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Pequeñas gotas de agua completamente helada caían violentamente sobre sus cabellos ahora teñidos de un hermoso verde pastel, mientras estos bailaban al ritmo del viento, al igual que las hojas de los árboles. Sus pies dolían de tanto caminar y sentía mucho frío, pero no le importaba en lo absoluto, solo quería llegar lo más rápido posible.

Sus ojos localizaron aquella roca que le había mencionado anteriormente al pequeño y se sentó en ella, mientras intentaba cubrirse de la lluvia con un abrigo rojo que él le había regalado. Metió ambas manos en los bolsillos de su abrigo, para verificar si no se había olvidado de su regalo, para su suerte, seguía ahí.

Había llegado cinco minutos antes de lo que habían acordado, así que mientras esperaba se dedico a mirar el cielo, el cual se encontraba de un color gris oscuro. Cerró sus ojos, disfrutando la sensación de las gotas de lluvia golpeando delicadamente su rostro, disfrutando la sensación de poder sentir algo al fin.

Escucho una voz angelical gritando su nombre y unos brazos alrededor de su delicado cuerpo. Se dio vuelta para ver al dueño de esa voz y por fin lo vio.

Aquel pequeño de cabellos anaranjados y unos hermosos ojos marrones lo miraba con una sonrisa angelical, sus ojos brillaban por las lágrimas acumuladas en ellos y se encontraba totalmente empapado. El mayor acerco su mano al pequeño rostro del niño, tenía miedo de no poder sentir su suave y cálida piel, con solo pensar en eso le agarraban unas inmensas ganas de llorar. Sus dedos empezaron a acariciar las mejillas del menor, con la intención de eliminar cualquier rastro de las lágrimas que salían violentamente de sus ojos.

Éste se estremeció ante su tacto, su mano estaba completamente helada, pero le importo muy poco, porque por fin pude sentir sus delicadas caricias nuevamente. Vio que el de cabellos verdes saco un pequeño frasco de su abrigo, sus ojos se iluminaron y una enorme sonrisa se dibujo en sus labios.

¿E-es para mí, hyung? —preguntó el pequeño sorprendido, el mayor no dijo nada, simplemente asintió con una hermosa sonrisa mientras le entregaba el regalo. —¡Hagamos burbujas! —gritó felizmente mientras abría el frasco y corría como un niño pequeño haciendo pequeñas burbujas, para luego reventarlas y reírse a carcajadas.

Yoongi no dijo ni hizo nada, simplemente admiraba a aquel pequeño angelito disfrutando de su burbujero con una sonrisa en su rostro. Extrañaba aquella inocente y hermosa sonrisa, aquella angelical risa, aquellos ojos cafés que brillaban cada vez que Jimin lo veía, su preciosa voz al decirle que lo amaba, sus abrazos, sus caricias, sus besos...

¡Hyung, mira! ¡Es enorme! —dijo el pequeño señalando a una burbuja que poco a poco se fue volando por el viento. Jimin empezó a correr hacia Yoongi, con la intención de pedirle que hiciera burbujas con él, pero una pequeña rama se interpuso en su camino, haciendo que se caiga al pasto y también sobre el burbujero, el cual, se encontraba roto. 

Yoongi se asustó y fue hacia él, el niño se encontraba llorando desesperadamente mientras se apretaba su rodilla, la cual parece haberse lastimado, pues tenía unos pequeños rasguños y también un poco de sangre salía de ella. Aunque a Jimin eso no le importaba, ya que su mirada se dirigía a los pedazos del frasco color rosa que estaban junto a él. 

H-hyung... m-mi burbujero...—dijo el pequeño entrecortadamente debido a su llanto desesperado, mientras se tiro encima de Yoongi para abrazarlo en señal de disculpa, quien obviamente le correspondió. —L-lo siento mucho... ¡Soy un torpe! —el mayor parece que se molestó ante esto, ya que le dio un golpe en el hombro. Jimin se separó inmediatamente de él, pensando que estaba furioso y que iba a castigarlo.

Pero no, Yoongi simplemente rodó sus ojos y levantó su dedo índice, indicándole al menor que espere unos segundos, el cual obedeció. Empezó a hacer unos movimientos raros con sus manos, mientras Jimin lo miraba confundido, pero poco a poco su llanto se calmó y una enorme y hermosa sonrisa se dibujo en sus labios.

¿Cómo hiciste eso? —Yoongi le dedicó una cálida sonrisa, para luego entregarle una enorme burbuja hecha por él, la cual no explotaba aunque Jimin intentara repetidas veces de hacerla reventar.

Considéralo uno de mis regalos de despedida. —hablo el mayor por primera vez en ese día. Jimin lo miró dolorido, sabía a lo que se refería con "despedida".

¿C-cual es mi otro regalo? Dijiste que este era uno de ellos...—Yoongi lo miró con ternura, mientras llevaba una de sus manos a las delicadas mejillas del más joven, para luego acariciarlas con delicadeza. Dirigió su mirada hacia los esponjosos y rosados labios de Jimin y los acarició con su pulgar lentamente, mientras lamía sus labios. —Hyung...—susurró el pequeño. El mayor levantó la mirada para mirarlo a los ojos, viéndose reflejados en ellos. —Bésame por última vez. —dijo finalmente. Yoongi no aguantó más, puso ambas manos en el rostro del menor, para acercarlo lentamente. Estaba ansioso por besarlo, pero al mismo tiempo se sentía devastado, ya que ésta sería la última vez que disfrutaría del sabor de sus labios.

Jiminnie...—susurró Yoongi, apenas rozando los labios de Jimin. —T-te amo demasiado... —siguió hablando, mientras las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos. —nunca lo olvides, por favor. —dijo para luego juntar sus labios finalmente. Jimin llevó sus manos a la cintura del mayor, mientras éste acariciaba sus mejillas mientras lo besaba de una forma desesperada, pero sin perder la ternura y la delicadeza. Las gotas de lluvia empezaban a hacerse un poco más violentas, mojándolos completamente, pero a ellos no le importaba en lo más mínimo, estaban mucho más entretenidos disfrutándose el uno al otro, disfrutando la cercanía y de su amor que luego de aquel beso tendría que llegar a su fin.

Jimin sabía desde un principio que esto no iba a ser fácil y que terminaría sufriendo, pero amaba demasiado al mayor como para dejarlo ir sin antes pasar un último día juntos, aunque no era como Jimin lo planeaba, pero Yoongi no quería pasarse con él.

De mala gana, Yoongi corto el beso, aunque no paro de acariciar el hermoso rostro de su pequeño Jimin.

Bebé, ya es hora... —dijo el mayor mirándolo con tristeza, odiaba ver llorar a Jimin, y odiaba mucho más tener que hacerle un daño tan grande como este, pero no tenía otra elección.

S-siempre te amaré, Hyung... lo prometo. —Yoongi sonrió ante esas palabras, mientras le daba un último beso en la frente.

Y sin decir ni hacer nada más, desapareció. Dejando al pequeño Jimin completamente destrozado.

❝bubbles❞ » yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora