy trágico— Dijo mirándome a los ojos. Sentí la bilis subir por mi garganta, mientras mordía la parte interior de mi mejilla.

—No lo sé realmente. Cuando compré el departamento no me contaron sobre los antiguos inquilinos.

—Debieron hacerlo— Intervino el asistente —. Es una regla hacerlo antes de cualquier venta. ¿Por qué no lo exigiste?

—Me mudé en situaciones bastante apresuradas.

—Bueno, no es momento de interrogatorios, Ralph— Dijo el padre —. Debemos sacar a la niña de aquí. Liberarla.

—¿Cuál niña?

—En este departamento— Empezó, caminando hacia el comedor. Harry nos oía desde muy cerca —. Deambula el espíritu de una niña que murió en este edificio. No sé si aquí mismo, pero puedo alegar que habitó aquí.

—¿Es usted médium?— Harry intervino, volteándose —¿O algo así?

—De hecho, sí— Replicó —. Sólo que no uso mis... cualidades muy a menudo. A menos que la situación sea demasiado grave. Y aquí lo es. ¿Ha estado usted viendo a una niña, Kiera?

—Sí...

—¿Alguien más aquí la ha visto? ¿O usted es la única que logra hacerlo?

—De hecho, sólo yo.

—Entonces déjeme informarle que si alguien la liberará y la ayudará a hacer la transición, es usted. Y más nadie.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, y no pude evitar sentirme nerviosa. ¿Por qué yo? ¿Qué relación tenía yo con esa niña? Apostaría lo que sea a ninguna. Ni siquiera soy de Glastonbury.

No quiero hacer esto. No sé como hacer esto. Dios, ¿Por qué todo tiene que ser así para mí?

—¿Y cómo puedo hacer eso? No tengo ni idea de cómo hacerlo. No he tenido experiencia con algo parecido nunca.

—Bueno, primero deberías... deshacerte de los demonios— Abriéndose paso hasta la salida del lugar, él le echó una mirada a Harry —. De todos modos, este no es el día más apropiado para eso. Es nochebuena. Debo irme, pero contáctame cuando las fiestas hayan pasado. Dios te bendiga, hija. Y feliz navidad.

—Feliz navidad para ustedes también.

Quedando un poco desconcertada ante sus palabras, cerré la puerta, girando sobre mis talones y encarando a Harry, quien ahora se encontraba de pie.

—¿Por qué llamaste a un cura? ¿Crees estar poseída, o que yo lo estoy, o qué?— Explotó. Las venas de su cuello afloraban, lo cual lucía bastante bien, más no era una buena señal. Estaba molesto, muy molesto.

—¿Perdón? Primero que nada, no tienes derecho de hablarme así. Así que te sientas, te calmas, y hablamos como personas civilizadas— Espeté. No tenía ganas ni fuerzas de pelear. Y tampoco había una razón para hacerlo.

—¡Es nochebuena! ¿Y se supone que tengo que sentarme ahí a ver como un cura inspecciona el departamento, dice un montón de basura, y encima me califica de demonio? ¡Por supuesto que no!

—¡Es mi departamento, Harry! ¡Puedo llamar a la CIA si quiero!

—¿Entonces no tengo voz aquí? ¡Vamos, soy tu novio!— Llevando ambas manos a mi cabeza en frustración, dejé que la información se asentara en mi cerebro. Estaba teniendo la primera pelea con mi novio y era de un asunto totalmente sin sentido.

—Estoy cansada de ver apariciones por doquier. Estoy cansada de que mi departamento parezca tener vida propia, ¡y que la misma parezca ser suicida! Estoy mentalmente cansada de todo y si dejo que me consuma no habrá marcha atrás y yo moriré igual que esa niña quizás lo hizo. Primero estoy yo y mi salud mental, Harry. Y si te soy sincera, no me importa lo que pienses sobre la decisión que tome en este aspecto porque este departamento es mío, no nuestro.

Luciendo algo impactado por mis palabras, Harry finalmente asintió. —Vuelvo... más tarde, ¿Sí?

Asintiendo en respuesta, abrí la puerta por él. Éste salió, dejándome sola.

Sola. En nochebuena. Y yo sabía, perfectamente, que no iba a volver.

¿Qué debía hacer? ¿Enfrentar la situación o irme, y empezar de cero en otro lugar? ¿Gemma me seguiría? A decir verdad no lo creo. Sólo la he visto en mi trabajo y en este edificio. Luce como si perteneciera aquí y solo aquí, no obstante, sólo yo podía hacer que se fuera, y encontrase su luz.

¿Por qué debía hacerlo? ¿No era más fácil tan sólo... librarme de todo esto? ¿Irme lejos? Darcy me aceptaría en su casa. Y en menos de una semana, quizás consiga un lugar donde quedarme. Todo se trata de buscar la mayor cantidad de opciones posibles.

Yendo a mi habitación, vi como el lugar donde había caído el agua bendita estaba corroído, y lucía descompuesto. Eso no dejaba de inquietarme.

Entonces miré a la foto de Harry y yo, y seguidamente al cuadro que me había regalado, donde estaba un retrato de mí.

Lo quería, sí, pero no podía seguir aquí sólo por él. Como dije, primero estoy yo y mi salud mental.

Y esa no permanecerá intacta si sigo aquí. Era hora de mudarme de Glastonbury.


Turbid Waters → stylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora