Song-fic

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Hetalia no me pertenece. Solo utilizo a los personajes para este song-fic.
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Meditando a través de los recuerdos,
Perdiendo mi agarre en lo gris.

Dio una última mirada a su sucio y destruido departamento, tratando de memorizar los pequeños detalles que él dejó.

Esta seria la última vez que regresaría aquí. Nunca más volvería.

Adormeciendo los sentidos,
Siento que estás escapando lejos.

-Recuerdo que me dijiste que odiabas las despedidas -Se encontraba cerrando la puerta con llave-, no creí que vendrías.

De reojo notó como el cuerpo del otro se tensó.

-¿No piensas decir una palabra, Iván? El tiempo no espera, ¿Sabes?

Luchando por aguantar,
Aferrándome por un solo día más.

-Deberías quedarte... Escuché que había una tormenta de nieve y los cami-

-Iván, -pronunció, cortándole la oración-, no. Mi hermano me esta esperando al otro lado, no puedo quedarme.

El amor se convierte en cenizas,
Con todo lo que me gustaría poder decir.

-No te vayas... -susurró con desesperación al verlo cruzar el umbral. Sin embargo, Gilbert no se detuvo ni volteó a verle.

Me muero por estar donde tú estás.

Se quedó despierto hasta que el sol saliera, esperando toda la noche a que el Albino vuelva.

Traté de estar donde tu estás.

No regresó. Y se enteró que no volvería nunca más.

Cada noche, sueño que todavía estás aquí.

La cama se hundió bajó el peso de su cuerpo. El alcohol estaba haciendo su trabajo, deshacía su conciencia para arrastrarle al sueño.

Sintió una manta caer sobre su espalda.

El fantasma a mi lado,
Tan perfecto, tan claro.

-¿Gil...? -preguntó arrastrando las palabras, pero un dedo selló sus labios.

-Sssh, vuelve a dormir. -escuchó en la penumbra antes de ser tragado por la inconsciencia.

Cuando despierto, tú desapareces,
De regreso a las sombras.
Con todo lo que aprecio.

Cuando abrió los ojos en la mañana no se sorprendió al notar qué la tal manta de anoche, no existía.

Salió del cuarto dando un portazo a sus espaldas.

Fue a la cocina para prepararse el desayuno, pero no tuvo el valor de entrar siquiera.

Con todo lo que aprecio.

No cuando todo estaría en silencio; sin risas, sin saludos, sin esos ojos rojos.

Still HereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora