Capítulo 21: La parca

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Ante Portam, la cárcel desterrada, obscura y frágil de auxilio a la que fui condenada, la puerta del infierno y del purgatorio, fuerzas humanas no podrían cerrarla, nada podría darle candado.

Pasó una semana antes de que se realizara la inútil caza del espectro, le prometían deshacerse del problema en casa de ella, pero no estaba surtiendo efecto. En la tarde nos juntaríamos para idear los últimos cabos sueltos, y en el día siguiente asistiríamos a un retiro espiritual para estar protegidas de las fuertes presencias que infectan el lugar, como si eso fuese a funcionar en mí. Para el siguiente día se cumpliría lo planeado.

Actuaba con la intención de acompañarla en todo el proceso que se efectuaría y que necesitaría de su ayuda para cumplirse, pero después tendría que defraudarla; uno, porque ese lugar me ponía los pelos de punta; dos, tenía terminantemente prohibido acércame a tan siquiera unos metros de allí, Tom no me dejaba, decía que era un riesgo absurdo y no quería hacerlo enojar. Además, había prometido obedecer todo lo que me pidiera.

Me encontraba en casa estudiando para un riguroso examen para la anticipada fecha del mes de mayo, de este examen dependía todos mis estándares para universidad, pero con Tom cerca era muy difícil concentrarme, cuando llegaba hacia a un lado el repaso para estar con él. Quise aprovechar su estadía demorada para dedicar tiempo a mis otros deberes. Parecía muy enfocada hasta el momento en que Jimmy tocó con insistencia a mi puerta.

Dos sucesos, estaban aguardando tras la puerta, comenzaron a abrir paso al doliente sufrimiento, acercándose con apuro.

- Hola, Caro. Apresúrate, iremos al muelle. No hay tiempo para decir que no ¿quieres ir? - Dijo con voz acelerada mientras en el auto estacionado tocaban el claxon con reiteración.

- ¿Qué? Jimmy, no puedo ir -

- Te dije que no había tiempo para decir eso. Es importante, de verdad vas a divertirte, tienes que venir ¿Qué otra cosa tienes que hacer? - Señaló afanado.

- Estudiar. Además debo ir con Emma al... -

Callé, Jimmy no iba a entenderlo.

- ¿Al que?... ¿a qué tienes que ir con Emma? - Preguntó.

- Olvídalo. Solo no puedo ir -

- Caro, ¿A qué tienes que ir con Emma? - Repitió.

- Cosas de... mujeres - indiqué.

- Está bien, haz lo que quieras - con tono brusco.

Jimmy seguía molesto por ocultarle cosas, me había hecho pensar que no le importaba, la verdad era que se retorcía en sus adentros, que disimulaba sin éxito su expresión frente al disgusto. Esta vez fue más evidente, por su tono, por su expresión en el rostro, y porque se dio vuelta sin despedirse de regreso a su Ford.

Conforme trascurrió el tiempo, dio paso a dos eventos, el primero; ocurrió en mi silenciosa y deshabitada casa cuando me hallé sola una vez más en mi habitación escondida bajo las cobijas, sin parpadear para no perderme ningún detalle a mi alrededor, con pavor de cruzar la puerta o de lo que me encontrase allí abajo en el estudio. Mi madre me había dejado sola sin avisarme, al parecer se le había presentado una dificultad con Thomas en la escuela de música; no era de sorprenderse al suponer que se tratara de su comportamiento.

Minuto a minuto el pavor fue transformándose en terror descabellado, al ocupar mi cabeza los recuerdos de hechos dados en ese lugar, solo me quedaba cruzar los dedos y rezar porque llegara pronto mi madre. Aunque las cosas se volvieron leves y llevaderas cuando Tom apareció para aliviar la angustia inminente, se presentó el aplomo ante su presencia.

Enigma los Van VladoisquiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora