Capítulo 2

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Justin roncaba entre sus sábanas blancas hasta que un ruido demasiado familiar y molesto comenzó a sonar.

—Mmmhm, mamá, cinco minutos más...

Se dio media vuelta y tapó sus oídos con la almohada pero aquello no encontraba motivo para callarse.

—Suficiente, me cansaste —dijo sentándose en la cama y apagando el despertador, casi rompiéndolo—. ¿Feliz? Ya desperté —le habló como si fuera a responderle.

Acto seguido, se levantó y caminó hacia el baño. Se miró en el espejo durante unos minutos y decidió lavarse la cara para despertarse aún más, cepilló sus dientes y salió. Fue directo al balcón de su habitación antes de percatarse que únicamente llevaba puestos sus boxers. "Mierda" pensó. Entró y buscó entre los cajones de su armario una camisa blanca y con unos jeans claros, se los puso y volvió a salir.

Eran las 8:30, tendría que estar en el trabajo a las 9:00 pero siempre se tomaba unos minutos en el balcón para relajarse antes de la esclavitud. No tenía una hermosa vista pero tampoco una tan mala: era su vecindario, calmo, tranquilo. Nada de edificios ni tránsito, simplemente unas casas y varios árboles. Le encantaba ese lugar, ese momento... Más que nada porque le recordaba a Emily, se sentía con ella. Sentía que ella estaba allí con él. Ambos compartían las mañanas de esa manera, Emily siempre despertaba primero y dejaba dormir a Justin mientras iba al balcón, él se despertaba e iba lentamente a abrazarla por la espalda y así pasaban largos minutos hablando o simplemente callados, mirando todo lo que tenían por delante. Hasta que un día todo eso se desvaneció...

Sacudió la cabeza y suspiró, salió de allí y agarró unas Vans rojas de otro armario para bajar a la cocina. Allí se calzó y buscó un desayuno rápido en la heladera. Encontró un poco de jugo de naranja pero nada comestible.

—Bueno, parece que tendré que buscar algo de pasada —habló para él mismo mientras abría la botella de jugo y lo servía en un vaso. Cerró la heladera y tiró la botella al cesto de basura. Tomó el jugo, dejó el vaso en la mesada y pasó por el living para agarrar sus llaves y salir de la casa. No vivía lejos del trabajo pero eran las 8:45 y no quería llegar tarde.


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Kate se encontraba dormida con el codo apoyado sobre el mostrador.

—Disculpe...

—¿Qué quieñmre?

—Eh... Que se despierte, señorita... Collingwood, si mal no leo su placa.

—Gradfias, vuelva prontfo.

De repente, una corneta sonó junto a Kate.

—¡YA DESPERTÉ! Ya... Desperté... —dijo abriendo los ojos de par en par y parpadeando varias veces—. Lo lamento, señor Blake y a usted también señora... He tenido una mala noche —hizo una mueca con sus labios mientras miraba a ambos.

—Pues los clientes no deben sufrir las consecuencias de tu mal sueño, Kate —respondió el hombre que sostenía aquella corneta. La clienta soltó una leve risa.

—No es nada, a todos nos pasa.

—¿Ve, señor? Usted tendría que ser más comprensivo, como ella —soltó Kate llevándose una mala mirada de su jefe—. Lo siento —arrugó la nariz.

—Espero no se repita de nuevo. Señoritas... —el señor asintió con la cabeza a ambas en señal de despedida y caminó hacia el depósito dejándolas solas.

—Mis disculpas —sonrió levemente Kate a la mujer—. ¿Qué se le ofrecía?

—Sólo quería saber el precio de éste collar —le respondió poniéndolo sobre el mostrador.

Kate trabajaba en una tienda para mascotas de 8:00 a 12:30, no era la gran cosa pero le gustaba y ya llevaba varios meses allí. La paga era buena, ni tan baja ni tan alta, lo necesario. Incluso llegó a entablar una buena relación con su jefe, el señor Blake. Se llamaba William, pero ella respetaba su área de trabajo.

—Claro, permítame —Kate agarró el artículo y lo pasó sobre la caja registradora—. 20 dólares.

—Oh, me la llevo —dijo la mujer abriendo su bolso y buscando su billetera—. Me viene perfecta para mi perrita —rió y sacó 50 dólares—. Uhm, ¿tienes cambio? —le preguntó mostrándole el billete.

—Sí, no hay problema —tecleó unos botones de la caja y ésta se abrió, sacó el cambio y ambas cambiaron billetes.

—Muchísimas gracias, señorita. Volveré pronto, adiós —exclamó la mujer con una sonrisa agarrando el collar y metiéndolo en su bolso para salir lentamente del local.

—No es nada, que lo disfrute —sonrió y suspiró, giró su cabeza y miró el reloj colgado en la pared. Eran las 12:15, en quince minutos tendría que salir—. ¡Señor Blake, iré a cambiarme!

No esperó respuesta. William siempre le dejaba ese tiempo para arreglarse e irse. Kate iba al hospital a visitar a su novio que se encontraba en coma.

Se desató el delantal verde con naranja y la cola de caballo que se había hecho a la mañana, agarró su mochila y caminó hacia el baño de la tienda para despojarse de lo demás. Entró y sacó una remera corta y una falda a la cintura. Hacía calor, el sol pegaba en plena primavera y a Kate le molestaba transpirar demasiado, así que optó por algo fresco. Guardó el uniforme en la mochila y se miró en el espejo durante unos pocos segundos. Kate era pelirroja, estatura media, ojos azules y realmente bella aunque nunca presumía de ello.

Decidió maquillarse un poco, le gustaba ir al natural pero ese día parecía más pálida que de costumbre. "Un poco de color no hace mal a nadie" se dijo en su mente y cuando finalmente terminó, enjuagó sus manos y salió.

El señor Blake se encontraba ordenando alguna que otra cosa en la vidriera mientras que un chico entraba a la tienda. Era John. Alto, castaño oscuro y ojos del mismo color, trabajaba después de que Kate se iba. Lo saludó con la mano y siguió caminando para salir.

—Adiós señor Blake, llámeme por si necesita algo. Cuídese —se despidió con una amplia sonrisa y abrió la puerta para salir de allí.




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¡Hola! Bueno, no es tan interesante  el segundo cap pero espero que les guste. Prometí que sería largo. En fin, saludos y no olviden votar y comentar para saber qué les pareció. También agradecería críticas constructivas ya que quizás estoy pasando algo por alto o cometo errores al escribir. ¡Muchas gracias!




Coma {j.b} || pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora