Capítulo 10

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Camino entre las destrozadas pertenencias de Rosalind en busca de algo de utilidad. Miro todo con indiferencia mientras pateo objetos inútiles. Hasta que un destello bajo la cama ilumina momentáneamente la oscura habitación. Me acerco y recojo una botella de cristal de extraño aspecto; una diablesa desnuda de cintura para arriba y con cuernos sopla fuego sobre su mano. Su larga y puntiaguda cola rodea la botella. Todo está pintado en un intenso color rojo fuego.

Desenrosco la cabeza, que resulta ser el tapón y huelo el interior; huele a algo que no había olido nunca. ¿Esto se puede beber?

Bueno, solo se vive una vez.

Doy un trago y noto como el líquido me quema la garganta y se me saltan las lágrimas. De repente, las esquinas de mi campo de visión se tiñen de rojo y noto un calor intenso en mis manos. Las observo y veo como arden provocando graves quemaduras mientras la piel se derrite y deja visible los huesos de los dedos. El dolor es insoportable.

Grito y pierdo el control de mi cuerpo, haciendo que caiga de rodillas al suelo. Cada vez duele más y justo cuando creo que estoy a punto de desmayarme de puro dolor, una luz intensa me ciega y cuando consigo volver a ver, las llamas y las quemaduras han desaparecido. Abro y cierro las manos varias veces incrédulo; ya no siento dolor y no tengo ninguna herida. ¿Ha sido mi imaginación?

-¡Booker! ¡¿Qué ocurre?!- levanto la mirada y veo a Elizabeth en la puerta de la habitación con una notable expresión de preocupación. Me levanto aún mirándome las manos y le respondo:

-No sé que ha pasado. Encontré esa extraña botella y bebí un poco. Luego comencé a ver como mis manos ardían y se derretían. Sin embargo, ahora no tienen nada, están como siempre. Pero todo parecía tan real, sobre todo el dolor...

Elizabeth recoge la botella y lee:

-"Beso del diablo". Así que no era un rumor. Los vigorizadores existen.

-¿El que?

-Vigorizador. Son una especie de bebida energética que te otorga poderes al beberlo. Se rumoreaba que iban a ser patentados pero la gente lo fue olvidando conforme el tiempo iba pasando sin tener noticias. Me pregunto porque había uno aquí y como funcionará.

-Bueno, ya tendremos tiempo de averiguarlo. Ahora deberíamos marcharnos de aquí, puede que el causante de esto vuelva a aparecer. Además es bastante tarde. Deberíamos ir a algún lugar a descansar.

-Estoy de acuerdo. Pero, ¿a dónde?

-Ni idea. Investiguemos la manzana.

Salimos de la casa sin mirar atrás y nos adentramos en la noche. El frío y la oscuridad hace que caminemos deprisa en busca de cualquier lugar que nos sirva de refugio. A unas tres calles de la casa de Rosalind, encontramos un hotel llamado "La Rosa Blanca". Quizá pueda llegar a un "acuerdo" con el propietario. Antes de que pueda entrar, Elizabeth me agarra del brazo y me dice:

-No hace falta que hagas una locura. Recogí esto de casa de Rosalind, espero que no le importe- me enseña lo que lleva en la mano; una bolsita llena de monedas.

-Elizabeth, eres maravillosa- le digo recogiendo la bolsita y le sonrío.

Mientras nos reímos, entramos y llegamos a un pequeño y luminoso hall decorado con columnas blancas y banderas de Ámerica. En el centro de la habitación hay dos sofás rodeando una mesa de café donde descansan revistas. Al fondo de la habitación se encuentra el mostrador, donde una mujer anciana lee un libro. Al acercanos, levanta la vista hacia nosotros.

-Buena noches. Me gustaría alquilar dos habitaciones.

La señora nos mira con esfuerzo a través de las pequeñas gafas, al menos no nos reconocerá.

Desgarros en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora