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El frío golpea mis mejillas, y entonces me doy cuenta de que no estoy en mi cama.
Hoy iba a ser un día importante, mi café está frío y no sé en qué momento mis párpados han decidido cerrarse.
Recojo todos los apuntes de encima de la mesa y subo a mi cuarto decidida a vestirme, pero en ese momento llaman a la puerta.
Mi madre. Siempre viene a tiempo.
- Alicia, te he llamado más de cinco veces y no me has cogido ni una sola vez el móvil, no se para qué quieres uno la verdad, nunca respondes.
-"mira tú quien fue a hablar"- pongo los ojos en blanco, pero no digo nada, probablemente sí digo algo me dará una charla sobre su edad.
- Perdona mamá, me quedé dormida, no era mi intención.- Y antes de que pueda abrir la boca subo las escaleras y me dispongo a vestirme. Hoy es un día más, excepto porque van a reabrir el hotel donde mi padre trabaja. Es un día importante para él y toda la familia tiene que estar allí. Nunca me he llevado bien con mi padre. Simplemente siempre nos hemos odiado. Así que no me apetece nada ir a ese absurdo hotel.
Me suelto el moño despeinado y mis rizos caen en mis hombros y en mi espalda, tengo que hacer algo con este pelo. Me van a salir rastas como Bob Marley. Abro mi armario y ojeo los vestidos nuevos que tengo y que solo me he puesto una vez en toda mi vida. Y me decido por el azul eléctrico, la verdad es bonito, es ajustado y no muy largo que se diga.
Decido por fin alisarme el pelo y en menos de 20 minutos estoy abajo.
Mi madre, como siempre me mira con cara de pocos amigos al ver unos tacones negros y un vestido azul ajustado, piensa que voy... ¿Provocando?
Mi padre no tarda en llegar y mi hermana no tarda en asomarse por la ventana.
Cuando llegamos al hotel, los jefes de mi padre están en la puerta saludando a todos los empleados y agradeciéndoles que estén allí. Gente falsa con sonrisas falsas que saluda a gente más falsa y más pelota con sonrisas aún más falsas. Y nosotros somos uno de ellos, que asco me doy.
El hotel nuevo es espectacular, tiene piscina en la azotea, buffet libre, el hall está repleto de motivos navideños y en el medio un árbol de navidad enorme con demasiadas luces y bolas gigantes colgando de él.
Me gusta el hotel, pero la verdad prefiero irme a casa, este tipo de reuniones no son lo mío, a demás tengo que estudiar muchísimo para la semana de exámenes.
Odio llevar tacones porque siempre me acaban doliendo los pies, así que al final opto por sentarme en uno de los enormes sofás rojos al otro lado del vestíbulo. 
Miro el móvil, nada. Posiblemente mi novio se haya olvidado de llamarme, así que marcó su número y después del pitido me salta el buzón de voz.
Me siento observada y no son las cámaras de seguridad. Mi mirada se clava en un niño pequeño sentado en el sofá de al lado con las manos llenas de canapés de cangrejo. No para de mirarme y yo odio que me miren fijamente.
El pequeño monstruo tragón de ojazos azules  se levanta y deja de mirarme un instante.
- Soy Hugo, mi papá  es el dueño de todo el hotel y de toda la comida ¿quieres un poco?- cuando me doy cuenta y puedo articular palabra tengo a tres camareros con una bandeja de croquetas, una de canapés y una de paté.
- No gra... La verdad es que (odio) tengo alergia  al paté... Esto... Tampoco tengo hambre. Pero muchas gracias- Mentira, me estoy muriendo pero no quiero ninguna pijotada de estas, quiero una hamburguesa doble con extra de carne.
Esto es un asco.

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⏰ Última actualización: Nov 23, 2015 ⏰

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