//Narra Hanna//
Yo me levanté a las siete y cuarto, como todas las mañana. Me puse mi jersey color beis con la cara de un gatito, pantalones negros y mis deportivas. Me aseé, desayuné y mi madre me llevó al instituto junto a mi hermana de doce años, Jolie y mi hermano de ocho, George. Ese día llevaba una trenza de raíz que me llegaba más o menos por el busto. Soy rubia con algunas zonas oscuras, tengo ojos verdes y llevo gafas para estudiar. Siempre llevaba una bolsa marrón y gris, bastante vieja, ya que perteneció a mi abuelo, Richard, que murió hace dos años y me dejó una libreta llena de notas, símbolos y códigos en latín. En esa bolsa vieja también llevaba varios utensilios de defensa, mis padres dicen que lo tengo que llevar siempre encima porque nunca se sabe cuando lo voy a necesitar. Y luego tenía la mochila del insti que era roja y negra y de la marca de converse.
Llegué la primera a la puerta todavía no estaba abierta.
-¡Oh, mierda!- dije sacando una nota que debía haber entregado en secretaría.
Bajé lo más rápido que pude sin envestir a nadie.
-Hola- dije fatigada a la secretaria.
-Hola Hanna, ¿qué quieres?- me respondió.
Le entregué la nota, mientras me colocaba la bolsa.
-Es para mi tutor, ¿se la puede entregar?
-Claro, ahora corre está apunto de tocar el timbre- dijo la secretaria.
Yo salí corriendo hasta mi clase. Entré tres segundos antes de que tocara el timbre.
-¡Sí!- susurré satisfecha de haber llegado a tiempo.
Me senté juntó a mi compañera Sandra, o Sandy para los amigos. Es alta y morena, con el pelo largó, ojos marrones y una sonrisa preciosa.
-¿Dónde estabas?- me preguntó Sandra
-Aah... Estaba... Estaba en secretaria- la respondí cansada.
Pasaron las horas, como otro día más.
Ya era la penúltima hora, quedaban 30 min para que acabase. Estábamos en Sociales, y sinceramente, es muy aburrida.
Cuando suena mi teléfono.
*RING*
Se escuchó por toda la clase, ¡dios que vergüenza!
-¿De quién es?- preguntó el profesor.
Yo levanté la mano, mientras buscaba mi móvil en mi mochila.
-Dámelo- extendió la mano para que se lo entregase.
-Espere, espere, es importante- le dije mirando quién era.
Él se acercó sin hacerme caso.
-Deme eso, en el centro no están permitidos los móviles- me espetó enfadado.
-¡No! Tengo una nota que dice que lo puedo utilizar si es necesario- le dije deteniéndole- si no me cree baje a secretaría.
-Mhmmm...- gruñó- esta bien, pero no descuelgue - se cruzó de brazos.
Yo asentí con la cabeza. Salió por la puerta. En ese instante todos me miraron y me preguntaron "¿Quién es?" .
Era el número del Ministerio de la Hermandad.
-No es nadie, en serio- me limité a responder.
Colgué el móvil, lo bloqueé y lo guardé en la mochila.
En ese momento entro el profesor en clase y echó una mirada desafiante a todos los que hablaban.
-¿Y bien?- pregunté alzando una ceja.
-Sal, y habla con quién sea- me dijo abriéndome la puerta de mala manera.
Yo salí escopeteada al baño, marqué el número y llamé.
-Vamos, vamos... Cogedlo- susurré nerviosa.
-¿Hanna?¿Dónde estas? Ven al Ministerio¡Ya!- me respondió una voz femenina.
-¿Mamá?¿qué ocurre?- respondí preocupada.
-Ahora no te lo puedo explicar. Solamente ven al Ministerio, ¡ya!- me colgó.

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La llave de la sabiduría
Phiêu lưuHanna Narrow, una chica de 17 años, por el hecho de tener el apellido Narrow pertenece a una ermandad, de la que desconozco el nombre. Hace tiempo se inició una tercera guerra mundial por el único hecho de querer tener la custodia de una llave. La l...