En mi familia había una tradición que paso de generación en generación, pedir un deseo al despertarse y esforzarse por cumplirlo.
Cumplir el deseo era la meta diaria, y nuestra familia nunca perdía motivación, todos los días había un nuevo propósito.
Para mi, seguir esta tradición había sido tan sencillo como tararear, aunque cabe decir que mis deseos no eran demasiado complicados. Aprobar el exámen, aprender una nueva melodía en el violín, comenzar a leer el viejo libro polvoriento de la biblioteca de casa, y cosas similares.
Había terminado el secundario básico y luego de las vacaciones de verano comenzaría los años superiores, y la verdad eso me aterraba un poco. Los años anteriores habían sido sencillos, pero no todo permanece así de por vida; empezaba la edad en que las chicas salían durante la noche y los chicos deseaban acompañarlos más allá de la discoteca. ¿Dónde encajaría en ese nuevo mundo?
¿Mis deseos diarios deberían de cambiar, debería de ser yo, debería de participar en la "sociedad adolescente"? Pensar estas cosas me asustaba un poco.
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Mi otro yo
Teen FictionArya Harrison es una chica de Logetown de 16 años con miedo de iniciar el secundario superior. Hasta ahora su vida ha sido tranquila y su confianza esta en los límites gracias a que cumple diariamente sus propios deseos. Pero los años superiores le...