El peliazul se encontraba como siempre tumbado en la rama de uno de los árboles de su querido bosque, el cual ya era su hogar definitivo; es lo que tenía vivir en Wonderland y, sinceramente, le encantaba estar allí. Decide bajar del árbol para dar un paseo y tratar de despejarse un poco, sin embargo, al aproximarse a un lugar que él conocía perfectamente, no puede evitar recordar aquel día, el Día Horribloso...No todo era de color de rosa...su vida no era tan maravillosa como muchos se creen, tras este simpático y amable felino se esconde un oscuro y terrible pasado.Todo empezó un día en el que el clan de los Altas Copas se había reunido una vez más para celebrar una gran fiesta sin un propósito concreto, solo por el hecho de celebrar un no cumpleaños ya era motivo de alegría y jolgorio. El felino, como de costumbre, estaba bastante alejado de la gente ya que tenía la obligación de vigilar la zona por si algo ocurría. Vuelve la cabeza y observa a todos los presentes tan felices, logrando esbozar una pequeña sonrisa ningún problema, era un día normal y tranquilo, como todos los otros, estaba completamente seguro de que no ocurriría nada; sin embargo, sus pensamientos se vieron perturbados por unos gritos femeninos, se trataba de una voz que conocía a la perfección y que, por supuesto, no traería nada bueno. Se quedó inmóvil en el lugar, sintiéndose incapaz de moverse, ¿quizás por el miedo de que la Reina lo descubriera? Traga saliva costosamente y se volatiliza con tan solo divisar a la pelirroja rodeada de guardias, los cuales de aproximaban a paso rápido hacia donde él estaba y aparece sobre la rama de un árbol, queriendo impedir que le viese. No sabía que hacer, en aquel momento el peliazul no era más que un matojo de nervios, el tiempo se le agotaba para tomar una decisión, algo irónico ya que en aquel lugar el tiempo no corría. Al percatarse del lugar al que se dirigía su ejército, respira agitadamente y aprieta los puños, tragando de nuevo saliva para, sin pensárselo dos veces, volver a volatilizarse para reaparecer en el lugar en el que aun reinaba la paz y la alegría, cosa que no duraría demasiado tiempo ya que en unos pocos segundos apareció una bestia enorme, de afiladas garras y puntiagudos dientes, que acechaba sobre sus cabezas. Siente pavor con tan solo cruzar la mirada con aquel monstruo y abre los ojos de par en par, sintiendo como si el corazón se le fuese a salir del pecho, el miedo a morir realmente no debía corromperle ya que en cierto modo era inmortal por así decirlo, su cuerpo solo era humo y, aunque alguien tratase de asesinarlo, no conseguiría nada. Vuelve la cabeza al oír los gritos de la Reina Roja y, sin poder evitarlo, se vuelve invisible, queriendo así protegerse a sí mismo de manera egoísta aunque realmente lo hizo por puro instinto. Aunque muchos no lo crean, él lo vivió y vio todo con sus propios ojos, él jamás se marchó del lugar hasta que, finalmente, no quedó nadie más.Ahora el felino se encontraba en medio de lo que, hace unos años, había sido su hogar y el de tantas personas condenadas a morir por su cobardía e imprudencia. Agacha la mirada y cierra los ojos, dejado escapar una lágrima traicionera que se desliza por su mejilla hasta llegar a su barbilla, precipitándose después para caer al suelo; realmente se arrepentía de lo sucedido y, sobre todo, de su comportamiento aquel día. El rostro decepcionado del Sombrerero, los gritos desgarradores y la voz de la Reina Roja retumbaban en su cabeza, obligándole a llevarse las manos a esta para tratar de olvidar. ¿Olvidar? Aquello era algo que le había marcado para siempre, tener que ver a esa gente morir sin hacer nada al respecto era algo sumamente despreciable, aunque él mismo lo había hecho, se odiaba por no haber actuado correctamente aquel día; sabía que podía haber salvado muchas vidas ya que su capacidad de transportación lo habría facilitado a pesar de las consecuencias que aquello conllevaba, mas decidió salvarse en vez de preocuparse un poco por los demás. Siente su labio interior temblar a la vez que las lágrimas no cesaban de brotar y deslizarse por sus blancas mejillas, cayendo finalmente a la tierra; observar los restos chamuscados de las casas y las cenizas que invadían el suelo le hacían sentir ganas de morir, ha veces deseaba no tener aquella inmortalidad y poder dejar de vivir aquella eterna tortura que le atormentaba día tras día, sin cesar, además del eterno odio que el Sombrerero tenía hacia él por lo ocurrido. "Nos abandonaste para salvar tu pellejo." Aquellas palabras no dejaban de sonar en su cabeza, logrando hacerle apretar la mandíbula con fuerza, aguantando las ganas de volver a echarse a llorar. Sabía perfectamente que los insultos que recibía por parte del pelirrojo eran más que merecidos y, aunque le molestara, sabía que tenía razón cada vez que le echaba en cara el no haber actuado en su debido momento. ¿Realmente era sano pensar en morir para dejar de sufrir? Para él, sin duda, lo era. Pensaba que, si lo hacía, le quitarían un gran peso de encima a aquel muchacho al que, aún siendo ahora un adulto, le había destrozado la vida de la manera más cruel posible, traicionándole y dejando morir aquello que tanto amaba.
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ᴄʜᴇsʜɪʀᴇ's ᴘᴀsᴛ.
FantasyAquí os cuento más o menos cómo me imagino lo que ocurrió el "Día Horribloso", nombrado en la película de Alicia en el País de las Maravillas, de Tim Burton. Esta es una idea totalmente personal, cada uno (tanto interesados como no interesados en es...