Capítulo 17: El funeral

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Voces continuas y un llanto que procedían de la sala concluyeron mi sueño, no tenía ganas de despertar, porque el sueño me permitía escapar de la realidad que se creaba en un nuevo día sin la abuela. Me exigí seguir durmiendo, pero no conseguía obedecerme.

Al llegar abajo presidía una pila de personas vestidas de negro, eran los familiares de la abuela que después de tanto tiempo por fin vinieron a verla ¿pero de que les servía ahora? Si ya había muerto. Estaba Bruce, imaginé que Sarah y Michael también habrían venido, aunque no los veía; mi tía Amanda con su esposo John y sus tres hijos Lisa, Chris y Gary, mi tía Liz con su hijo Zack, y mi tía Lucy, su esposo Mathew e hijos Max, Jessica, Bill y Bridget.

Todo se sentía y se veía tan frío. Falsas doctrinas.

Mi presencia era inadvertida, algo muy bueno para no tener que pasar por saludos, por palabras consoladoras que no reconfortarían. Me di vuelta al pasillo que lleva a mi habitación, caminé silenciosa para que no me notaran. Arriba me encontré a Sarah, Thomas y Michael saliendo de mi habitación.

- Hola, Caro. ¿Cómo has estado? - Saludó Sarah con tono alegre.

Una larga sonrisa se esparcía por su rostro, era de esperarse, ella jamás compartió más que un saludo con mi abuela, su muerte no le afectaba tanto como a mí.

- Hola - saludó Michael.

- Bien... veo que tú también - continúe caminando con desaliento hacia la puerta.

- No tienes que estar con uniforme. No iremos a la escuela, iremos al funeral - me informó Thomas.

- Bien, pero no iré al cementerio - con un hilo de voz.

Entré a mi habitación y cerré la puerta de un intrépido golpe, de nuevo tuve que tapar mi boca y apretar los ojos para no llorar. Absolutamente nada podía evitar que llorara, mejor en ese momento que en el funeral entre lágrimas hipócritas, pero mi hermano estaba tras la puerta y no debía mostrarme débil ante él, y una vez más frustré mi lamento.

- Pero... Caro, estamos de luto, si no asistes al entierro será como faltarle el respeto a la memoria de la abuela, ella hubiera querido que fueras a despedirla - explicó Thomas al otro lado de la puerta cerrada.

En los cementerios ambulan almas que nunca encontraron la paz, o como bien dicen: el descanso eterno; almas que en su lecho de vida fueron buenas y yacen perdidas, como Tom, pero otras no lo fueron, estas ponen los bellos de punta y estremecen todos los sentidos. Están atestadas de frenesí por continuar causando mal como lo hicieron en su tiempo de vida. Aquellas almas se pasean entre las tumbas en donde reposan sus cuerpos. Solo una vez antes había asistido al cementerio en toda mi vida, una vez bastó; que alguien como yo fuera allí era en verdad ser masoquista. Raramente Thomas tenía razón: no ir sería faltarle el respeto a la memoria de la abuela, tenía que hacer a un lado la cobardía y darle el adiós.

El velorio se realizó en casa de la abuela, los familiares y amigos presentes de ella asistieron a dar las condolencias, estuvo allí el profesor Lewis quien llegó acompañado por Mrs. Scott, ellos dos era un asunto que debía entrelazar con los manuscritos, ya habría tiempo para ello.

Después de un rato me senté en los columpios del patio. Me cansé de esos llantos, de escuchar palabras que no dijeron cuando ella estaba viva ¿De qué les servía ahora? Solo estuvieron cerca de mi abuela cuando necesitaron de ella; muchas de las personas presentes asistieron solo para desmentir eso.

- Considero innecesario que acudas a la sepultura posterior a que estuviste presente en el velorio. Por favor, Caro. No vayas - me pidió Tom mientras se sentaba en el columpio de mi lado.

Enigma los Van VladoisquiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora