Capítulo 8: La vieja casa

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Observaba el gozo de dos magníficas criaturas por el gran ventanal de la cocina. Iba a comer mi plato de cereal y no pude evitar abandonar mi entorno y fijarlo en esos dos pajaritos, los miraba porque trajeron a mi mente vagos recuerdos de cuando me divertía en la nieve con mis padres, recuerdos de cuando era feliz, recuerdos muy lejanos.

Mi madre interrumpió mi distracción para decirme que me apresurara y así no llegar tarde al primer día de clases. No me emocionaba tener que regresar a clases y además Thomas entraba a secundaría y lo trasladarían a mi escuela. Me inquietaba tener que lidiar con él, con su boca, detestaba la idea de que el pudiera hacer la secundaria más difícil de lo que propiamente ya es. Aunque claro, él permanecería en la torre de Middle school y yo en High school, pero no sería difícil encontrarnos en eventos de la escuela o deportivos en donde junten ambas torres. Solo esperaba que no escupiera sus comentarios imprudentes y dejarme en situaciones incomodas con mis amigos, los poco que tengo.

Cuando bajamos del auto, afortunadamente Thomas se fue por su lado, muchos de sus amigos lo recibieron, debía suponer que muchos fueron trasladados aquí. Por otro lado, mis amigos me también esperaban en la entrada de la escuela, era una vieja escuela privada con fundamentos católicos; no es que mi familia fuese muy religiosa, pero era prestigiosa y con estándares de educación excelentes e instalaciones confortables.

Jimmy saltó hacia adelante y se acercaba caminando hacia mí a paso rápido. Su cambio era excesivamente notable y diferente a la última vez que nos vimos; estaba más alto y delgado, su piel se había bronceado, le habían comenzado a salir bellos faciales, hasta había cambiado la forma en que se peinaba, su cabello ya no era ondulado sino sutilmente liso; se lo peinó de forma desaliñada. Seguramente no podría eludir a las superioras con el cabello así por más de un día de clases.

Él es mi mejor amigo, lo conocía desde que estábamos en el Kindergarten. Jimmy, al igual que todos mis amigos, desconocía e ignoraba el hecho de que percibo presencias paranormales. Él, es como el incondicional y perfecto hermano que Thomas no se molestaba en ser.

En su rostro se formó una amplia y acentuada sonrisa que imité, él se pasó sus dedos por su cabello abundante de color caqui.

- Hola, te estaba esperando - señaló con tono alegre.

- ¡Wow! Jimmy, cuanto has cambiado -

- Sí, bueno, hacía varios días que no nos veíamos. Tu sabes, yo en los Ángeles y tú en Vancouver... ¿Y qué tal estuvieron tus vacaciones? -

- Estuvieron bien -

- Apresurémonos, los dos tenemos clase de literatura. Ya imprimí nuestros horarios. Aquí está el tuyo -

- Que oportuno, gracias. Sabías que lo olvidaría -

- Sí, lo sabía -

Los demás: Frank, Tommy, Emma, Cary y Samantha, se acercaron para saludarme con regocijo. A continuación sonó el timbre indicando que debíamos entrar a clases.

Todo parecía irreconocible, habían invertido un alto presupuesto para embellecer la escuela; pintaron las paredes de color blanco y las columnas de vino tinto, remplazaron casilleros y escritorios. Incluso cambiaron de profesores, que comenzamos a conocer conforme avanzó el día.

El profesor Donato Lewis captó la atención de todos sus estudiantes, no solo por su bien parecido sino también por su aspecto y edad joven. Sus ojos parecían dos huecos debido a las profundas ojeras que sobresalían en su rostro, su mirada y harapiento aspecto infundía temor. Su estancia fue solitaria durante todo el día, se paseaba solo por los pasillos en cada cambio de clase. Aquel profesor me dirigió una mirada penetrante con sus ojos negros, que privó mis sentidos; ocurrió mientras estaba en mi casillero y caminó por mi lado. Pareciera que ese sujeto me conocía, lo percibí en sus ojos. Era muy atemorizante.

Enigma los Van VladoisquiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora