Prólogo

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Con dedos nerviosos él apartó el cabello que caía sobre mi rostro. Yo veía el humo dejar su boca y era hipnotizante. Siempre lo fue. Su forma de hablar, con palabras difíciles, como un sabelotodo, pero no uno molesto, fue lo que me hizo sentir curiosidad por él y por su mundo. Esa curiosidad con el tiempo se convirtió en amistad y bueno, ahora estamos aquí. No sabría como llamarle a esto. No puedo llamarle amor porque esto no es lo que siempre imaginé que sería el amor. Se supone que el amor te hace más feliz. Que es el mejor sentimiento del mundo y que todos lo anhelan. Pero en esta situación en la que me he metido. En que ni él ni yo sabemos donde vamos a parar. Esto no se puede llamar amor. Aunque cuando él me mira y veo el humo de su cigarrillo flotando entre nosotros, y las luces tenues de nuestra habitación parecen parpadear, pienso que no puede ser tan malo.



The smoke in your eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora