La brisa iba muy turbulenta, toda su cara estaba cubierta de pequeñas gotas; iba a llover era invierno, tenía la nariz congelada y su abrigo estaba colando al frío.
Alzó la vista y lo vio, era precioso tenía unos labios que lo incitaban a besarlos y su expresión era seria pero contenía mucha dulzura.
Era extraño verlo una tarde caminar tan despreocupado hacia donde quién sabe, al parecer va en su escuela porque llevan el mismo uniforme, pero no cree que él lo conozca.
“¿Lo sigo?” Dudó.
Era una pregunta con una respuesta muy obvia, claro que lo seguiría. Izquierda, derecha, un semáforo, derecha y cada vez quedaban menos personas, una calle larga con departamentos antiguos en su lado izquierdo, una muralla blanca muy alta del lado derecho dos veredas estrechas y sólo ellos dos.
Se paró en seco, como si se hubiera olvidado algo y queda en shock al recordarlo.
—Deja de seguirme— Suelta con voz fría.
¿Cómo le explicas a un extraño (no tan extraño) que lo sigues sin razón aparente? podía correr pero eso sería muy cliché e inútil a su parecer.
Mejor quedarse y decirle que sus labios carnosos son los culpables de toda la escena presente.Él retoma su camino y se pierde al doblar en la esquina. Todo el viaje fue en vano.
Este debía ser un nuevo comienzo para él pero al parecer las cosas no iban bien, sus compañeros le pegaban constantemente, aunque tuviera buenas notas, no tenía amigos y los que supuestamente lo eran le querían para que les soplara las respuestas en las pruebas.
Acabó la jornada habitual de los viernes y lo estaban esperando, y no precisamente para irse con él en el camino a casa.
“Para golpearme debe ser”. Pensó afligido.
Calculaban bien cuanto se demoraban en sanar las otras heridas.
“En la cara no, en la cara no”. Pensaba repetitivamente.
Era inútil, los golpes se dirigían a la
mandíbula y nariz, dolía en serio dolía, no sólo físicamente también emocionalmente.
Y de nuevo estaba en el suelo, débil, indefenso, derrumbado.Lo mira de lejos, teme que si le ayuda él también salga lastimado pero ya está cansado de verlo en el suelo; “él no lo merece”, lo ha repetido en su cabeza unas mil veces.
Recuerda el día que lo siguió y con esa frase que dijo tan cruda cortó sus esperanzas de tener un amigo, un conocido, un confidente, lo que fuera.Los días pasan y la escena es la misma pero ya no, nada más.
“Es precioso, apesar de los golpes en su cara sigue siendo angelical”. Piensa sintiéndose culpable a la vez.
De nuevo es viernes y los tres matones ahí están esperando, él sale y lo toman del cuello de su chaleco y un golpe directo bajo el ojo.
¿Cuál es la gracia de todo esto?
Pero aparece y detiene cualquier otro acto que pueda causarle daño ¿El valor? de donde salió no tiene idea.
Los tres matones lo miran desafiantes pero ¿A quién le importa? un golpe, dos, tres, los toma de la cabeza para aventarlos contra su rodilla, los patea, les devuelve todo el daño que le hicieron aunque siente que jamás será suficiente, y acaba con un:
—No vuelvan a tocarle ni un solo pelo— Y recalca —Nunca más.
Lo que ven sus ojos no les puede dar crédito, de verdad alguien lo defendió de verdad alguien lo estaba ayudando.
—Kim Seokjin, pero dime simplemente Jin— Se presenta fugaz extendiéndole la mano.
—Ju-Jungkook...—Responde aún incrédulo y despierta con el contacto entre sus manos.
—Vamos a curar esas heridas.
Pasan a una farmacia por gasa, parches y hielo.
Se instalan en una banca de un parque gigantesco, con palmeras y árboles, mucho pasto por todos lados, una pileta y un camino en zig zag empedrado.
Ahí estaba el “extraño”, curando sus heridas.
“¿Me conoce?” Se cuestiona al recordar cuando lo siguió.
—Alguien tan precioso como tú no merece esto— Dice mientras posa el hielo bajo su ojo hinchado.
“¿En serio es para mí? ¿En serio está pasando todo esto?” Es lo único que logra procesar.
—Nunca me molestó que me siguieras —Prosigue— He estado enamorado de ti desde que te vi, o sea no, me gustas, aagrh no sé lo que hablo, por lo menos dime alguna cosa.
—¿Por qué nunca me ayudaste?
—Temía, creerme un héroe y terminar golpeado.
—Entiendo, de todos modos gracias.
Jin besó cada una de las heridas, incluso le dio un beso fugaz en los labios aunque no tenían magulladuras.
Lo lleva de vuelta a casa, es invierno, esta helado y sus heridas duelen menos, el mismo camino con él es diferente. “Komorebi” lo leyó por algún sitio en esos artículos de interés, “cuando el sol se cuela entre las hojas de los árboles” ese rayito que nos pega en la cara que pasa a través de un pequeño orificio, así es Jin, cuando todo era oscuro, él fue su komorebi.
No ha vuelto a ver a los matones.
De nuevo esta bailando, lo que más le gusta hacer, Jin lo ve, le crítica y le ayuda, llevan meses así y quiere pagarle todo esto.Jin es muy impredecible, un segundo es serio examinando su baile y luego le hace caras haciendo que él se equivoque.
Un beso bastará para sanar.
Un beso pagará lo que ha hecho por mí.
Y así de beso en beso contando y contando perdimos la cuenta y comenzamos de nuevo.“Ya nada es oscuro, él es mi rayo de sol, el ilumina todo lo que yo no veía, no me interesa estar solo, teniéndolo a él siento que tengo todo”
~~~~•~~~~•~~~~•~~~~•~~~~
VOTEEN Y COMENTEEN♥
primer oneshot
primera publicación
271115. 160816