Érase una vez nosotros.Observé detalladamente aquel reflejo mío, una cabellera ondulada con mechones rubios gracias a los rayos de sol, unas pestañas largas y rizadas, ojos tan coloridos como un atardecer, un cuerpo demasiado común a mi parecer, delgada y pequeña. mi tercer año de secundaria estaba por comenzar. Coloqué un listón en mi cabello y lo cepille, estaba tan ansiosa y realmente me quería ver bien. -Nana, date prisa. ¿O piensas llegar tarde en tu primer día de clases?- Mamá se escuchó a lo lejos. No hacía falta responderle por lo que rápidamente tomé mi bolso y me dirigí al garage, hoy es un día especial.
Al adentrarme en la secundaria me di cuenta de lo inmensa que era. Rodeada de áreas verdes, edificios, bibliotecas, un campus total. En los casilleros cambié mis zapatos por los uwabaki e ingrese al aula correspondiente.
Sentada en mi butaca, noté que en toda mi clase ya habían grupos. Yo, Nana, tenía un propósito muy importante, hacerme amiga de todos, ser agradable y conocer muchas personas, pero al mirar a los demás me fue imposible -¡Pff!- me dije a mi misma al mismo tiempo que giraba mi cabeza, al lado mío estaba sentada una chica utilizando unas gafas diminutas y un peinado que cubría por completo su rostro, la miré fijamente, no se daba cuenta de mi existencia. Por fin me animé.-Hola! Mucho gusto, mi nombre es Nana-Sonreí, noté un gesto de disgusto en ella.-Ruthi Torm-Me observó un segundo para luego apoya la mirada en el libro y continuar leyendo. ¿Eso fue todo?Los pasillos de aquella secundaria eran inmensos, repletos de jóvenes, como yo. Era hora del receso y no tenía a nadie con quien compartir mis fracasos anteriores. Indignada me rehusé a desayunar solitariamente. Mientras subía los escalones hacía el piso final tarareé aquella canción que escuché en la radio esa misma mañana. Según la locutora decía llamarse La reina de Uxmal, no recuerdo bien a quien pertenecía pero realmente me gustó.
Abrí aquellas puertas del tejado y lo primero que observé fue un cielo despejado, con una cantidad mínima de nubes oscuras, éstas no tenían formas, realmente no tenían ningún parecido a algo...
Todos mis pensamientos fueron interrumpidos gracias a respiraciones que se oían detrás mío.
-El cielo, es brillante ¿Cierto? Me pregunto que habrá en el más allá.- dijo.
De un segundo a otro entré en modo alerta, al ubicar mi mirada en la figura de donde provenían esas palabras me calmé. Era un chico, espera... ¿Qué? creía estar sola.
-Es mucho más hermoso cuando de él caen gotas.- dije por fin pero él se quedo callado.
Me senté a su lado, ambos recargados en la pared, contemplando el gigantesco paraíso azul que teníamos para nosotros dos. El tiempo pasaba excesivamente lento y ninguno se atrevía a hablar, o quizás yo le prestaba demasiada atención.-Así que, ¿Cuál es tu nombre?- Pregunté, me interesaba saber que nombre escondía aquel fanático del más allá.
-Isaac, Isaac Tsu.- Quedó callado, ¿Acaso no podría tener un poco de educación y devolverme la pregunta?
-Mi nombre es Nana.- soltó una risita.-Bien Nina, yo me voy.-
-¿Disculpa?-
-No tengo la obligación de hablar contigo, así que, nos vemos.-Aquel tono tan arrogante fue lo más odioso que pude escuchar en el día. Qué tipo tan extraño, acérrimo del universo, ni si quiera lo miré bien, da igual. Lo único que rescate de él fue su nombre y esa peculiar forma del cuerpo, delgado, de hombros no muy anchos, alto, y encorvado. Me llamó la atención.
ESTÁS LEYENDO
Érase una vez nosotros.
RomansaPequeña, tierna y emocionada Nana Shibura comienza su tercer curso de secundaria. Al hacer nuevos amigos se percata de la existencia de un chico muy popular, Isaac Tsu, él es una persona egocéntrica a simple vista, sonríe todo el tiempo, pero Nana...