El Sirviente con Botas de Cristal

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Parte1: Torpes Encuentros


En mañanas como esas se preguntaba porque su padre tenía que haberse muerto en aquel accidente en alta mar. Si no fuera por ello aun seguiría con su antigua vida sin ser el criado de su hermanastro y su "nueva madre". No es que los odiase por completo pero tampoco los apreciaba, simplemente los toleraba pues vivían bajo el mismo techo y nunca considero que los pleitos resolvieran las cosas, más bien era un chico de palabras y acciones...lástima que su nueva familia no se interesase en ello, es más, no les importaba nada más que ellos mismos y mantener sus comodidades, lo que significaba que Ossían tenía que hacerla de criado ya que con la muerte de su padre varias acciones mercantiles habían pasado a manos de los bancos y familiares de la tripulación muerta, lo que dejaba a la familia de Ossían con un presupuesto ajustado para su ilusoria "vida bohemia".

Esa mañana había sido una de las más duras que recordaba en sus 21 años; corriendo de un lado a otro para tender la ropa, hacer la comida, fregar las escaleras y los pisos de la casa, barrer los establos, darle de comer a los caballos, deshierbar la hortaliza, cortar la maleza de los jardines y comprar los víveres en la plaza central del pueblo para llegar a casa exhausto y tener que escuchar los regaños de su hermanastro por no saber planchar sus finas camisas y haberse olvidado de tender la cama y desempolvado su cuarto, cuarto que originalmente era de Ossían, quien ahora vivía en el viejo y mohoso ático abandonado... Y todo por el estúpido baile que daría la princesa de Vermont, un baile para todo el reino donde escogería a su prometido de entre los invitados solteros.

Su alma casi se salía de su cuerpo, se sentía destrozado, como si hubiese sido arrollado por una carreta y pisado por los caballos del mismo. Su único consuelo era Flavia, la otra criada de la casa y su amiga. La conocía desde niño cuando su padre apareció en casa con ella en una tarde lluviosa. Al parecer había escapado de casa debido a un terrible incendio y se perdió en el bosque alrededor de tres días, así que cuando su padre la encontró recolectando bayas cerca del camino principal hacia el reino de Grittburg decidió darle cobijo en su hogar. Ahora habían pasado 16 años y se encontraban adoloridos descansando bajo el manzano, lo cual ya era un milagro y más en un día así.

-Sabes...presiento que en cualquier momento nuestro milagroso descanso será interrumpido por tu odioso hermanastro -dijo la castaño chocolate mientras contemplaba los pocos rayos de la luz que se escapaba entre las ramas que se mecían con la brisa.

-Flavi eso sería una crueldad -suspiro el castaño ojimiel medio dormitado

- ¿Crueldad? -dijo indignada- ¡Ja! Y tú crees que lo q hacemos día tras día no es un abuso...ni siquiera tenemos una cama decente. Almenos tú tienes un cuarto y algo de privacidad

-Si claro...un hermoso ático último modelo polvoriento y mohoso lleno de cajas con cosas inservibles y más basura -dijo el ojimiel con algo de sarcasmo- almenos tu cama es más suave que las tablas de madera

- ¿Y tú crees que el heno es suave? Si esta apilado en paquetes es más duro que una roca, con el tiempo he improvisado una cama en la esquina superior del granero con algo de paja suelta y un mantel remendado. Almenos tú tienes un colchón.

-Si lo vemos así tienes razón. Pero seguimos jodidos en lo que respecta a nuestros "aposentos"

-Lo que usted diga señorito Harald Harfager conde de la tierras más allá del mar Báltico -tras una cómica actuación de miembros de la nobleza y un leve intercambio de miradas ambos amigos comenzaron a reírse en aquel gris día otoñal.

* * * * * *

Algo se movía a toda velocidad en las profundidades del bosque, sombras negras como relámpagos iban detrás suya, rápidos movimientos entre las ramas dejaban ver la silueta de un caballo negro de larga crin y su jinete concentrado en su objetivo; hábilmente saltó las riendas del caballo y se preparó para disparar a su objetivo, tenso la cuerda del arco con la flecha, fijo su objetivo y espero el momento exacto en el que su presa estaba brincando el tronco caído y disparo, dando justo en el corazón de la pequeña bolita blanca. Tras una larga carrera había capturado al escurridizo conejo. Guardo el arco en su carcaj y bajo del caballo para apreciar su obra.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2015 ⏰

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