CAPÍTULO III

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Estoy sentada sobre la acera fría mientras unos Guardias de la ciudad (GC) me preguntan cosas sobre lo que ha pasado hace unas horas. Mis ojos están mojados y muy rojos por tanto llorar. No puedo creer que ahora me he quedado huérfana.

Iván me abraza y siento su calor. Los GC se van y me quedo con mis amigos. Belén me ofrece su chamarra negra y yo la acepto con mucho gusto porque tengo mucho frío.

-Entonces... ¿esos hombres llegaron por la ventana de tu cuarto, bajaron a la cocina donde estaba tu padre, lo ahorcaron, echaron gasolina y al final incendiaron la casa? -pregunta Iván muy desconcertado.

Yo no contesto.

-Lo raro es que dices que te vieron pero, ¿no te hicieron daño? -pregunta Belén.

-Sí, en realidad yo tampoco lo comprendo. Desperté porque oí sus pisadas y entonces uno me sujeto por detrás, lo pateé, logró soltarme pero otro sujeto me dio un puñetazo. Ellos bajaron las escaleras y yo también detrás de ellos, supongo que mi padre se debió haber dormido en la sala porque ahí lo encontraron y lo ahorcaron. Después todo pasó tan rápido que no... -no puedo continuar porque llega mi tía aterrorizada.

-¡No! ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?... oh por Dios -contempla la casa y después se tira de rodillas sobre la calle y agrega-: Mi hermano...mi querido hermano... ¡NO!

Mi tío pone una mano sobre la espalda de mi tía indicando "apoyo moral" y después la ayuda a levantarse.

-Hemos venido lo más rápido que pudimos en cuanto oímos lo que pasó -anuncia Óscar.

Entonces los bomberos sacan el cuerpo calcinado de mi padre de mi casa. Me paro y lo observo con atención. Su piel en vez de su color moreno natural como siempre, ahora está negra. ¿Quién habrá mandado a esos hombres? ¿Por qué?

Una lágrima cae de mi ojo izquierdo.

Ahora estoy en casa de mis tíos y comemos ensalada y sopa de verduras. En Córdoba casi no comemos mucha carne.

-¿Por qué no comes algo? -pregunta mi tío.

-No tengo hambre -digo con la voz cortada. Entonces meto una mano en el bolsillo de mi pantalón y toco el cuchillo que le enterré a uno de los asesinos de mi padre. Sé que quiero venganza.

-Vamos, tienes que comer porque tenemos que ir a la Ceremonia -ordena mi tía.

-¿Y el funeral de mi padre? ¿No es más importante eso? -pregunto, desafiante.

-Sabes que es obligatorio que todos los habitantes vayan. Ahora come, tu padre puede esperar -dice mi tío.

<<¿¡QUÉ!?>>

Me levanto de golpe, agarro el plato y lo aviento contra mi tío pero él logra cubrirse con las manos. El plato choca contra sus manos, lastimándolo y después cae sobre la mesa rompiéndose. Todos se quedan con la boca abierta.

Entonces me voy de la mesa y entro al cuarto de mis primos que está a unos pasos, azotando la puerta cuando la cierro.

La plaza está abarrotada de gente por la Ceremonia, hay gente hasta arriba de los edificios aledaños y en las calles. Las campanas de la iglesia de atrás suenan fuertemente y entonces todos guardan silencio. Observo las manos de mi tío las cuales están vendadas. Sé que debería pedir disculpas pero no quiero.

Sale un sujeto medio raro del balcón en el segundo piso del Palacio donde trabajaba mi padre. Es increíble lo mucho que puede cambiar la situación de alguien en cuestión de horas. El sujeto dice con voz fuerte y clara ya que no hay ningún tipo de micrófono o algo así.

-Estamos aquí todos reunidos para celebrar el inicio de una nueva era política gracias a nuestra Alcaldesa: Susana Cortez.

Entonces mujer alta y de tez blanca sale por el balcón y todos aplauden. Entonces ella quedó en segundo lugar después de mi padre. Todo esto está muy raro.

El hombrecillo (es muy bajo de estatura) le da una banda de color blanco con el escudo de nuestra ciudad en medio. Ella sonríe muy estúpidamente.


La Hermandad (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora