Allí se es libre como el viento, como el mar; no se sufre dolor, no se padece angustias. Aunque las palabras no nacieron para describir la maravilla de la eternidad, es algo que supera la complejidad que los ojos vivos no han podido narrar. Sea cual fuera mi sangre, incluso consistiendo de forma aislada de las sangres comunes, confiaba ciegamente que merecía tal dicha después de la muerte fría.
A nadie le acontece cosa alguna que no sea por naturaleza capaz de soportar; a nadie exceptuando a los Ante Portan. Y después de estar en silencio escarbando en una conciencia intimidada por los temores de mi pasado, sintiendo el desangramiento en el corazón por las heridas propinadas. Había amado a alguien con fuerza devastadora que al final se volvió contra mí, pero era renacer, alegría, era pensar en él, de mañana a tarde y luego en la noche soñar con él; necesitarlo, que el ritmo del corazón sea y resulte la melodía predilecta. Aquello me llevó a pensar que mi ciclo de vida en este mundo estaba concluido. En mi opinión, se nace para morir, pero no se vive si no antes se ha amado. Se existe para nacer, amar y morir.
Una nueva semana daba inicio otra vez. Era lunes y la soledad era más bestial sin Jimmy sintonizando su voz; todo lo que sabía de él era que había partido a los Ángeles el viernes pasado, y que justo como se lo había pedido procuró saltarse una despedida lúgubre.
En casa era un martirio, mi padre estaba más mal humorado que nunca, en cuanto se enteró que había reprobado el examen para el cual había estudiado tanto, explotó; no sé qué ocurrió. Al menos se habían agotado los castigos que aplicarme.
Sami y Tommy me acompañaron de regreso a casa tras haber terminado la mañana de clases. Tommy contaba chistes y Sami le respondía con carcajadas, apenas podía sonreírle, una sonrisa forzada, una expresión disfrazada de sonrisa.
En el trascurso del camino se interpuso un espíritu penando a unos treinta metros de mí, por la acera desocupada en la que caminaba; un alma nueva que no había existido antes interpuesta en mi camino rutinario con destino a casa.
Sus ropas me indicaron pertenecer a esta época, tenía su cuerpo amoratado y raspaduras en su piel, sus ojos parecían hundidos entre sus cuencas. Una sonrisa se formó en su hinchado rostro al sentir mi pavor en respuesta a su presencia martirizadora y rencorosa. Pude ver su frenesí de miedo, anhelaba mi pavor para alimentarse de este y fortalecer su ánima.
Me quedé helada con tensión en todo mi cuerpo por unos segundos, después mi reacción inmediata fue retroceder con zancadas largas y con mis ojos atentos a su movimiento.
Tommy y Sami se quedaron absortos tras observar mi comportamiento, lo que me produjo más espanto y me di vuelta corriendo lejos de ellos y del espíritu. Sin embargo, escuché pasos corriendo a mi ritmo, tras de mí y gritaban mi nombre intentando detenerme, pero no sucedió hasta no hallarme a una distancia lo suficientemente retirada de lo que pudiese propinarme miedo y terminar de desfavorecer mi torpe existencia.
- ¡Aguarda! ¿Qué pasa? - Preguntó Tommy luego de alcanzarme.
- Nada, solo recordé que olvidé algo en la escuela - con voz extremamente agitada.
- ¿Qué olvidaste? -
- Algo... - pronuncié con dificultad.
La alteración en mi respiración por el susto y la corrida que no me dejaban hablar.
- ¿Qué rayos pasó? ¿Por qué me hiciste correr así? - Se quejó Samantha tras llegar junto a nosotros.
- Olvidó algo en la escuela - explicó Tommy.
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Enigma los Van Vladoisqui
ParanormalRelata la historia de Caroline Thompson, narrado en primera persona, una joven que tras once años de ver y percibir espectrales presencias, fantasmas, demonios, consumida por sus recuerdos pasados de experiencias devastadoras, entre esas el recuerdo...